101 años de la Asociación Argentina de Actores: sindicalismo y democracia

El funcionamiento democrático de un sindicato, como premisa fundacional de su organización, y luego esa llama inicial transformada en coherencia y tradición, hacen que esa estructura persista en el tiempo con la fuerza suficiente como para plantarse frente a quienes quieran vulnerar derechos laborales, o intenten impedir la consecución de nuevas conquistas. Si bien, como se sabe, la necesidad busca el derecho, y la movilización en lucha es el primer reflejo para enfrentar una injusticia, como lo fue en nuestro sindicato la explotación en el trabajo –así nació nuestro sindicato hace 101 años, de una huelga de actrices y actores–, el pilar de las organizaciones es y será la participación plena y activa, con voz y voto, de la masa de quienes las componen. Esa base fundamental, interrelacionada con el Estado a través de gobiernos que respeten a ultranza el sistema democrático y que sean afines a objetivos de avance de la clase trabajadora, conforman una fórmula indispensable, potenciando las posibilidades de éxito para alcanzar la tan ansiada justicia social.

No es una consigna casual ni demagógica la que afirma que el movimiento obrero es la columna vertebral de la mayor organización política social de Latinoamérica, el peronismo. También es cierto que ese movimiento político, en reciprocidad, es el que ha producido el mayor avance de derechos de trabajadoras y trabajadores. Hay que destacar que se refiere al movimiento obrero organizado, y esa organización se da a través de los sindicatos. Ambas estructuras se retroalimentan constantemente.

Tampoco es una exageración afirmar que la clase trabajadora es la columna vertebral del país, pues es difícil concebir una sociedad democrática y organizada sin la fuerza de sus trabajadoras y trabajadores, cualquiera sea el sindicato que los represente. La natural voluntad gregaria de personas iguales, unidas con un fin en común y canalizado en las organizaciones sindicales, aporta a toda sociedad el sostenimiento del sistema democrático necesario para el crecimiento de una Nación en convivencia pacífica. El mantenimiento de esas organizaciones –aun soportando embates autoritarios, dictaduras, persecuciones, torturas, desapariciones y muertes– ha sido el mayor logro de mujeres y hombres que militan y sostienen esa columna vertebral. Gracias a ello, pese a los intentos neoliberales, hoy es imposible hacer retroceder en la conciencia de las y los integrantes de la clase trabajadora la convicción de la pelea por los derechos adquiridos, forjados con tanta historia de lucha y sacrificio.

 

Alejandra Darín es presidenta de la Asociación Argentina de Actores.

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