¿Necesitamos una actualización política y doctrinaria para ganar las elecciones? Una visión desde el desarrollo productivo

Las razones de este análisis

La proximidad de las elecciones y la necesidad de formular contenidos y propuestas de campaña –dotadas del suficiente sustento político y técnico y que comuniquen en modo convincente cómo esas propuestas darán respuesta efectiva a las demandas sociales y económicas de nuestro pueblo– exigen actualizar nuestras políticas y nuestra doctrina en modo que podamos asegurar una victoria electoral que permita la continuidad y la profundización de nuestros objetivos permanentes: la grandeza de la Nación y la felicidad de nuestro Pueblo.

Por diversas razones, muchas y muchos de quienes trabajamos las problemáticas del desarrollo productivo creemos necesaria una actualización política y doctrinaria del peronismo acorde a los tiempos que corren y que contribuyan al triunfo electoral 2023. La primera razón es que nuestro modelo de desarrollo productivo tiene como objetivo incluir y beneficiar a todas y a todos nuestros compatriotas sobre la base de la producción nacional de bienes y servicios, modelo que resulta completamente opuesto al conservador y neoliberal que sólo persigue la acumulación de la riqueza en manos de unos pocos sobre bases de inversión, principalmente financiera y localizada donde más convenga.

La segunda razón es la completa interdependencia de nuestro modelo de desarrollo con las tres banderas del peronismo, toda vez que la producción de bienes y servicios es la base para generar empleos de calidad que permiten concretar la justicia social. Asimismo, nuestro modelo debe contribuir a generar independencia económica y a consolidar la soberanía nacional, no sólo sobre la base indispensable del dominio de nuestro territorio, sino también de la consolidación de la soberanía sobre nuestros recursos naturales, la ciencia, la tecnología y la cultura nacional. Esa interdependencia muestra que sin un desarrollo productivo inclusivo no hay posibilidad de concretar la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, y viceversa: sin políticas apropiadas de justicia social, independencia económica y soberanía política, no es posible un desarrollo productivo al servicio de todas las argentinas y todos los argentinos.

La necesidad de actualización política y doctrinaria que vemos desde la perspectiva del desarrollo productivo no excluye en modo alguno, sino que debería complementarse con la inclusión de las visiones desde la educación, la salud, la asistencia social, las problemáticas de la juventud, las políticas de género y todas aquellas otras que definen la identidad peronista.

 

La evolución doctrinaria del peronismo

El artículo 3 de la ley 14.184 establece que “la Doctrina Peronista o Justicialismo tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación, mediante la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, armonizando los valores materiales con los valores espirituales, y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad”. Las 20 verdades enunciadas por Perón en su discurso del 17 de octubre de 1950 conservan en el tiempo la esencia de nuestros valores y principios.

El peronismo actualizó en varias oportunidades sus políticas y su doctrina. Perón mismo enunció en 1971 su “actualización política y doctrinaria para la toma del poder”, convocando a la construcción del socialismo nacional. Lo hizo mediante una entrevista filmada por Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino en Puerta de Hierro. El documental, de casi tres horas de duración, fue proyectado clandestinamente infinidad de veces en casas, sindicatos y otras organizaciones populares como convocatoria a la gesta del “Luche y Vuelve”, que culminó con el regreso de Perón.

Engañosamente y sin el necesario consenso, Carlos Saúl Menem, durante sus dos presidencias, cambió de facto las políticas y la doctrina del peronismo, alineándolas en gran medida con el neoliberalismo, con resultados totalmente contrarios a los objetivos del peronismo. Sus políticas continuaron durante la presidencia de De la Rúa hasta su estallido final en la crisis de 2001.

En su presidencia, Eduardo Duhalde inició el retorno a las fuentes de la doctrina peronista, que fue completado y aggiornado a la realidad del nuevo milenio por Néstor Kirchner primero, y por las dos presidencias de Cristina Fernández de Kirchner después. El kirchnerismo aportó a la doctrina del peronismo la que muchos ven como su cuarta bandera: “memoria, verdad y justicia”. También agregó las consignas “la Patria es el otro” y “el amor vence al odio”, cuestiones que se plasmaron en realidades con los juicios y las condenas a los responsables de delitos de lesa humanidad y con la creación de numerosos derechos para niños, niñas, mujeres y otras identidades de género. Esos nuevos aportes no dejaron de lado las tres banderas fundacionales. Brevemente, la justicia social se hizo realidad con la recuperación hasta niveles máximos de la participación del trabajo y las jubilaciones en la renta nacional; la independencia económica, con el desendeudamiento, la eliminación de las AFJP, la liberación del yugo del FMI y la recuperación de YPF; y la soberanía política, con la construcción de la Patria Grande, la constitución de la UNASUR y el no al ALCA. Desde la recuperación democrática sólo los gobiernos de Néstor y Cristina pueden exhibir semejante cumplimiento, tanto de la doctrina peronista, como de sus promesas de campaña.

