Elecciones de 2023: ¿dinamitarlo todo o una Nación para todos y todas?

Falta muy pocos meses para las elecciones nacionales en la Argentina. La coalición gobernante –el Frente de Todos– está enfrascada en un conjunto de internas que han impedido –a poco por celebrarse las PASO– que haya aún definiciones con respecto a quienes serán los candidatos y las candidatas. La situación se agrava –además– por la virtual proscripción vía lawfare de la única candidata –la expresidenta y actual vicepresidenta Cristina Kirchner– que podría “ordenar” con su candidatura la actualmente desordenada interna del Frente que gobierna.

Pero no es sólo una cuestión de “roscas” políticas o internas más o menos desatadas. El obstáculo último es cómo organizar una propuesta electoral popular y democrática capaz de batallar exitosamente con la emergencia de una derecha que se desplaza sin vergüenzas hacia la ultraderecha. Hay –nos parece– quizás una cierta imposibilidad –en buena parte del campo nacional y popular– de comprender que esta elección de 2023 no es una elección más. Lo que está en juego en este 2023 es la existencia misma de la República Argentina como nación autónoma; de un modelo de Estado que todavía persiste como garante de cierto bien común; y, en definitiva, está en juego la existencia de una sociedad entendida como parte de un destino común, o el pasaje a una factoría sin Estado y a una República nominal sin Proyecto Nacional.

Hay, en este sentido, necesidad de calibrar con mayor precisión la naturaleza del adversario electoral –el Frente de Derechas que se llama Cambiemos-Pro y Libertarios– y sus objetivos políticos –que son los de la elite del poder real argentino. Digámoslo rápidamente: a la actual elite del poder económico argentino le molesta la existencia misma de una Nación Argentina y sus instituciones –comenzando, naturalmente por el Estado. Debemos ser muy claros en esto: la elite económica del poder real en la Argentina no es ni liberal ni neoliberal: ha optado y se ha desplazado como resultado de décadas de neoliberalismo hacia el neofascismo del capitalismo salvaje, que no tiene ningún otro proyecto que la maximización de la ganancia, desprovisto de cualquier otra consideración. Se dicen liberales y rememoran la “edad de oro” de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX –hasta que llegó ese mal absoluto del peronismo. Pero no son ni remotamente liberales y están lejos, muy lejos, de la construcción de una Nación, aun con los parámetros de la elite tradicional del mitrismo y el roquismo.

Repasemos algunos datos o procesos de aquella elite terrateniente de principios del siglo XX: es la que propuso la construcción de un sistema educativo primario obligatorio, público, estatal y laico. Todos sabemos que esto era necesario para “argentinizar” al aluvión inmigratorio. Pero, aun así, la extensión que alcanzó ese modelo de educación estatal laica transformó a la Argentina en el país más alfabetizado de ese entonces. La propuesta actual de Cambiemos Pro-Libertarios es exactamente la opuesta: destruir y en lo posible eliminar el sistema público de educación en todos sus niveles y abogar por una educación paga para quienes puedan pagarla. ¿Qué hacer con quienes no puedan? Nada, que permanezcan en el analfabetismo.

Lo mismo podríamos señalar con respecto a la Salud Pública: el proyecto de nación agroexportadora de le elite liberal generó las primeras instituciones público-estatales –a fines del siglo XIX y principios del XX– de atención de la salud. Más allá o más acá de sus objetivos y su sentido –con una fuerte presencia de las teorías socialdarwinistas e higienistas– la semilla de un sistema público de Salud fue establecida. ¿Cuál es la propuesta de Salud del neofascismo Cambiemos Pro-libertarios? La destrucción y desaparición del sistema de salud pública y su reemplazo por un sistema totalmente privatizado, en donde el acceso a la Salud corra la misma suerte que la de la educación pública.

El proyecto liberal de fines del siglo XIX promovía la inmigración –europea, eso sí– con el objetivo de adquirir una mano de obra “ya formada” –al decir de Alberdi– que laborara los campos para beneficio de la elite terrateniente. Que ese objetivo se cumpliera parcialmente –buena parte de los y las inmigrantes no accedieron a la tierra y se instalaron en las ciudades, o retornaron a Europa– no quita el hecho de que el proyecto liberal desarrollara un conjunto de instituciones que garantizarían la inclusión de millones de inmigrantes a la vida social y económica –y más lentamente a la vida política– de la Nación Argentina. ¿Cuál es la propuesta del neofascismo Cambiemos Pro-Libertario? Exactamente la opuesta: el desmantelamiento de las ventajas que pudieran tener los y las inmigrantes, su persecución y expulsión. Aún más, escuchamos propuestas que animan a las y los jóvenes argentinos a emigrar y buscar una vida fuera del país.

