Del monte vengo y al monte voy

Él la tenía en sus brazos seguros, suaves y templados. La miraba y echaba su aliento noble que unía su carne rota con sus huesos astillados. La acunó y vivió. Entonó la zambita, después la chacarera, y finalmente, al atardecer, con la salida del lucero, la baguala. Venus vigila, semblantea y aguarda.

El fresco del monte y las estrellas los protegen. La luna los baña con placer alado, que cubre y ata lo que sanará.

Bañada por recuerdos del río-mar, camino al monte que la esperó llegar. La puerta se abre y deja ver la arboleda cerrada y el monstruo peludo enorme con su lomo apoyado en el ceibo. Ella cae del caballo blanco y suenan en vibrato eterno los hierros del Ital Park.

La pantalla, con letras verde fosforescente como el neón, dice: 1969, y sigue, escribe: 21 de octubre 1966, y da la clave para entrar: ELEBE.

Y el reloj en el vértice izquierdo gira loco, las agujas no paran, los números se confunden. Comienza el juego, durará lo que la respiración diga aunque ella lo ignore, sus acciones le dicen el truquito de esquivar las bondades de la vida que se hacen imperceptibles.

Ilumina el vado con sus ojos rojos y el agua la lleva por el Río Primero, ahora Suquía, para entrar en la República de San Vicente. Camina en la suave espuma de seda apenas surfea en la tabla de planchar sobre el agua marrón intenso. Las lluvias y el deshielo hicieron semejante caudal y llega a unas cuadras del Monumental, justo a tiempo, y al ritmo del cuartetazo La Mona Giménez agita, canta con Rodrigo y Gilda, y la multitud festeja una vez más. Cierra la noche de Gigantes en Córdoba Capital, da una vuelta por la plaza de las brujas y alguien la reconoce. Es la nena que llora de la calle Sargento Cabral. La vendada. Lo saluda, le guiña el ojo y silba: Amanece en la ruta. Se encomienda al Gauchito Gil, le promete una vela blanca dentro de un ramito de violetas con pajaritos rojos de flor de ceibo, y el aroma que calma y renace al frotarlo del eucaliptus. El Pampero sopla con sinfonías celestiales, con trompetas audaces lejanas que emiten la señal en su cuerpo magullado, pero vivo. Cuando aparece Destino: requecho del parque de diversiones viejo, el Super Park de Parque Sarmiento la invita a su carpa multicolor. Ella no sabe qué hacer, está en una avenida de Chivilcoy donde los circos paran, arman, recaudan los mangos y se van… espectáculo sin acróbatas, sin animales y sin director. Todos con voz en off, y ruge un león creado para la ocasión que dice: Destino, guaaaa, Destino, y ella entra a la carpita diminuta, pulsa el botón indicado y su imagen se refleja en un espejo. Abre la boca y sus labios rojos contornean sus muecas, y ella: ¡Ruge rouge! El león la mira, cierra su imagen, y la luz se va. Una mano tenue la invita a salir, le sopla la nuca y sin decir nada baja el escalón que subió. Se pone los lentes y está en el Palé de Glá, y los limpia otra vez y está en el EAC, Primero Recoleta, después Cordón Norte ex cárcel de Miguelete, devenido museo sin memoria con escarnio y olor a cepo. Suenan los grilletes y la muerte se sacude al ritmo de ellos. La tortura sale al patio donde fusilaban y es un vernissage regado con vino blanco y tinto en copas que no son de cristal. El chico le sirve nervioso y ella se mete en el laberinto oscuro. No le da miedo y aparecen los enanos, la llevan de la mano, le cuentan que les duele el cuerpo, y aparece Patricia, mala dibujante, vendedora de libros y de amistad nula, quiere comprarse una vivienda y se hace la amiga. ¿Qué le dirá a su hija Tonia? ¿Que la casa la compró haciendo la puta en el callejón detrás del Liceo Zorrilla? ¿Para matar dos pájaros de un tiro? ¡Se la pagó ella, Proyecto de Bienestar Saludable, donde no importa qué! Pero aparece alguien y garpa por entretenerla, entretener a Proyecto. Desfilan todos por la calle que baja a Bulevar España, dos actores, uno inmenso y otro diminuto, hacen de soldados del arte sin consuelo y pierden el paso, se pierden en la ciudad y en su propia mugre. Y otra vez el monte, la llama el Monstruo, la espera, y los recuerdos comienzan una vez más antes de pandemia, cuando todo era engaño. Su grillo le dice que numerar los recuerdos es cantar a la vida y ella lo hace. El monstruo no la abandona la sigue y juntos bailan un candombe que se escucha por momentos. Muy cerca hay viento sur en la ciudad helada, indómita renegau.

