Tecnologías para el Desarrollo Inclusivo y Sustentable: propuestas y desafíos

Comisión de Ciencia y Tecnología del Instituto Patria | 

En el mundo actual, la tecnología y la innovación tecnológica, así como también el conocimiento científico ligado a ello, representan un capital en la medida que son esenciales para el desarrollo de las economías y de las sociedades, mejorando la calidad de vida de la población, posibilitando y democratizando accesos y usos equitativos y sostenibles de bienes, mejorando y ampliando los procesos decisorios, generando nuevos derechos, entre otros.

En un amplio sentido, el acceso a las tecnologías y a las innovaciones tecnológicas forman parte de la distribución de la riqueza. Así pues, la relevancia política de traer al centro del debate el tema de Políticas de Tecnologías para el Desarrollo Inclusivo y Sustentable (TeDIS) es la de profundizar la discusión sobre la distribución de la riqueza en Argentina y, con ello, la ampliación de derechos y la democratización de oportunidades de desarrollo hacia una sociedad más justa.

Desde la comisión de Ciencia y Tecnología del Instituto Patria compartimos aquí algunas nociones centrales y lineamientos proyectivos trabajados de manera interdisciplinaria a lo largo del año 2022, a fin de acercar ideas, abrir el debate sobre las TeDIS y contribuir a la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

 

¿Qué son las TeDIS y en qué radica su relevancia política, económica y social?

Tanto las políticas de TeDIS, como su lugar central en el debate de la distribución de la riqueza y su concepción como política de Estado de Sistemas Tecnológicos Sociales, se sustentan, por un lado, en la concepción de que no existe una ciencia neutral: ciencia y aplicación van juntas, la ciencia parte de la formulación de problemas y “un problema no tiene verdad ni valor: solo importancia” (Varsavsky, 1975: 45); y por otro lado, en el concepto de estilo tecnológico introducido originalmente por (Varsavsky, 2013 [1974]: 75) y definido por el autor como “un conjunto de características cualitativas generales, comunes a todas las ramas de la tecnología (y la ciencia), deseables porque son directamente deducibles de los objetivos nacionales, y prácticas, en el sentido que ayudan a tomar decisiones pues no son compatibles con cualquier propuesta”. La definición del estilo tecnológico de una sociedad determina lo que se produce, cómo se produce y cómo se distribuye en la sociedad el resultado de la producción. En palabras de Amílcar Herrera, “el producto final de la investigación aplicada es el invento, definido como el establecimiento o la postulación de la factibilidad técnica de un producto o proceso nuevo o mejor. Para convertir el invento en una innovación tecnológica, es decir, para incorporarlo al sistema de producción, es necesario realizar estudios de factibilidad económica y técnica que suponen construcción de prototipos y plantas pilotos, determinación de insumos, evaluación de mercado, etcétera. Esta es la fase de desarrollo, cuyo producto final –un nuevo producto o un nuevo proceso de producción– denominamos en forma genérica tecnología” (Herrera, 2015 [1970]: 158). En este sentido, el paso de la integración de la tecnología para la inclusión social es la vuelta de la inversión estatal en I+D al conjunto de la sociedad y, por lo tanto, representa un modo en que la riqueza generada se distribuye democráticamente a través del acceso al conocimiento materializado en el acceso a la tecnología.

Atendiendo a las características federales y pluriculturales de la Argentina, proponemos que parte del conjunto de las estrategias para llevar a cabo el estilo tecnológico debe ser la construcción de un Estado que logre sintetizar materialmente –en el conjunto de relaciones sociales, en la trama productiva, en sus políticas y en sus prácticas– los distintos modos de organización que conviven en la sociedad argentina. Pensado el Estado como una “cotidiana trama social entre gobernantes y gobernados, en la que todos, con distintos niveles de influencia, eficacia y decisión, intervienen en torno a la definición de lo público, lo común, lo colectivo y lo universal” (García Linera, 2015: 44), la importancia estratégica de fortalecer el Estado en cuanto a representatividad social radica en la posibilidad de combatir y desarmar la resistencia de parte de los grandes poderes económicos nacionales que se constituyeron como tales bajo un modelo monocultural que aún reproducimos –modelo que se asienta sobre aspectos materiales y simbólicos. En síntesis, el modelo de Estado y el estilo tecnológico que el Proyecto Nacional se propone llevar a cabo deben estar atravesados en su propia trama constitutiva por la diversidad de los medios de producción, cultural y lingüística.

