El desarrollo argentino hoy: pensando las necesidades electorales y las del mañana

El gran ocultamiento

Resulta fundamental analizar el grado de desarrollo socioeconómico de nuestro país y las limitantes que lo obstaculizan, en especial cuando, alentado por los medios de las empresas concentradas, parece existir un consenso bastante generalizado sobre el desaprovechamiento de nuestras potencialidades.

También parece existir consenso respecto de esas potencialidades. Argentina dispone de un extenso territorio, con una diversidad de climas que permiten el cultivo, la pesca y la cría con un nivel de producción excedentaria de alimentos suficiente para abastecer a más del séxtuple de nuestra población actual; cuenta además con enormes riquezas naturales que permiten abastecer a cualquier tipo de industria y exportar energía, minerales y manufacturas al resto del mundo; y por si esto fuera poco, dispone de numerosos y muy diversos paisajes y atractivos naturales que atraen al turismo internacional. Nuestra población, con niveles educativos y sanitarios comparables a los de países desarrollados, se caracteriza además por una excelente capacidad científica y tecnológica, como lo demuestran, entre otros, los desarrollos de avanzada en materia nuclear, satelital, biotecnológica y de la salud.

A la hora de explicar los problemas que impiden alcanzar un nivel de desarrollo acorde con nuestras potencialidades, desde todos los sectores políticos una gran mayoría señala a la inflación como la madre de todos nuestros males. Los poderes empresariales, los políticos conservadores y neoliberales, con el respaldo de sus economistas, consultoras y medios de comunicación, agregan y machacan cotidianamente con los problemas que originan la presión impositiva, los costos laborales y la inseguridad jurídica. Los reclamos del poder económico ocultan las ventajas que lo favorecen: la inflación como herramienta permanente de reducción del salario real; un régimen impositivo que es de igual o menor presión al de los países más desarrollados, pero cuya estructura penaliza a los consumidores y beneficia a las empresas y a los más ricos; un sistema financiero y jurídico que privilegia al capital especulativo y a las empresas, en especial las extranjeras y las actividades extractivas que no generan mayores oportunidades de trabajo; y todo ello complementado con un Poder Judicial que opera a su servicio y que pese a lo declamado constituye una real garantía de seguridad jurídica.

Esos reclamos y su cotidiana reiteración ocultan la causa primera y principal de nuestro decepcionante nivel de desarrollo, que ya lleva demasiados años sin demostrar una movilidad social ascendente, causa que radica en la muy elevada informalidad económica y laboral que caracteriza a nuestro país. Una economía, un empleo y un nivel de exportaciones en negro del orden del 30% o más del total nacional, no solamente dan origen a las restricciones presupuestarias del Estado nacional, de disponibilidad de las divisas y de financiamiento de obras públicas necesarias para el desarrollo y las prestaciones sociales en materia de educación, salud y jubilaciones, sino que a su vez esa informalidad distrae fondos para el pago de la deuda externa, incrementa la pobreza, reduce la demanda de bienes y da origen a una enorme fuga de divisas que alimenta a la inflación. La informalidad es una de las razones de los desequilibrios que muestra nuestra economía que repercuten en la desigualdad social y en la asignación de recursos necesarios para accionar en modo efectivo en favor de una justa distribución de la riqueza.

Pese a todas las evidencias, la informalidad no ocupa el lugar que corresponde, tanto a la hora de diagnosticar nuestros problemas, como a la hora de establecer los objetivos nacionales. Urge corregir el ocultamiento de esta problemática como un primer paso para resolver este indiscutible e incomprensible desvío.

 

Las grandes disparidades

El ocultamiento de la informalidad no es lo único que explica un grado de desarrollo inferior a nuestras posibilidades: pese al declamado federalismo, también existe escasa visibilidad pública y muy poca conciencia sobre las disparidades regionales que existen, tanto en materia de concentración poblacional y económica, como con relación a sus consecuencias sobre los niveles de desempleo, pobreza e indigencia. En el entendimiento que el análisis de esas disparidades debería contribuir al diseño de propuestas para nuestra campaña electoral, así como como programas de desarrollo para el próximo gobierno, en lo que sigue se trata de poner en evidencia cuál es la distribución regional de las poblaciones y de sus economías; cuáles son las actividades que en cada región realizan los mayores aportes al desarrollo, tanto en términos económicos, como en relación a su capacidad de generar empleo y contribuir al incremento de las exportaciones; y cuáles son las resultantes sociales.