Y ella tropieza, casi se cae, y al mismo tiempo que Él la sostiene, ella dice ¡Achalay! La alpargata de yute se le sale y la acomoda, camina y baila más.

Las luces internas se encienden y el baile eterno candente continúa… Los sufridos recuerdos llegan intactos, tal cual lo que le hicieron vivir numerando su vida en pesos, en pasos. 1969, hombre en la Luna.

Y el derrotero se numera a ciencia y verdad. Práctica y poder. Profesionalismo para curiosidad científica y fenómeno humano:

 

Uno

Hacer la idiota toda la vida y continuar haciéndolo depende de ustedes, no de mí. Soy la única persona que no sabe de mí, lo que ustedes sí. Lo ven por medios de comunicación que no veo, que no miro, y nadie le dice cuál, dónde.

¿Me dejarán acceder a la verdad? ¿A mi origen? ¿Por qué hay tantos intereses en juego? ¿Por qué tanta soledad y tan rodeada de “amigos” que no lo son?

Sólo les interesa recibir recompensa.

¿Quién dirige a la marioneta Universal? Corría 1998 cuando Elena Luri en Madrid la llamó “La gallina de los huevos de oro”. Cerca de allí, en las Sierras en “El Espartal”, fue eso para Antonio Zandanel, para su amigo Julio, dueño de una agencia de viajes. Ella escribe: “saber es querer más”, el 10 de mayo de 1998. ¿Acaso seré con fortuna ignorada? ¿Por qué? Les pregunto: ¿mis ojos ven lo que yo no veo? ¿Graban y exhiben lo que yo no veo pero ustedes sí? Contenidos de llanto, ira, bronca, una manera de ser de a ratos, existió para tapar y no para hilar, un sistema social de control con un manto de engaño total, con el panóptico de Bentham como modelo y en el centro Ella.

Las encerronas vuelven, y con más de cincuenta años es burlada y su hija de dieciocho expuesta. Concurre a un Centro Interdiciplinario y aparece un excompañero de facultad, Alberto Percia, psicólogo-actor, aparece como de casualidad… en la sala de espera él hace que no se acuerda. Ella lo recuerda en la puerta de Hipólito Yrigoyen, una de las sedes de la Facultad de Psicología de la UBA, año 88. Juega la farsa de siempre. Ella creyó que era su amigo y fue el profesor de teatro y psicólogo desde 2015, 2016, 2017, 2020 y 2021. En 2015 la hija de ella era menor. Cumplió 18 en 2021. Y todo ese tiempo engañó, se metió en la casa a dejar un corcho micrófono. Y continuó el maltrato.

Angélica Serio, su hermana de crianza, dice en Facebook que de su clan faltan dos mujeres: Ella y la hija. Clan Puccio con horror en nombre de la familia, ese siniestro ajeno y familiar, heimlich y unheimlich, como dice Freud en Lo ominoso de 1919 en el tomo XVII. Cuando comienza a leerlo, escribe “no soporto la desolación que me causa el no sabe”. Se condensa y se desplaza su estar en el mundo. Siempre engañada, solapada, distinta, rara, víctima de su propio encierro.

En 1998, el viernes anteúltimo de mayo, escribió Ella en la última hoja del tomo XVII.

La endeblez del alma
nos conduce a pesares diarios
imposibles de evitar
puesto que su amargura
sabe
conocida
nos hace humanos.

 

Nueve

Está en su propia cárcel y entonces no espera lo que no sucede. La burla sigue hacia su persona. Sin respeto de nada, ni de nadie. Es muy difícil vivir así, pero sonríe con ganas, ¡sí! Tiene humor, no el de los payasos que expresan angustia, sorna en cada cachetada, en cada patada al partenaire, en cada chiste, en cada nariz colorada, en cada zapato viejo ancho, grande y desvencijado.