La economista Mariana Mazzucato hace aportes significativos en el sentido que venimos planteando. Afirma que, para lograr el crecimiento inclusivo, el desarrollo sostenible y la prosperidad compartida en los países de América Latina y el Caribe, hay que analizar tanto las tazas de crecimiento como su distribución, y replantear el papel del Estado, no como reparador de las fallas de mercado, sino como configurador capaz, competente y seguro del mercado. Se trata de pasar de un modelo de redistribución a uno de predistribución en el que se socialicen tanto los riesgos como los beneficios (Mazzucato, 2022: 6, 83). La propuesta de la autora de la predistribución está dirigida a evitar la desigualdad ex ante y plantea que los fondos que fluyen del Estado a las empresas privadas –hoy sin contraprestaciones– lo hagan a cambio de acciones de las empresas, con lo que el Estado dispondría de entradas asociadas a las ganancias de esas compañías, y sobre todo podría ejercer su poder en su dirección. El Estado, como integrante de los directorios de las principales empresas, garantizaría que las ganancias sean utilizadas para mejorar los ingresos de los trabajadores, de los jubilados, del sistema público de salud y la educación pública, del desarrollo local de la ciencia y la tecnología, y de la producción autónoma de tecnologías, en lugar de irse por la canaleta de maniobras especulativas –como la recompra de acciones o la triangulación del comercio inter-empresas. En Argentina, las empresas estatales o controladas por el Estado, como YPF, INVAP y NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina) son claros ejemplos del rol del Estado como un excelente administrador –para ampliar sobre el tema, véase Dvorkin (2023).

Las políticas de Estado, entonces, terminan definiendo esa distribución de la riqueza, y parte de ella lo constituye, en un sentido amplio, el acceso a las tecnologías y a las innovaciones tecnológicas.

La base para el desarrollo inclusivo con Políticas de TeDIS como política de Estado es el modelo de interacciones conocido como “el triángulo de Sábato” y definido como las interrelaciones recíprocas entre tres vértices: gobierno, infraestructura científico-tecnológica y estructura productiva. Es decir, la interacción entre la estructura política –que define la orientación de las políticas públicas y las prioridades, y sirve de apoyo–, la infraestructura científico-tecnológica –universidades y centros I+D– y la estructura productiva –empresas, entramado productivo– (Sábato y Botana, 2011 [1975]).

En ambos casos, en el modelo del triángulo de interacciones y en el despliegue de políticas de TeDIS, el Estado ocupa un rol primordial. Es importante aclarar que el modelo de Estado que postulamos es el que algunos autores denominan “Regreso al Futuro”.[1] Este modelo se caracteriza por resaltar el carácter fundamental de la intervención estatal, recuperando y remozando herramientas y análisis keynesianos y marxistas en la tarea de reconstruir un programa que represente los intereses de los sectores populares. Básicamente, define dos dimensiones de análisis: una remite al Patrón de Intervención, es decir, a la forma en que el Estado juega en el entramado de las relaciones de poder, incluyendo su rol en el modelo de desarrollo y la estrategia de inserción del sector público en los procesos sociales, políticos y productivos; y la otra remite al Modelo de Gestión que refiere a la Administración Pública, a valores, instrumentos, dispositivos y estructura organizacional que se fomentan en el marco de un patrón de intervención específico (Cao et al., 2019).

La desigualdad social y el abandono de las clases menos favorecidas no son la consecuencia directa del atraso científico y tecnológico. Al contrario, la ciencia y la tecnología existentes en este momento pueden resolver estos problemas satisfactoriamente si hay voluntad y determinación política. Además, por tratarse de problemas sistémicos es preciso abandonar las concepciones lineales ligadas a la provisión de soluciones puntuales. La integración de un artefacto o sistema en un escenario y momento determinados es solo una parte constitutiva de una serie de transformaciones en todos los elementos –sociales, cognitivos, políticos, culturales, económicos y ambientales– que interactúan.

Es necesario pensar en términos de Sistemas Tecnológicos Sociales antes que en soluciones tecnológicas puntuales. Los Sistemas Tecnológicos Sociales son sistemas heterogéneos de actores, artefactos y comunidades, orientados a la generación de dinámicas de inclusión social y económica y a la democratización y el desarrollo sustentable para el conjunto de la sociedad (Thomas et al., 2015). En este marco, las TeDIS constituyen una pieza clave, en tanto pueden operar como generadoras de capacidades para la resolución de problemas sistémicos.

