De aquella ciudad feliz a la presente ciudad neoliberal: el caso de Mar del Plata

El presente escrito busca aportar una visión crítica acerca del proceso de transformación de la ciudad de Mar del Plata a partir del análisis de tres cuestiones: el proceso de planificación estratégica llevado a cabo por la gestión local de la ciudad desde hace casi dos décadas; la pérdida del espacio público; y el rol de la denominada geografía del miedo en la configuración de la denominada ciudad neoliberal.

Desde hace más de tres décadas, Mar del Plata ha sufrido una serie de transformaciones enmarcadas en el proceso de globalización de la economía, proceso excluyente que implica una aceleración planetaria de los flujos monetarios, de información y de movimiento de objetos. En palabras de Santos (1996) se la considera como una globalización perversa que provoca fracturas y desigualdades. Ciccolella (2014) sostiene que el marcado protagonismo del capital transnacional ha causado nuevas realidades territoriales, sumamente cambiantes y mutantes. Territorios política y económicamente construidos sufren transformaciones rápidas, producto del contexto actual. Ciccolella los define como “territorios inestables” y presenta como un gran desafío comprenderlos, analizarlos y planificarlos.

La apertura económica y las nuevas tecnologías crean nuevos y diversos flujos y una mayor conectividad entre territorios. Asimismo, la reforma neoliberal del Estado durante la década de 1990, caracterizada por el ajuste financiero, las privatizaciones y la descentralización administrativa, situaron a los municipios en un nuevo escenario y en una “redefinición” obligada de sus roles. En palabras de Janoschka (2011), se considera que las siguientes dimensiones caracterizan a la nueva geografía de las ciudades en el marco de la globalización:

  • La difusión de modelos de gobernanza urbana: los principios de gobernanza se enfocan en la difusión de reglas, procedimientos y comportamientos que caracterizan la actitud estatal, especialmente cuando se refieren a la inclusión de un modo cooperativo entre actores estatales y privados para gestionar el espacio local. Sin embargo, los propietarios, o profesionales educados y dotados de medios económicos, o representantes poderosos, por ejemplo, pueden influir con mayor determinación en los procesos de decisión que los colectivos vulnerables.
  • La proliferación de una estética aséptica: una parte de la reconfiguración urbana se dirige a transformar y comercializar el espacio público. Esto conlleva la proliferación de una estética aséptica que no necesariamente satisface a las y los habitantes de esos espacios, sino más bien al turista –suburbano– que los visita para entretenerse en su tiempo libre. Se ven nuevas dinámicas sociales y espaciales que azotan a los centros históricos, por ejemplo, mediante los planes de renovación y conservación del patrimonio urbano, que a su vez incentivan los procesos de gentrificación.
  • El reordenamiento del poder político a través de la cooperación público-privada: Janoschka (2011) sostiene que los proyectos de cooperación público-privada pueden ser presentados como una forma innovadora de gestionar la reconversión de espacios obsoletos, por regla general ubicados en lugares céntricos. Mediante la cooperación público-privada se establecen nuevas formas de gobernanza espacial, dado que se crean espacios bajo jurisdicción privada con poderes de exclusividad.
  • La destrucción de espacio por la implementación de políticas espaciales: la reordenación política espacial de la ciudad implica también una exclusión más profunda, caracterizada a través de la toma del poder por la burguesía a partir de la sanción de leyes que destruyen el espacio público de forma más acentuada para las personas que más necesidad tienen de expresarse en los sitios abiertos. Por ejemplo, se crean legislaciones que prohíben la estancia de personas indigentes en ciertos espacios. Se busca así reordenar los espacios y limpiarlos de individuos no deseables para los nuevos usuarios de la ciudad. Esta reconfiguración de la geografía urbana contemporánea trae cambios en la calidad de vida urbana. Harvey sostiene que “la calidad de vida urbana se ha convertido en una mercancía para los que tienen dinero, como lo ha hecho la propia ciudad en un mundo en el que el consumismo, el turismo, las actividades culturales y basadas en el conocimiento, así como el continuo recurso a la economía del espectáculo, se han convertido en aspectos primordiales de la economía política urbana hasta en la India y China” (Harvey, 2013: 34).

