Lecturas marxistas del peronismo, parte I

Reseña del libro de Silvio Frondizi: La realidad argentina: ensayo de interpretación sociológica. Buenos Aires, Praxis, 1955.

Silvio Frondizi (1907-1974) fue un abogado e intelectual marxista argentino asesinado por la Triple A. Fundó Praxis y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis), agrupación juvenil marxista en que se formaron cuadros revolucionarios activos durante la década del 70.

En el escrito La realidad Argentina entiende que, desde la perspectiva marxista, cuanto mayor es el avance del capitalismo, mayor también es el desarrollo del proceso de socialización de las fuerzas productivas. En este sentido, el autor considera que el capitalismo utiliza la propaganda como un dispositivo que realiza una actividad corruptora de los trabajadores, y especialmente radicado en la burguesía y en las clases medias, promueve en el nivel nacional e internacional el uso de la violencia.

Trasponiendo dicha concepción macro-política marxista, asume que los representantes de la pequeña burguesía argentina no atacan las estructuras propias del capitalismo, como la iglesia o el ejército, dado que suponen la posibilidad de la independencia económica en el marco del orden mundial capitalista hegemónico vigente, sofocando las posibilidades de revolución social que existieran.

Así, entre las condiciones de posibilidad para la emergencia del peronismo, es posible para Frondizi considerar la victoria –en forma de venganza– del viejo conservadurismo oligárquico, que en alianza con el ejército supo desplazar las reformas sociales del yrigoyenismo. El conservadurismo había de utilizar al ejército como un instrumento que garantizara su permanencia en el poder, en tanto la vía democrática no habría de regirse sino a través del fraude.

La escisión interna entre los conservadores, específicamente, a causa de la dicotomía planteada por Castillo y fundada en la creencia de sostener el poder por medio del fraude y de utilizar al ejército como un mero instrumento de garantía, y por otro lado por la emergencia de una nueva burguesía producto del acelerado esquema industrialista nacional, fueron condiciones de posibilidad para que aconteciera el Golpe del 43 que llevaría al poder a los representantes del nuevo poder económico: “Después de algunos titubeos y fracasos, tomó el control de la situación el grupo encabezado por el entonces coronel Juan Perón, quien con clara visión captó rápidamente el doble aspecto de la situación; el peligro y las posibilidades de éxito político que la presión proletaria implicaba en la vida nacional. El rasgo fundamental de la política peronista, inaugurado al poco tiempo de producida la revolución, está dado por su aspiración a desarrollar y canalizar simultáneamente la creciente presión del proletariado en beneficio del grupo dirigente primero y de las clases explotadoras luego. Esta es precisamente toda su historia”.

De acuerdo a Frondizi, el peronismo supone una concepción político-social medievalista, clerical y racista, de la que infiere que la crisis del hombre moderno se debe al abandono de Dios, condenando luego el desarrollo técnico e industrial. Junto con ello, y citando a Lenin, al carácter oscurantista del peronismo añade su dimensión bonapartista: “Se da el nombre de bonapartismo (nombre derivado de los dos emperadores franceses de la dinastía Bonaparte) al gobierno que, esforzándose por aparentar imparcialidad, se aprovecha de la lucha aguda y extrema planteada entre los partidos de los capitalistas y los obreros. Sirviendo en realidad a los capitalistas, ese gobierno engaña más que ningún otro a los obreros, a fuerza de promesas y pequeñas limosnas”.

Frondizi comparte con Abelardo Ramos la concepción de Perón como un líder que hace uso de la demagogia como una herramienta para acrecentar el poder, siendo funcional a las clases burguesas dominantes: también Ramos atribuye al peronismo un carácter medievalista y bonapartista que, en términos marxistas, retiene al país en su carácter semicolonial por impedir el desarrollo industrial y sofocar toda forma genuina de revolución proletaria.

Frondizi además describe el proceso histórico de desarrollo del fascismo como una etapa propia de la dominación capitalista en el que la burguesía hegemónica se apodera del lumpen-proletariado para consumar la apropiación de las estructuras del Estado, utilizando la propaganda proletaria como un dispositivo para permanecer en el poder a través de un discurso nacionalista. Pero, a diferencia de Abelardo Ramos, Frondizi no describe al peronismo como fascista: “La revolución nacional democrático-burguesa sería realizada por primera vez y para ejemplo de las generaciones venideras”, de suerte tal que las condiciones de emergencia del peronismo bonapartista podrían comprenderse debido al interregno entre la caída del poder imperialista inglés en la posguerra y a la todavía no puesta en práctica total del imperialismo norteamericano. Dicha situación fue la que signaría una deficiente presión imperialista como condición de emergencia del peronismo. En palabras de Frondizi: “Para demostrar que el régimen peronista es bonapartista y no fascista, es suficiente con indicar que se apoya en las clases extremas, gran capital y proletariado, mientras la pequeña burguesía y en general la clase media sufren el impacto económico-social de la acción gubernamental”.

No obstante la lógica demagógica del peronismo, según Frondizi, la oposición no había comprendido la naturaleza fundamental del 17 de Octubre ni la gravedad del proceso peronista, sino hasta la tensa posición entre Eva Perón y Estados Unidos, que menguó con su muerte. Así, el peronismo demagógico comenzó a destruir a los partidos políticos como también a la propiedad privada y la juridicidad burguesa: “La sacrosanta Constitución Nacional ha perdido su virginidad”, afirma Frondizi, derivándose luego una pornocracia con una casta económica similar a la de Göring en Alemania.

En resumen, la burocratización y la estatización de la clase obrera concitó la pérdida de su autonomía en la formación de un Estado totalitario beneficiario de la clase burguesa nacional, más toda forma de revolución proletaria había de ser reprimida por el aparato represivo militar del Estado.

 

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