Las TeDIS alcanzan un amplio abanico de producciones de tecnologías de producto, proceso y organización, y se caracterizan por promover la generación distribuida y equitativa de beneficios, la participación de las usuarias y usuarios en el diseño e implementación, los aprendizajes colectivos, la adecuación a condiciones locales y el control socializado de los artefactos, procesos o conocimientos generados.

En suma, los Sistemas Tecnológicos Sociales constituyen modos de organización estatal para el acceso a las tecnologías en todas sus dimensiones –materiales, sociales, culturales, cognitivas, simbólicas– con base en la articulación triangular –gobierno, infraestructura científico-tecnológica, estructura productiva– y en un estilo tecnológico de sociedad orientada al desarrollo inclusivo. Su relevancia política fundamental radica en que el acceso a las tecnologías forma parte de la discusión por la distribución de la riqueza: una democratización material que permite un desarrollo más justo y equitativo.

Identificación de la demanda y de la oportunidad

El diseño de políticas de TeDIS debe contemplar una planificación estratégica para la identificación de la demanda en territorio de manera permanente y adecuada a las idiosincrasias de cada sector, así como también al ámbito de aplicación. Asimismo, deben considerarse situaciones en las que la demanda no está explícitamente formulada, pero los organismos intervinientes pueden reconocer la oportunidad de incorporación de TeDIS. En estos casos, será necesario diseñar un mecanismo de relevamiento y diagnóstico y promover el acercamiento a posibles adoptantes.

Las políticas de TeDIS deben ser inherentemente federales, en tanto se conciben como sistémicas y transversales con respecto a las economías, a los diversos sectores sociales y a la diversidad de contextos geográficos, sociales y culturales del país. La creación de Consejos Consultivos como espacios de participación directa de la sociedad civil y de vinculación con decisoras y decisores de políticas es importante para el diseño y la implementación de estrategias de relevamiento y diagnóstico de problemas, demandas y oportunidades de las diversas realidades.

Experiencias previas muestran que tanto el uso de encuestas como la articulación multiactoral –sector estatal, sector privado, organizaciones sociales, ONGs y sector científico– focalizados en áreas-problema transversales son eficaces para la detección de necesidades y registro de demandas. Asimismo, se conoce el virtuosismo de articular la investigación científica con la aplicación y el desarrollo de tecnología, tanto en el relevamiento de necesidades o demandas, como en el diseño y la ejecución de políticas.

En este punto, es importante destacar la importancia de las universidades, no sólo por su rol de formadoras de profesionales para nutrir el sistema de ciencia, tecnología e innovación de la Nación, sino también por su característica de institución federal. La extensión universitaria puede constituir un importante eslabón que comunique a la universidad con las demandas y las necesidades populares, desde donde se promueva y concrete el intercambio con la sociedad. Una de las mayores virtudes de las TeDIS es la dialéctica, la capacidad de incorporar el conocimiento sobre –y los conocimientos de– sus destinatarias y destinatarios.

Sostenibilidad

Las políticas públicas de TeDIS deberían contemplar mecanismos y estrategias que garanticen su continuidad en el tiempo, asegurando que no se verán interrumpidas antes de cumplir con los objetivos planteados. Arancibia Gutiérrez (2017) señala la relevancia de la dimensión política y la manera en que la actuación del Estado depende de los distintos modelos o paradigmas, productos de un juego político que envuelve la disputa entre actores motivados por una diversidad de valores, intereses y expectativas. Las experiencias de TeDIS en Latinoamérica deben analizarse a la luz del juego político que les dio origen, identificando a los actores que participaron en los procesos decisorios y que determinaron sus características generales y su condición marginal frente al paradigma vigente.

No hay modo de que políticas de TeDIS se formulen, se implementen y se sostengan en el tiempo si no se tiene en cuenta la relevancia de la dimensión política que esta área de desarrollo posee. La importancia de establecer las políticas de TeDIS como política de Estado radica en la redefinición de programas –públicos o privados– alineando la agenda de cada sector con la agenda tecnológica del Estado establecida por el gobierno.