Lefèbvre (1991) considera que es necesario distinguir tres diferentes dimensiones de la producción neoliberal del espacio y de las nuevas configuraciones urbanas de propias de la impronta del siglo XXI.

a) La dimensión de los discursos, es decir, todo tipo de debates, acontecimientos y procesos de negociación que ocurren durante la introducción de nuevas políticas urbanas. Se refiere a las negociaciones discursivas que establecen las bases para cualquier tipo de pensamiento que a posteriori se presenta como una idea hegemónica. En esta cuestión, coincidimos con el enfoque de Vainer (2000), quien sostiene que el discurso de la planificación estratégica contemporánea se estructura sobre la base de tres “analogías constitutivas”:

  • La ciudad es una mercancía, y como tal es puesta en venta en un mercado donde otras ciudades también están en venta. De ahí la importancia del marketing de ciudades y la necesidad de esos productos urbanos, que bien pueden ser una oferta cultural o una imagen. Es por ello que los planes estratégicos remarcan permanentemente la oportunidad –vocablo proveniente del ámbito de los negocios– que implica colocar a la ciudad en el contexto internacional como sede de congresos y convenciones –por ejemplo, la IV Cumbre de las Américas–, de acontecimientos deportivos –Final de la Copa Davis– o de oferta cultural –Festival de Cine, Feria del Libro.
  • La ciudad es una empresa, es decir, un agente económico que actúa en el contexto del mercado –sesgado por la competencia con otras ciudades– para atraer inversores. Asimismo, debe ser gestada como una empresa y, para que esto ocurra, se requiere de la “colaboración público-privada” como nueva forma de gestión, donde se considera a los agentes privados como los más dinámicos e innovadores.
  • La ciudad es una patria y, como tal, debe generar un sentimiento de patriotismo cívico entre las y los habitantes, que es posible a través del consenso y del sentimiento de identidad y de pertenencia. De esa manera, se asiste a la despolitización del espacio urbano, en tanto se priorizan la productividad y la eficiencia, y se busca el consenso, desconociendo o directamente ignorando los conflictos existentes.

b) Las estrategias urbanas, que se entienden como el nivel administrativo, técnico y financiero de las políticas neoliberales. Se incluyen todo tipo de programas, planes, instrumentos de actuación o planes estratégicos, cuya elaboración e implementación parten de la aspiración –explícita o implícita– de las autoridades oficiales de introducir nuevas formas de políticas urbanas. Se considera que la ciudad ideal del cambio de siglo ha sido modelada, a juzgar por la agenda urbana hegemónica difundida por organizaciones multilaterales, consultoras internacionales y gobiernos locales. Este modelo se sintetiza en la ciudad competitiva, globalizada, flexible, administrada cual empresa, con apoyo de estrategias de marketing, apta para aprovechar oportunidades con agilidad y a presentarse atractiva al mundo y a los inversionistas (Vainer, 2000).

c) Las prácticas y los procedimientos de implementación administrativa de las estrategias generales, por ejemplo, a través de nuevas directivas o nuevos instrumentos jurídicos que puedan cambiar la gestión en sí misma. En este sentido, las constantes propuestas de modificación del Código de Ordenamiento Territorial (COT) marplatense se condicen con la nueva legislación referente a la construcción en la ciudad reclamada por los agentes inmobiliarios urbanos.

Al respecto se pregunta Reginaldo Cardoso: “¿Quiénes hacen la ciudad hoy? La respuesta, desde 1990 es, naturalmente, las grandes empresas. Pero será necesario hacer el paisaje más rentable. ¿Cómo? Diferenciando, agregando valor a la mercadería. Y para entrar en este universo de negocios, la seña más prestigiosa es la cultura” (Cardoso, 2006: 2). Sin embargo, no estamos ante políticas culturales, sino ante marketing urbano, en búsqueda de una ciudad-imagen a ser vendida compulsivamente, provocando procesos de fuerte gentrificación o ennoblecimiento urbano. De ahí que el planeamiento estratégico pueda ser considerado, más que nada, un emprendimiento de comunicación y de promoción de un producto inédito: la propia ciudad, que no se vende si no goza de una política de marketing de ciudad neoliberal.

