La guerra de Malvinas a través de un folletín diferente

A propósito de la publicación del libro La hermanita perdida de Roberto Retamoso, editado en Rosario por la Cooperativa La Masa-Cadena Informativa, 2022

 

Roberto Retamoso se propuso escribir un folletín, y hay que comenzar diciendo que consiguió acabadamente cubrir todos los aspectos del género. Desde la forma inicial –por entregas, a través de un periódico– hasta su carácter melodramático, el libro que recoge esas grageas transformadas en capítulos llega también al gusto popular a través de una escritura muy simple, detrás de la que se ocultan excelentes decisiones y un trabajo muy fino.

Pero este folletín es bastante especial, porque entre sus personajes principales reconocemos algunos nombres. Inicialmente el de Juan López. Un poco más tarde, el de John Ward, nombres que dan título a un famoso poema borgiano. Sin embargo, este Ward y este López no son los mismos. Mi impresión es que Retamoso los conoce más que el propio Borges. La ficción permite estas cosas.

De Ward, nuestro autor nos dice que estudiaba filología hispánica en Oxford, y de López, que no ignoraba la existencia de Conrad, pero que tampoco le profesaba ningún amor. Al menos no lo amaba más que a Luli, el recuerdo de cuya presencia tanto lo perturba como lo mantiene vivo. Juan López es hijo de desaparecidos, nieto de una madre que, caminando alrededor de la Plaza, devino abuela, y es un conscripto platense que se convierte en el punto por donde cruzan todos los caminos. Este Juan López está atravesado por sensaciones que pendulan violentamente: entre el miedo y el coraje; entre el deseo y la soledad; entre la gratitud y la crítica; entre el mundial y la guerra, como dos formas confusas y contrarias de sentir la patria. Es el conscripto enviado compulsivamente a una guerra de la que de cualquier modo habría participado, si aceptamos que dice que no recuerda haberse opuesto y comprende eso como una forma de consentimiento.

A diferencia del Juan López de Jorge Luis Borges, que es objeto de una fuerza exterior –una época, la historia– este López de Retamoso hace cosas: aguanta el hambre, come, se esconde, recuerda, desobedece, obedece, se esconde de nuevo, se defiende, dispara, se resiste, cede, reza, se orina encima, naturaliza muertes horrorsas para poder seguir vivo, analiza sus taquicardias, dialoga con Dios –o cree que eso hace. Opina sobre la guerra, sobre las tácticas, sobre el armamento, sobre sus jefes, sobre los milicos. Lo hace de una manera sencilla pero informada. Especula sobre los ingleses, sobre los isleños, sobre los norteamericanos y sobre sus propios jefes.

En el folletín no falta ninguno de los elementos que colocan al lector en el lugar físico y tópico de la guerra de Malvinas: las islas, el mar, el frío, el viento, pero también las cartas, los chocolates y sobre todo las estaqueadas, las armas, las balas, los aviones, los misiles, las bombas, los ruidos, el aturdimiento.

La hermanita perdida dialoga bien con el poema de Borges, pero también con el ovejerito de Leónidas Lamborghini en Un amor como pocos, con los Pichiciegos de Fogwill, e incluso con la más onírica de las novelas sobre Malvinas: Las Islas, de Carlos Gamerro. Y lo hace justamente a través de uno de los materiales del cual están hechos los sueños: el desplazamiento. Tengo la impresión de que esa es la palabra, la acción y el logro clave de este folletín que no traiciona, porque avisa sobre la íntima relación que existe entre los sueños y la verdad, entre la patria y los vientres, y también entre los diminutivos de una hermana y de un nombre propio, que es el de María Eva.

También hay desplazamientos –que, según me confiesa el autor después de escuchar este texto, son completamente obra de su inconsciente– con el número “121” –que más dice para los rosarinos que para los combatientes de Malvinas– y con esos dos conscriptos jujeños que bien podrían ser Oviedo y Oliva –combatieron y murieron en Darwin el 28 de mayo– pero, palabra de Retamoso, no lo son.

El folletín tiene “personajes principales”, y son más que dos. Elijo callar deliberadamente alrededor de uno que es muy importante, para invitar a su descubrimiento. Borges escribió “las cosas podrían haber sido distintas”. Ojalá algunas de las voces que leyeron para él le acercaran el relato de este folletín, donde muchos potenciales se concretan y donde del desplazamiento no se salva ni Judas.

 

Darío G. Barriera es investigador principal (ISHIR-CONICET) y director del Programa Malvinas y Atlántico Sur de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.

 

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