Su sonrisa es amplia, del alma luminosa. La de la esclava, la de la mujer subestimada y jamás bienamada, la loquita, ¡la argentinita de mierda y encima peronista! Se mira al espejo y ve marcas, huellas que le ofrecen la reconstrucción desde Gorostiaga. Pero todavía debe dar más, ser abusada, puesta en ridículo, y ella va. El lema general: “quedate tranquila, porque en la vida no se puede ir de cualquier manera”. Según él, el analista devenido en tío “como un padre”, dice por el WhatsApp desde Bragado, y amplía información: no porque no sepas qué hacer, sino por hablar con alguien. Con él habla hace 35 años. Al que le pagó sus honorarios cayó en la trampa. La función del analista es hacer encontrar la punta del ovillo, atar cabos, llegar a la verdad, destapar la olla y posibilitar un bienestar que se obtiene sólo con lo verdadero. Acceder a lo que le arrebataron, su nombre, su fecha de nacimiento, su origen, sus hermanas, descubrir lo que mintieron, lo que negaron, lo que le usurparon. Los pacientes llegan y la tarea es ponerlos a trabajar, lo opuesto de manipular. Lo hizo desde 1991 hasta ahora. En su última visita a Montevideo, invitado para dar clases, entró en casa de Ella y se llevó cabello, y el examen dio positivo, confirmado. Ella llegó a todo eso de otra manera, su alma la guía.

Amigos le dan señales y un poema en clave. Otra felicitación por efemérides y una foto del Patronato de la Infancia ubicada por Internet le activó su corazón al ritmo de: ¡las encontré! Dos fotos más del jardín de infantes confirman su sospecha: nunca cumplió en septiembre, cumple en octubre. La chiquita de lentes de carey que mira soplar la velita es muy parecida a la hija de Ella. La misma ya adolescente en la foto del Patronato.

 

Seis

De sus dos maridos, ninguno se dignó a contarle lo que sí les contó el padre de Ella. Se dedicaron sólo a controlarla para que no se fuera. Esperan recompensa. Música porque sí, música vana, la del vals de 15, la del Ave María en la iglesia Cristo Obrero cuando se casó por primera vez, la de la despedida de soltera sentada en la caja del rastrojero, muerta de frío, pensando nada, queriendo que termine, y la vuelta a la Plaza Principal sin final. Al otro día, el 14 de marzo de 1986, el civil, fotos que nunca tuvo ni sintió, y tanta distancia con Tarzán: no era su Jane.

Sus novios que supieron la verdad tampoco dieron el brazo a torcer: “quedate tranquila, Beatriz”; “No te hagas problema, Soco”, así me decía Martín Gimeno, periodista de revista 13/20, manager de los Attaque 77 y socio de Hanoi, donde debutaron Las Pelotas. Cuando Pandita desapareció apareció el Negro Julio Romero, militante del PO en la Facultad de Psicología. Una noche, como quien no quiere la cosa, la cagó a trompadas, y antes de eso la arrastró de los pelos por avenida Entre Ríos. Nadie hizo nada, nadie le dijo nada.

¿Se puede tener calma sin felicidad, esa que otorga la vida privada? Por momentos construye algo en la nube de Drive y sigue aislada en su propia torre, sin salir, sin ver la luz del día, y se duerme, la cabeza le pesa. Es 8 de octubre, cumpleaños del general Juan Domingo Perón. Sus ojos rojos se fueron y la miraron, se detuvieron por un instante a saludar, la miraron con cariño, se despidieron. El fondo negro coronó la aventura y aguardaba, la hermosa Owo! suena con volumen in crescendo El día que apagaron la luz.

Canta Charly en un recital en Temperley en el año 92. Se pone al piano con la agilidad que lo caracteriza y dicciona entre trabado y meteórico: para Larisa, El día… el día que apagaron la luz, el más popular de los músicos argentinos, el del oído absoluto, el concertista, el ahijado artístico de Falú, y ella sueña que es su musa y él le cumple el sueño. Sí, él la acompañó con sus canciones, con sus actos, con su estética, con su actitud, y a veces se ve en él y en vez de llorar, lo escucha. Sus lágrimas son secas como el papel metalizado sin cocaína, faltando el lengüetazo final antes del descarte.