Mar del Plata, en tanto metrópolis regional, no escapa a las transformaciones y redefiniciones territoriales propias de las grandes urbes del siglo XXI. Se trata de una ciudad con problemas parecidos a los del conurbano bonaerense, pero sin el presupuesto que éste posee. Retomando los tres aspectos planteados al inicio, podemos rescatar algunas conclusiones parciales:

a) La planificación estratégica, en tanto paradigma actual de cómo pensar a la ciudad, ha cumplido solamente en forma parcial con sus preceptos: debe ser liderada por el Estado, pero son los agentes privados quienes concentran decisiones de actuación en el territorio. La planificación estratégica debería ser democrática y participativa, pero en escasas oportunidades se han difundido convocatorias masivas para debatir políticas urbanas. Se pueden realizar numerosas críticas, pero resalta mencionar que el carácter plurilegislativo de la planificación tampoco fue respetado, ya que las diferentes gestiones de diversos espacios políticos –como Alianza Marplatense o Cambiemos– han discontinuado sus lineamientos originales.

b) Pérdida del espacio público: a partir de los aportes de la literatura referenciada anteriormente, se puede sostener que el espacio público marplatense tiende a disminuir. Múltiples causas lo explican: modificaciones constantes al Código de Ordenamiento Territorial (COT); construcción desmedida en zonas de alta rentabilidad; especulación inmobiliaria; ausencia de control en el cumplimiento de las reglamentaciones del hábitat urbano-costero; y, por encima de las anteriores, connivencia entre poderes públicos y empresariado local.

c) Geografía urbana del miedo: sin desvincular a Mar del Plata del contexto de aumento de desempleo y pobreza de las últimas décadas, el fenómeno de la inseguridad emerge y se consolida como un problema metropolitano. Políticas integrales consensuadas a escala nacional, provincial y municipal podrán dar soluciones a un problema de dimensiones enormes. Sin embargo, se pueden visualizar actualmente actuaciones inconexas y políticas punitivas, y no de prevención. Problematizar a los barrios más vulnerables, aumentar el número de fuerzas policiales y no gestionar integralmente solamente acentúan los problemas. Una ciudad para todos y para todas es aquella en la que la población no teme a sus conciudadanos. Cuando las personas se encierran por miedo es necesario que el Estado gestione para que lo público se redescubra y se pierda el temor al afuera. Se necesita un Estado presente, regulando y gobernando, no solo para el sector privado, sino para el colectivo de ciudadanos y ciudadanas. Los rasgos analizados acentúan el carácter de ciudad neoliberal, si no se revierten las tendencias.

Las ciudades no son elementos inanimados y situados en un mapa. Son construcciones colectivas y, por lo tanto, conflictivas y cambiantes. Es necesario incorporar la consideración de las diferencias y las disidencias dentro de la gestión urbana, si pretendemos que las urbes sean de todos los ciudadanos y todas las ciudadanas, y no solamente de unos pocos.

 

Referencias bibliográficas

Arantes O (2000): “Uma estratégia fatal. A cultura nas novas gestões urbanas”. En A cidade do pensamiento único. Desmanchando consensos. Petrópolis, Vozes.

Borja J y M Castells (1997): Local y Global. La gestión de las ciudades en la era de la información. Barcelona, Taurus.

Cardoso RL (2006): “As cidades brasileras e o pensamiento neoliberal. Submissao ao pensamiento único: ¿única alternativa para as cidades?”. Rizoma.

Ciccolella P (2014): Metrópolis Latinoamericanas: Mas allá de la globalización. Buenos Aires, Café de las Ciudades.

González M y A Villavicencio (2009): “Planes estratégicos para ciudades sin ciudadanos”. 12° Encuentro de Geógrafos de América Latina. Montevideo, 3 al 7 de abril.

Harvey D (2013): Ciudades Rebeldes. Del derecho de la ciudad a la revolución urbana. Madrid, Akal.

Janoschka M (2011): “Geografías urbanas en la era del neoliberalismo. Una conceptualización de la resistencia local a través de la participación y la ciudadanía urbana”. Investigaciones Geográficas, 76, UNAM.

Lefebvre H (1991): La producción del Espacio. Basil, Oxford.

Theodore N, J Peck y N Brenner (2009): “Urbanismo neoliberal: la ciudad y el imperio de los mercados”. Temas Sociales, 66.

Vainer C (2000): “Patria, empresa y mercadoría”. En A cidade do pensamiento único. Desmanchando consensos. Petrópolis, Vozes.

Villavicencio A (2012): “Planificación estratégica: la costa como protagonista exclusiva. El caso de Mar del Plata (2004-2010)”. En Gestores Costeros II: experiencias en áreas litorales de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Mar del Plata, UNMDP.

 

Alberto Villavicencio integra el Grupo de Estudios de Ordenación Territorial (GEOT), Centro de Investigaciones Geográficas y Socio-Ambientales, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata.

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