La recopilación de información económica cuantitativa empleada para el análisis es la informada por la Subsecretaría de Programación Regional y Sectorial del Ministerio de Economía, que comprende el Valor Agregado Bruto, medido en pesos constantes de 2018, y el empleo, en cantidad de personas empleadas para el total país y para cada provincia. A su vez, el nivel de exportaciones, medido en dólares estadounidenses, y los indicadores de desempleo, pobreza e indigencia y demás indicadores de calidad de vida, corresponden a los publicados por el INDEC. La información de nivel provincial fue agrupada según las cinco regiones de nuestro país: la región Centro, que comprende a la CABA y a las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos; la región NEA, que incluye las provincias de Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa; la región NOA que abarca las provincias de Santiago del Estero, Salta, Tucumán, La Rioja, Catamarca y Jujuy; la región Cuyo, integrada por las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis; y la región Patagonia, que comprende a las provincias de Neuquén, Chubut, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Esta distribución no da cuenta de las importantes diferencias económicas y sociales que exhiben la CABA, el gran Buenos Aires, el gran Rosario y el gran Córdoba con el resto de la región Centro, cuestión que deberá ser tomada en consideración y que convendría ampliar lo antes posible.

Los principales indicadores corresponden al período 2021 y las variaciones se tomaron con relación a 2020, ya que los cambios producidos entre esos años son de un nivel muy significativo a causa de la recuperación económica post pandemia, lo que las hace de especial interés para analizar las relaciones entre las variaciones del VAB, el empleo, las exportaciones y la evolución de pobreza, indigencia y demás indicadores de calidad de vida. El análisis y las conclusiones que siguen deberían ser confirmadas mediante el análisis de series de tiempo más largas.

 

Los números y sus primeros significados

Comparar toda esta gran cantidad de números no es tarea sencilla. Después de considerar diferentes alternativas y para facilitar el análisis, finalmente se optó por agrupar los datos en dos cuadros, el primero referido a los indicadores generales y el segundo demostrativo de los aportes realizados por cada agrupamiento productivo al desarrollo productivo en cada región. En el Cuadro 1 (ver al final) se muestran los totales nacionales y regionales de la población, el Valor Agregado Bruto (VAB) del año 2021, la cantidad total de empleo y las exportaciones, así como la contribución de cada región a los totales nacionales. Se agregan además los valores del VAB 2021 por habitante, los aumentos interanuales entre 2020 y 2021 del VAB, del empleo y de las exportaciones, comparando para cada una de esas variables su aumento o disminución con relación al promedio nacional. También se incluyen los porcentajes nacionales y regionales de pobreza, indigencia, desempleo y población sin agua corriente, completando los indicadores con el ingreso medio en pesos; para cada uno de esos indicadores también se muestra para cada una de esas variables su aumento o disminución con relación al promedio nacional. Los valores de Cuadro 1 destacan la enorme concentración existente en la región Centro respecto de la población, el aporte al VAB, al empleo y a las exportaciones en comparación con los valores de las demás regiones, tal como se muestra en el gráfico 1.

Gráfico 1: Aportes regionales a la población, VAB, empleo y exportaciones nacionales

Asimismo, los valores del cuadro 1 permiten apreciar las diferencias regionales existentes en la generación de VAB per cápita y las dinámicas de mejora del VAB, del empleo y las exportaciones entre 2021 y 2020, tal como se muestra en el gráfico 2.

Completando la demostración de las asimetrías regionales respecto de los valores a nivel país, en el gráfico 3 se muestran las diferencias porcentuales que exhiben los valores de pobreza, indigencia, desempleo e ingreso per cápita respecto de los niveles nacionales.

En el cuadro 1 también se dispone de información sobre la capacidad de cada región para reducir el desempleo, la pobreza y la indigencia.

Gráfico 2: Diferencias regionales del VAB per cápita y de los incrementos del VAB entre 2020 y 2021, empleo y exportaciones

Gráfico 3: Diferencias porcentuales respecto a los promedios nacionales de pobreza, indigencia, desempleo e ingreso per cápita

El cuadro 2 muestra la contribución de los distintos agrupamientos productivos al VAB y al empleo de cada región, así como sus contribuciones a las mejoras entre 2020 y 2021 del VAB, el empleo y su capacidad para crear puestos de trabajo en función de la mejora del VAB. Los agrupamientos productivos considerados para el análisis responden a los publicados para cada provincia por la Subsecretaría de Programación Regional y Sectorial, que incluyen Agro y agroindustria; Minería; Hidrocarburos; Industrias Manufactureras, Energía; Transporte y Logística; Construcción; Comunicaciones e informática; Servicios no empresariales (salud, educación, administración gubernamental, etcétera); Servicios empresariales; Servicios financieros; Comercio y otras actividades no asignadas a los agrupamientos arriba mencionados.