Sí, ustedes la vieron y no hay dudas de que algo le pasa, que algo le hicieron, que no es la responsable del mal, sino que alguien la reconoce y dice cosas cuando pasa a su lado en una vereda estrecha en plena Ciudad Vieja. La mujer la mira, baja la mirada y dice: ¡puta madre! Mientras, se limpia la mugre debajo de la uña de plástico, larga, gruesa y decorada. Alguien llama a su celular y corta. Le devuelve el llamado y le aclara que ella llamó, y le pregunta el nombre, y la voz de vieja peleadora le responde: Irma. ¿Irse? ¿Adónde? ¿Por qué? Qué sentido tiene, siempre será Proyecto. La vendieron cuando era niña, se prostituyeron, le armaron la vida para que no se defendiera, para ponerla al servicio de la comunidad toda, en ridículo, ser la desubicada, la insoportable. Naricita le dicen los amigos de su segundo y último exmarido, la estrella de rock. ¡OK! Claro, tuvo épocas, pero nunca estuvo días sin dormir o de “gira”, no puede, le pesa su cabeza. En Proyecto trabajan el padre de un paciente y una paciente que se recibió de ingeniera, es la hija de una contadora y de un gerente del Banco República. Fue por los años 2018 a 2021, se quedó, se ve que le hizo bien. Hubo otro paciente que también se quedó y cambió de 2016 a 2021. Hubo alumnos que eran de verdad y otros “plantados”, como las ratas de la azotea, perfectas, lustrosas y con tres crías: ¿ustedes vieron alguna vez que las crías bajen donde la madre no? Plantar es mi tarea, tanto como dar vida a María Owo! que tiene 18 hermosos años, fruto del amor que le tuve a su padre. Destello del alma, elixires para esperar el brote y cosechar el regalo de la naturaleza, el del universo con su luz y sombra, y el porvenir suyo.

 

Nueve

Los días pasaron y la complicidad de algunos fue central para abrir el boliche propio Lari Bar, donde hay Mic abierto con volumen y dulzura a la vez, como Amy W, como Katleen H, como Blondie, como la Negra Sosa, como la Fabi C, y muchas otras como Hilda L, que una vez en Plaza Mateo en 2002 escuché que le decía a Mandrake: “es la Musa de Charly”. Shhh, le dijo el “líder” de Los Terapeutas: si te escucha, ¿quién la aguanta? Jacques me convidó una cerveza y me encajó un chupón a lo adolescente tardío, tenía 45 años… sería mi segundo exmarido, el del divorcio más largo del mundo. El que planta un premio Graffiti para ver qué pasa adentro, porque él fue sacado por la policía después de denunciarlo por pegarle a su hija. Antes tenía otras dos denuncias de Ella.

Y se acercaban los 70 musicales, años del maestro Carlos Alberto García Moreno, y recordé cuando lo instaba a Pappo y le decía que estudiara música. También me hacía bailar el rock, pero como el Maestro….

La pista la tuve cuando vi el documental de Juan Sebastián Gutiérrez Ratones Paranoicos que mira a la cámara y dice: todos sabemos que Charly le dedicó casi toda su obra a una sola persona, y ahí mis cables se unieron, puse atención: Juanse mira a la cámara y sigue su relato. Esta persona es muy parecida a Charly, y hablo con alguien y me da la misma pista, y escucho Eiti Leda y la frase cuidado, la loca está cerca, no ves mi capa azul, mi pelo hasta los hombros…

Todo sucedía con la muerte de su supuesta madre, que la llamaba la espía, malhecha, negra sinvergüenza. Sus nervios los calmaba cuando apretaba el acelerador del Fiat, del Taunus, del Sierra. Frenaba por casualidad y su cara era un dibujo del demonio, salpicaba baba, gritaba, robaba en la mercería y salí corriendo, la entregaba a sus alumnos y siempre persistía el descontento. Una, dos veces, tres al año, iban a Córdoba, y todo era más o menos bien, siempre tirante. Beby, su hermana, la supuesta tía de Ella le dijo que era de Libra, del 21 de octubre. Cosas que vuelven, cuando la tormenta amaina y afloran a la conciencia, cuando el trauma se elabora. Ya no es la punta del iceberg, flota la verdad sumergida. Es la masa del recuerdo rozagante con la verdad que fue fraguada una y otra vez. Y el Monstruo le guiña el ojo, el único que tiene, le echa el aliento dulzón. La brisa suave, eterna, mueve la hamaca entre los árboles del monte, ¡con la sagrada rebeldía que jamás será vencida!

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