Las políticas públicas de TeDIS, además, deberían atender a la base del conocimiento sobre el cual se elaboran y se ejecutan. La noción de saberes socialmente productivos (Puiggrós, 2008, en González-Gaudiano, 2008) permite repensar el abordaje del diseño de estas políticas y su ejecución, incorporando el concepto ancestral de la relación entre educación y trabajo. Con esto se ponen en valor los saberes populares con la diversidad cultural y lingüística que los caracteriza; se crean y establecen nuevas formas de diálogo e interacción entre esos saberes y las comunidades que los practican; se potencian las posibilidades de innovación, producción y socialización de saberes; y se fortalecen la articulación y la interrelación entre pueblos y grupos sociales diversos, creando un entramado social complejo y potente precisamente gracias a su diversidad.

Incorporar saberes ancestrales y populares al diseño de las TeDIS es una forma de abrir la participación de la sociedad, y a la vez de darle formas identitarias adecuadas a cada sector y zona geográfica, esencial para la sostenibilidad de las TeDIS. Además, esta metodología contribuiría a transformar, desde prácticas estatales, las representaciones sobre nuestra sociedad, asumida en el imaginario colectivo como una sociedad blanca descendiente de inmigrantes, reproduciendo la construcción simbólica colonialista. El Estado, en sus representantes, políticas y prácticas, debe estar atravesado por ese entramado caracterizado por la diversidad social, lingüística y cultural para tener capacidad transformadora real.

La apropiación de las políticas públicas de TeDIS por parte de la sociedad debería ser uno de los recursos políticos más valiosos para la sostenibilidad. La eliminación de estas políticas solo tendrá un costo político en la medida que la sociedad y la pluralidad de actores intervinientes las defienda con participación colectiva y desde las bases, asumiendo que el acceso a las tecnologías y a las innovaciones tecnológicas es un derecho que el Estado debe garantizar.

Consideraciones sobre sectores y áreas de aplicación

¿Es posible que las TeDIS –espíritu, características– impregnen y redireccionen el sentido de las tecnologías tradicionales o convencionales? No se trata de seguir abonando una bifurcación u oposición entre la tecnología destinada a grandes proyectos nacionales –que por su envergadura son capaces de liderar procesos de desarrollo como locomotoras que traccionan al conjunto– y las tecnologías inclusivas para proyectos de economía social y solidaria. Proponemos trazar una diagonal que vincule las múltiples dimensiones, ámbitos y sectores para confluir en un eje político común direccionado al desarrollo inclusivo, democrático, equitativo y sustentable. Las TeDIS deberían apuntar al desarrollo del conjunto de manera transversal, tanto para igualar asimetrías sociales como para incrementar el crecimiento y el desarrollo sistémico en general.

Posibles dificultades en la implementación

A fin de anticipar posibles problemáticas que puedan surgir en el territorio, es necesario analizar el proceso de diseño e implementación de tecnologías, teniendo en cuenta algunos elementos que permiten explicar el funcionamiento o, por el contrario, el no funcionamiento de una tecnología (Thomas et al., 2015: 32): a) aspectos políticos e institucionales: identificación del problema y construcción de posibles vías de solución –intergubernamentales, interinstitucionales, comunidades, actores relevantes–; b) aspectos socio-institucionales: generación de espacios locales para la toma de decisiones, administración, mantenimiento, gestión comunitaria y evolutiva; c) aspectos socioculturales: sus destinatarios y destinatarias consideran las tecnologías como propias, se constituyen lazos de confianza comunitarias y con el Estado; y d) aspectos tecno-cognitivos: las soluciones a los problemas incluyen las propuestas de sus usuarias y usuarios. También resulta crucial recurrir a la información que pueda brindar el análisis de experiencias previas y elaborar un registro y sistematización, tanto de las dificultades como de las formas de resolución.

Es muy importante tener en cuenta que el problema de acceso a la tecnología no se resuelve únicamente con la entrega o distribución gratuita de dispositivos, maquinaria o conexión. Es necesario concebir la brecha tecnológica –digital u otras– como un problema complejo que tiene, al menos, cuatro dimensiones: a) una de orden mental-emocional, relacionada con la falta de interés o rechazo a nuevas tecnologías; b) otra de orden material, concerniente a la falta concreta de dispositivos, maquinarias, software, conexión; c) otra vinculada a las habilidades o conocimientos necesarios, en cuya base se encuentra la escasez de formación, soporte social o uso insuficiente de las tecnologías; y d) una dimensión que se enlaza  con la falta de oportunidad de darle a la tecnología un uso significativo. A estas cuatro dimensiones propuestas por Van Dijk y Hacker (2000) consideramos importante añadir una quinta de orden cultural –no necesariamente étnico– vinculada a la falta de integración de las tecnologías a las prácticas cotidianas, personales, sociales y laborales, de modo tal que la incorporación de una nueva tecnología o un nuevo artefacto a las prácticas individuales y sociales representan un cambio cultural.