Es cierto que el modelo liberal de fines del siglo XIX contrajo una deuda externa que pesó sobre las espaldas del pueblo argentino hasta el primer peronismo. Pero, aún así, con parte de esa deuda –que servía para evitar cobrarle impuestos a la misma elite– se construyó toda una infraestructura que en muchos casos aún persiste: vías férreas, rutas, puertos, correo, telégrafos, edificios públicos monumentales. Que buena parte de esa infraestructura estuviera en manos inglesas forma parte del caracter neocolonial de aquellos liberales. Pero la infraestructura pervivió. ¿Qué propone el neofascismo Cambiemos Pro-libertario en materia de deuda externa? Lisa y llanamente la fuga descarada y completa del recurso financiero. Con cincuenta mil millones de dólares no pudieron construir una sola obra pública en el período 2015-2019. El destino de la deuda son las cuevas fiscales, no la construcción. Los propios líderes de la nueva alianza neofascista tienen su dinero ostensiblemente en el exterior.

Aun con relación al aparato cultural, aquellos liberales anglófilos y afrancesados de la colonia británica promovieron la fundación de periódicos o la construcción de teatros –cuya muestra más acabada es el Teatro Colón–, generando además expresiones musicales, literarias y científicas que aún en su formato eurocéntrico y elitista no carecían de valor artístico-cultural. La elite neofascista actual, por el contrario, es de una brutalidad cultural y una infertilidad artística notable. Su propuesta cultural se limita al consumo de bienes suntuarios en Miami o Nueva York. Para todo lo demás, en materia cultural, la receta es hacer negocios y, si no es posible, recortar el “gasto” en bienes culturales.

¿Cómo explicar las diferencias entre aquella elite liberal de fines del siglo XIX y principios del XX con la elite neofascista argentina actual que se cree liberal y heredera de aquella? Podríamos señalar que las diferencias son tan profundas como divergentes sus proyectos: la elite terrateniente anglófila de fines del siglo XIX –el proyecto roquista– era la construcción de un país tutelado por Gran Bretaña. La Argentina –aunque nunca fuera dicho– sería una colonia próspera y progresista bajo el ala del imperio británico. Una colonia próspera y poderosa, con un modelo estatal e institucional de las naciones “civilizadas” de la época.

¿Cuál es la propuesta de la derecha neofascista del frente Cambiemos Pro- Libertarios? La destrucción de la “colonia próspera” y su reemplazo por una factoría desarticulada, basada en la libre circulación de los principales bienes del territorio argentino en manos del capital, sin recaudación impositiva, sin Estado Nación y sin necesidad de dar respuesta a ninguna demanda que no sea garantizar la rentabilidad creciente del poder económico real –argentino y transnacional. Ni siquiera una colonia con sus símbolos nacionales, su gobierno y su Estado, sino una simple factoría, en donde la articulación con el proceso de universalización se dé exclusivamente por la capacidad exportadora de bienes agrícolas y mineros en manos de unos pocos. Si los niveles de pobreza alcanzan hoy el 40% de la población. ¿Qué podemos esperar de un modelo de factoría transnacionalizada? Un territorio con los recursos en manos extranjeras, con una población mayoritariamente en la pobreza y la indigencia, y un Estado desarticulado y vaciado de toda actividad que no sea favorecer al gran capital.

Creemos que esta es la verdadera batalla de las elecciones de este 2023: no es el retorno del liberalismo o el neoliberalismo de los 90 –como quizás les guste autoproclamarse a los referentes del neofascimo actual. La naturaleza de la ultraderecha neofascista actual de la Argentina es un fenómeno nuevo. Su objetivo final no requiere de la existencia de una Nación y su Estado. Tampoco de la existencia de 46 millones de ciudadanas y ciudadanos incluidos. En este proyecto de neofactoría “sobran” 40 millones de personas.

No estamos frente a una “elección más”, sino a una encrucijada que puede definir la existencia misma de nuestra Nación a futuro. Tan serio como eso.

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