Uno de los problemas más alarmantes corresponde a las contribuciones del agro y la agroindustria, que en todas las regiones muestran una muy baja mejora del VAB entre 2120 y 2021, acompañada por una reducción absoluta del empleo en ese período, y consecuentemente una reducción en la tasa de creación de puestos de trabajo por nivel de mejora de su VAB. El riesgo de una importante reducción de las producciones agropecuarias motivada por la sequía constituye una de las principales amenazas en materia económica, en especial por su impacto sobre una balanza comercial ya de por sí comprometida.

Otra cuestión de importancia a la hora de pensar políticas para el desarrollo productivo a niveles regionales y provinciales es la medida en que los diferentes agrupamientos productivos contribuyen en mayor medida a la producción de bienes en cada región. Las mayores contribuciones del agro y la agroindustria corresponden al NOA, con un 19,3% de su VAB y un 15,7% de su empleo; siguen el NEA con 18,0% del VAB y 19,1% del empleo; Cuyo con 15,7% y 15,0%, respectivamente; Centro, con 11,5% y 9,2%; y Patagonia con 9,2% del VAB y 10,8% de su empleo regional.

Las contribuciones a los totales regionales de las industrias manufactureras muestran una importante diferenciación, toda vez que para la región Centro alcanzan al 16,1% del VAB y el 12,5% del empleo; siguen el NEA con 10,8% y 9,7%, respectivamente; Cuyo con 6,4% y 4,9%; Patagonia con 5,7% y 5,1%; y NOA con 5,2% de su VAB y 3,4% de su empleo. Las producciones de hidrocarburos, fuertemente relacionadas con la disponibilidad de recursos, muestran sus máximos aportes al VAB y al empleo regional en Patagonia, con 33,6% de su VAB y 5,6% de su empleo; y en Cuyo, con contribuciones de 9,6% al VAB y de 0,6% de su empleo. Finalmente, los aportes de la minería, también relacionados con la disponibilidad de recursos naturales, resultan de mayor relevancia en la región Patagónica con el 4,1% de su VAB y 1,3% de su empleo; en Cuyo con aportaciones del 3,4% y 0,9% al VAB y al empleo; y en NOA con un 3,0% y 0,6% del VAB y de empleo regional, respectivamente.

 

¿Por qué el desarrollo productivo importa a la hora de las elecciones?

A menos de un año de las elecciones presidenciales que decidirán el futuro de la Patria y sin desmedro de la necesidad de resolver los problemas arriba señalados, en especial el ocultamiento de las razones reales que nos impiden acceder a mejores niveles de desarrollo y de inclusión social, así como de examinar otras demandas de la sociedad y del electorado, hay tres razones que indican la importancia de tomar en cuenta al desarrollo productivo a la hora de establecer contenidos para la campaña electoral.

La primera de esas razones es la relación trascendental que guarda el desarrollo productivo con nuestros principios y nuestros objetivos, toda vez que ese desarrollo es uno de los componentes fundamentales que hacen posible que nuestras banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política contribuyan al cumplimiento de nuestra razón de ser: lograr la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación. También por la relación recíproca que muestra que sin políticas de justicia social, independencia económica y soberanía política no hay desarrollo productivo posible. Esa relación entre nuestras banderas y el desarrollo productivo permite asegurar que nuestras propuestas para el desarrollo productivo deberán tener un lugar preponderante en los contenidos y las consignas de la próxima campaña electoral.

La segunda razón es que las disparidades que existen en materia de desarrollo productivo tienen una relación recíproca con las disparidades sociales que existen entre las distintas regiones que integran nuestro país.

Finalmente, la tercera razón es la necesidad de elaborar y consensuar contenidos y consignas que resulten técnica y socialmente viables y que demuestren su capacidad de dar respuestas a las demandas de la sociedad y de atraer a la proporción del electorado que nos asegure una victoria electoral.

Espero que este análisis contribuya en alguna medida a la continuidad de nuestro gobierno y de nuestros esfuerzos por mayores niveles de justicia social, independencia económica y soberanía política a partir de las próximas elecciones.

No quiero finalizar sin antes agradecer las opiniones y los aportes recibidos de Stella Martini, Pedro Peretti, Luciano Orellano, Carlos del Frade, Rubén Lamas, Marcelo Parra, Sandra Nicolás, Carlos Ahumada, José Luis González, Miguel Ángel López, Néstor Iglesias, Fabiana Martínez, Juan Francisco Numa Soto, Rodolfo Games, Claudia Colado, Alejandro Raele, Emanuel Fernández y Silvia Malajovich, los que incorporé conforme a mi propio criterio. También agradeceré cualquier comentario que hagan llegar a mi correo josemafumagalli@gmail.com.

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