Para finalizar, en lo que hace específicamente a la ejecución de políticas nacionales, provinciales o municipales, Chudnovsky (2017: 36) advierte que las burocracias estatales están organizacionalmente diseñadas para tratar a todas las personas por igual. Sin embargo, en la práctica, discriminan a las más desfavorecidas, pues presuponen por parte de los diferentes sujetos sociales capacidades para obtener y entender la información, llevar adelante procedimientos administrativos complejos, poseer documentación personal, e-mail, cuenta bancaria, etcétera. El diseño de políticas públicas no sólo debe ser técnicamente viable. Debe llegar a todos sus destinatarios y destinatarias, asegurándose de no expulsar a quienes tienen dificultades para interactuar con el aparato estatal. Es importante bajar las barreras de acceso al Estado, diseñando, en el corto plazo, instancias que acompañen a los más desfavorecidos a “navegar” la burocracia, y en el mediano y largo plazo resolviendo las disfuncionalidades burocráticas.

Para finalizar, considerando la importancia de las experiencias previas en implementación de TeDIS para nuevas propuestas, hemos recuperado varias que –por razones de espacio– no incluimos aquí, pero pueden consultarse en el documento original. Estas son muy valiosas e instructivas para pensar en innovaciones sobre el tema desde distintos ámbitos y niveles.

Referencias

Arancibia Gutiérrez E (2017): “Ciencia, Tecnología e Innovación para la Inclusión Social: Un análisis de las experiencias de políticas públicas en América Latina”. Revista Administración Pública y Sociedad, 4, 8-35.

Cao H, en colaboración con G Blutman y equipo del CIAP/FCE/UBA (2019): El futuro del Estado en la Argentina. Escenarios en disputa hacia el año 2030. Buenos Aires, EDICON, Consejo Profesional de Ciencias Económicas.

Chudnovsky M (2017): “Navegar el Estado sin zozobrar en el intento”. En 100 políticas para la Argentina del 2030. www.argentina.gob.ar/sites/default/files/libro100politicaspdf.pdf.

Comisión de Ciencia y Tecnología del Instituto Patria (2022): Tecnologías para el Desarrollo Inclusivo y Sustentable. Documento conceptual propositivo. Buenos Aires, Instituto Patria. https://www.institutopatria.com.ar

Dvorkin E (2023): “La predistribución. Un Estado empresario para una mayor igualdad social”. El cohete a la luna, 12 de marzo.

García Linera Á (2015): Socialismo comunitario. Un horizonte de época. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes.

González-Gaudiano J (2008): Los saberes socialmente productivos: Entrevista a Adriana Puiggrós. Veracruz, Universidad Veracruzana.

Herrera A (2015 [1970]): Ciencia y política en América Latina. Buenos Aires, Biblioteca Nacional.

Mazzucato M (2022): Cambio transformacional en América Latina y el Caribe: un enfoque de política orientada por misiones. Santiago, CEPAL.

Sábato J y N Botana (2011 [1975]): “La ciencia y la tecnología en el desarrollo futuro de América latina”. En El pensamiento latinoamericano en la problemática ciencia-tecnología-desarrollo-dependencia. Buenos Aires, Biblioteca Nacional.

Thomas H et al. (2015): Tecnología y Desarrollo. ¿Qué son las tecnologías para la inclusión social? Buenos Aires, Red de Tecnologías para la Inclusión Social Argentina. http://www.iec.unq.edu.ar

Van Dijk J y K Hacker (2000): “The digital divide as a complex and dynamic phenomen”. Ponencia presentada en la 50th Conference of the International Communication Association. Acapulco, junio. https://web.nmsu.edu

Varsavsky O (1975): Ideología y verdad, Ciencia e ideología. Aportes polémicos. Buenos Aires, Ciencia Nueva.

Varsavsky O (2013 [1974]): Estilos Tecnológicos. Propuestas para la selección de tecnologías bajo racionalidad socialista. Buenos Aires, Biblioteca Nacional.

[1] El nombre alude al hecho de que la centralidad del Estado en la vida social fue un fenómeno ya conocido en el siglo XX. El oxímoron del nombre refiere a esta vuelta que ya no es al pasado, aunque lo parezca: no se puede volver al pasado, por una parte y, por otra, es posible aprender de la historia.

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