Para justificar y explicar la necesidad de una nueva actualización política y doctrinaria del peronismo necesitamos analizar primero los cambios de paradigmas que se han producido a nivel global y sus reflejos en nuestro propio país, y después la emergencia de nuevas realidades que refuerzan esa necesidad.

 

Los cambios de paradigma

A nivel mundial, la finalización de la Guerra Fría en 1989, con la caída del muro de Berlín, puso un punto final y definitivo a las políticas de los Estados de Bienestar que Occidente aplicaba para contener al comunismo, políticas que se venían deteriorando con mucha anticipación. Esas políticas fueron reemplazadas –globalización mediante– por el neoliberalismo, cuyos antecedentes se encuentran en la dictadura pinochetista en Chile y la dictadura cívico-militar en nuestro país, y que luego se expandieron a nivel global a partir de los gobiernos de Thatcher en Gran Bretaña y Reagan en los Estados Unidos. En pocas palabras, el primer cambio de paradigma consistió en el reemplazo de las políticas que daban supremacía a la búsqueda del bien común por otras que dan supremacía al bien de cada individuo según sus propios méritos, supuestos o reales. Este cambio fue acompañado por una banalización de la opinión pública inducida por medios masivos y redes sociales para parte importante de la sociedad y una menor capacidad del pensamiento crítico para revertir esa banalización.

El segundo cambio de época fue la finalización del principio de no intervención en los asuntos de otro Estado, cuestión que dio y sigue dando lugar a decenas de conflictos armados e intervenciones militares directas, entre otras, en Kosovo, Afganistán, Siria, Yemen, Irán, Irak y otros países de Medio Oriente y África por parte de Rusia, Estados Unidos, sus aliados europeos y de la propia ONU, que hoy vemos en la invasión rusa a Ucrania y en muchos otros conflictos que permanecen ocultos ante la opinión pública.

El tercer cambio paradigmático es el desafío al liderazgo mundial de los Estados Unidos por parte de China y Asia, que no sólo se traduce en el cambio del desarrollo mundial del Atlántico al Pacífico, sino que también da lugar a un cambio del sistema de las relaciones internacionales que reemplaza al unilateralismo estadounidense por un multilateralismo.

El último cambio de paradigma se venía incubando, pero fue puesto en evidencia por la pandemia: el fracaso de la versión neoliberal del capitalismo, que demostró ante la opinión pública que el 1% de la población más rica del mundo se sigue enriqueciendo a costa del empobrecimiento del 99% restante.

Los resultados sociales de estos cambios paradigmáticos se traducen hoy en el surgimiento global de una pandemia del odio hacia los distintos, la reaparición de negacionismos diversos, el racismo, la xenofobia y, en lo político, el resurgimiento de una ultraderecha que no duda en hacer uso político de la violencia.

Argentina no fue ajena a estos cambios globales, aunque la preexistencia y la vigencia del peronismo les imprimió características particulares. Posiblemente la más importante es la alternancia de modelos de conducción de las políticas nacionales. Durante los períodos en que el peronismo ejerció la presidencia, la política condujo a la economía. Por el contrario, cuando el gobierno quedó en manos de gobiernos carentes de legitimidad política, de dictaduras cívico-militares, e incluso de gobiernos no peronistas electos por vía democrática, la conducción del poder resultó invertida, con la economía conduciendo a la política. Esta alternancia en el manejo del poder por la política o por los poderes fácticos de la economía dio lugar a los avances y los retrocesos en el desarrollo nacional y al cambio de los principales beneficiarios de los respectivos gobiernos. Esos avances y retrocesos fueron palmariamente demostrados por Cristina Fernández de Kirchner en sus recientes discursos en la UOM y en la conmemoración del Día de la Soberanía con el gráfico que se muestran a continuación.

Hay otros cambios que derivan de la alternancia arriba señalada que es imprescindible tomar en consideración. La actual inexistencia de empresas del Estado que antes permitían establecer precios de servicios públicos esenciales; la concentración oligopólica y la extranjerización de las empresas nacionales; el debilitamiento de los controles de la evasión de impuestos y del comercio exterior, que en algunos casos equivale a su inexistencia; la cooptación de la Justicia por los poderes fácticos, que condiciona e incluso impide la aplicación de medidas económicas dispuestas por el PEN o de leyes dictadas por el Poder Legislativo, llegando al extremo de constituirse como un partido político con capacidad de perseguir al peronismo y brindar cobertura a la corrupción de empresarios y políticos opositores.

En lo político, y aunque no sean una novedad, el odio y sus discursos –desde siempre dirigidos hacia el peronismo y sus líderes– vienen sumando adeptos, incluso entre los sectores populares, al punto de permitir no sólo la elección democrática de frentes políticos neoliberales y conservadores opuestos al interés de los sectores populares, sino también la emergencia de extremismos con capacidad de atentar contra la vida de nuestra vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y de poner en duda la vigencia efectiva de los consensos alcanzados en 1983 con la recuperación democrática que venían impidiendo el uso de la violencia como herramienta política.

