Desafíos que afronta nuestro gobierno

Argentina enfrenta, al igual que todos los países del mundo, la mayor crisis de los últimos cien años. Claro que la crisis provocada por la pandemia no encuentra a todo el mundo en la situación de nuestro país, luego de los cuatro años de Macri: endeudados en más de un PBI, con plazos de pagos y montos imposibles de cumplir, prácticamente en default. Fue el resultado de un gobierno que en un mismo periodo tomó deuda, afrontó vencimientos imposibles y multiplicó el problema, conviniendo un préstamo al FMI de 46 mil millones de dólares cuyo destino aun no podemos conocer.

Miles de pequeñas y medianas empresas cerraron; se paralizó la obra pública; la pobreza en diciembre de 2019 alcanzaba al 38%; las tarifas de servicios básicos se hicieron impagables, producto de aumentos del 3.000%; las corridas bancarias empobrecían a un sector y enriquecían obscenamente a otro. El gobierno que prometiera pobreza cero, solucionar la inflación y destruir la corrupción resultó ser el más corrupto de todos. Prometió unidad y persiguió a sus adversarios y adversarias en todo el país, inventando causas judiciales rápidamente multiplicadas por los medios de prensa para borrar en la memoria de los argentinos y las argentinas todos los logros y derechos alcanzados durante los gobiernos de Néstor y Cristina.

En esa Argentina devastada comenzó el mandato de Alberto Fernández. La negociación inicial de la deuda fue exitosa: un porcentaje importantísimo de quita de intereses y diferimiento de las fechas de pago. Cuando aún se debe reestructurar la deuda con el FMI, hubo que enfrentar las demandas inimaginables de la pandemia: incrementamos el plantel de trabajadoras y trabajadores de la salud, construimos y terminamos hospitales abandonados, compramos respiradores a la vez que incentivamos el aumento de la fabricación nacional, se multiplicó el número de camas de terapia intensiva, se abasteció de oxígeno, elementos de protección personal, reactivos, ambulancias. Al momento de ser aprobadas por organismos internacionales acordamos la compra de vacunas, se inició la fabricación de algunas de ellas en el país, y otras de producción enteramente nacional están en fase avanzada de pruebas clínicas. También en estas cuestiones nos diferenciamos de muchos países del mundo: integramos el reducido grupo que tiene acceso a las vacunas y el aún más reducido de aquellos que las fabrican.

Tomamos decisiones de cuidado en pos de disminuir contagios y muertes, mientras aprontábamos el sistema de salud para que no tuviéramos que cavar fosas comunes, ni pelearnos por un tubo de oxígeno, como pudimos ver en otros lugares. Las formas de aislamiento obligadas por el COVID 19 tuvieron su consecuencia de aumento de la desocupación y la pobreza, repercutiendo de manera no deseada en nuestro modo de vida y subsistencia.

Nuestro gobierno se asumió como Estado presente. Rápidamente salimos en auxilio de los más perjudicados por la pandemia con la IFE, los ATP, el aumento de los montos de AUH, la tarjeta ALIMENTAR, se congelaron tarifas y establecimos moratorias de pagos para PYMES. La aprobación del Ley 27.605 del Aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia fue una medida necesaria para, con los fondos recaudados, ampliar la Tarjeta FAMILIA a casi cuatro millones de niños y niñas. Nobleza obliga: es bueno reconocer que el 80 por ciento de los y las aportantes lo hizo, entendiendo que la solidaridad es indispensable para salir adelante. Simultáneamente, la modificación de la alícuota al impuesto a las ganancias trajo alivio a millones de trabajadores.

Esta es la realidad de nuestra Argentina. En esta situación afrontamos las elecciones de medio término. Parece difícil ocuparse de la cuestión electoral. Sin embargo, es fundamental para toda la sociedad que obtengamos el mayor número de representantes del Frente de Todos en las legislaturas, para sortear las trabas sistemáticas a toda medida de urgencia que realiza una oposición inconciente de la situación que vivimos.

Hay un sector de la oposición irresponsable, carente de autocrítica sobre su actuación y su responsabilidad respecto a las condiciones de precariedad en que nos encontró la pandemia, capaz de promover procesamiento al presidente y la vicepresidenta por envenenamiento con las vacunas, para luego reclamar que faltan. Toda esta acción destituyente es además multiplicada y aplaudida por los medios de la prensa hegemónica.

Hoy más que nunca nuestra patria requiere de un gobierno presente que priorice medidas en beneficio de las mayorías más postergadas, que garantice la protección e inversión social y un precio razonable de los alimentos separado del precio de las commodities, en el marco de una recuperación equilibrada de la economía y de una distribución progresiva de la riqueza.

Asumimos por lo tanto el deber ineludible del movimiento peronista: dejar de lado todo individualismo, pensar en conjunto y trabajar para toda la Argentina y no para el crecimiento de un solo sector.

La Patria necesita hoy de hombres y mujeres generosos, solidarios y valientes para reconstruirla. Y conste que digo Patria antes que República, porque nosotros decimos Patria y se nos hincha el pecho de orgullo, y no vamos a dejarla por mal que se encuentre. Así se construye una república, desde una identidad y una pertenencia colectivas, y no desde un falso republicanismo que termina abandonando los principios democráticos cuando sus privilegios peligran.

Estoy segura de que el Frente de Todos está colmado de patriotas solidarios y solidarias que aman la Patria y van a defenderla también en estas elecciones.

 

Lucía Corpacci es diputada nacional, presidenta del Partido Justicialista de Catamarca y vicepresidenta del Partido Justicialista nacional. Fue senadora nacional y gobernadora de la provincia de Catamarca por dos períodos.

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