La resultante dramática de estos y otros cambios –que será necesario profundizar– es que el gobierno nacional no sólo ha perdido gran parte de su capacidad de gestión efectiva en temas centrales –como es el caso del control de la evasión impositiva, la fuga de divisas, la inflación en el precio de los alimentos y la pérdida de ingresos de los sectores populares en beneficio de los poderes fácticos de la economía, los medios concentrados de comunicación y el partido judicial–, sino que también es susceptible a los golpes de mercado impulsados por esos poderes.

 

Las nuevas realidades

A los cambios de paradigma señalados es imprescindible agregar la emergencia de algunas novedades que constituyen nuevas oportunidades, desafíos y amenazas que será necesario considerar. Una es la constatación de nuevos recursos. Tal es el caso de las reservas de gas en Vaca Muerta y otras cuencas de hidrocarburos no convencionales, y los indicios más recientes de nuevas reservas de hidrocarburos en el Mar Argentino, con una dimensión que podría ser equivalente a la de Vaca Muerta. Otro caso que ya se encuentra en pleno desarrollo es la explotación de litio y las posibilidades de integrar la cadena productiva con la fabricación de baterías. Por último, y a más largo plazo, las posibilidades de producir hidrógeno verde como combustible libre de impacto climático. Cada una de estas oportunidades tiene potencial suficiente para igualar el valor de las exportaciones agrícolas, eliminando las restricciones que hoy sufrimos por insuficiencia de divisas y reduciendo la dependencia de ese sector para disponer las divisas necesaria para el desarrollo económico. Por esta razón tenemos que estar preparados para que estas oportunidades no sean desvirtuadas por los poderes fácticos, reduciéndolas a la simple extracción de esos recursos con mínimo impacto en nuestro desarrollo económico y social.

Muchas de estas oportunidades generan el rechazo de las comunidades en las que se encuentran estos recursos, en especial por la competencia con la disponibilidad de agua u otros impactos ambientales y culturales. Esas tensiones todavía no están resueltas, incluso al interior de nuestra propia fuerza política, y deberán ser solucionadas desde lo técnico mediante un mejor equilibrio entre producción y desarrollo sustentable, y fundamentalmente desde lo social y lo cultural, con la activa participación de las comunidades locales, habilitando que los beneficios que deriven de esas oportunidades sean compartidos con sus integrantes.

Otra de las revoluciones productivas que ya está en marcha es la economía del conocimiento –producción de servicios y software– que en 2021 alcanzó exportaciones por 6.500 millones de dólares y que requiere, por una parte, de políticas educativas para la formación de profesionales capacitados y, por otra, de políticas destinadas a preservar el valor agregado nacional y la renta que se deriva de esos desarrollos, evitando que nuestro país se limite a exportar mano de obra especializada.

A la aparición de nuevos recursos tenemos que agregar la emergencia de nuevas tecnologías en materia nuclear, satelital y de comunicaciones, en las que nuestro país ya lleva un importante camino recorrido. Especial atención merecen las tecnologías genéticas con aplicaciones estratégicas en materia de salud y biología. Tal es el caso del desarrollo de nuevas vacunas para el COVID-19 y otras enfermedades que pueden afectar a la humanidad en un futuro no muy lejano. También es el caso del desarrollo de organismos genéticamente modificados, como semillas resistentes a las plagas o a la falta de humedad, cuestión que también genera debates no resueltos en nuestras propias filas.

 

Las propuestas

En el corto plazo, la actualización política y doctrinaria debería concentrarse en la elaboración de contenidos y propuestas para la campaña electoral a ser realizada en modo colaborativo por nuestros equipos, para luego ser consensuados por los integrantes de nuestro FdT en modo de cuidar y reforzar la unidad indispensable para lograr una victoria electoral en el 2023.

Esa tarea podría ser continuada por el nuevo gobierno para encarar una planificación de mediano y largo plazo que recoja las mejores tradiciones de nuestros planes quinquenales y el trienal, que de ser posible encare una reforma constitucional orientada a una efectiva recuperación de la soberanía nacional, una mayor capacidad de decisión de los poderes Ejecutivo y Legislativo, y una reestructuración del Poder Judicial que asegure un mayor federalismo y la aplicación de una justicia ágil e imparcial.

 

Agradezco especialmente los aportes de Claudio Vizia, que con la presentación de su libro Perón Verde: Ambientalismo y Doctrina en el pensamiento y la obra del general Perón actuó como disparador de este trabajo. También los comentarios y aportes recibidos de Sergio Rossi, Stella Martini, Sylvia Schulein, Manuel Pedreira, Miguel Ángel López, Guillermo Urdínez, Marita Merzario y mi hija y periodista Cecilia Fumagalli. Estos aportes y sugerencias fueron incorporados al texto según mi propio criterio. Por esta razón, el contenido de este documento no compromete la opinión de quienes me los hicieron llegar, y mucho menos la de sus respectivas instituciones. También agradeceré cualquier comentario o aporte que hagan llegar a mi correo josemafumagalli@gmail.com.

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