La ciudadanía argentina ante la peor tragedia de las últimas décadas

La COVID-19 puso en jaque al sistema sanitario de los distintos países del mundo y reveló la impotencia de las potencias, la crisis de la Unión Europea, el enfrentamiento de China con Estados Unidos y el de Estados Unidos con Europa. La geopolítica de la pandemia mostró enormes desacuerdos y puso de manifiesto la realidad de la globalización. En ese contexto, algunos líderes mundiales como Donald Trump, Boris Johnson y Jair Bolsonaro se convirtieron en el tándem liberal conservador nacionalista que negó la pandemia, defendió tanto el libre mercado como la propiedad privada y rechazó cualquier tipo de intervención redistributiva del Estado. La pandemia desveló los problemas mediatos e inmediatos que tienen los Estados debilitados con sistemas de sanidad frágiles. Otras epidemias han demostrado que se manifiestan todo tipo de injusticias sociales y que decisiones políticas inoportunas dejan como corolario algunos legados que pueden ser tan agudos como la enfermedad misma. Del otro lado, respuestas coordinadas a nivel regional son esenciales para ayudar a los gobiernos a brindar soluciones apropiadas.

La llegada del coronavirus a América Latina encontró a la región distanciada desde el punto de vista político: un eje de múltiples países alineados a la centro-derecha como Brasil, Chile, Uruguay y Colombia, y un puñado de países con impronta de centro-izquierda, entre los que destacan Argentina y México –con el ingreso de Bolivia, poco después. ¿Pero cuál es la ponderación de la ciudadanía argentina sobre la situación sanitaria de Latinoamérica y otros tópicos de la política internacional? A diferencia de las pandemias ocurridas en el pasado hoy, hay una gran cantidad de información en tiempo real a disposición de las sociedades respecto de la situación epidemiológica, los planes de vacunación y las medidas de prevención que, en distintas medidas, forman parte de la conversación social.

A fines de abril, junto a un grupo de colegas del Observatorio del Sur Global, realizamos un estudio que tuvo por objetivo analizar las percepciones de la sociedad sobre el nuevo mundo que surge a partir de la expansión de la COVID-19. En definitiva, buscamos obtener información sobre cómo impacta en el cuadro de opinión pública del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) la vertiginosa y dramática cantidad de datos, opiniones y discursos que emanan de distintas fuentes de variada –y a veces dudosa– autoridad.

Durante 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) debió acuñar un nuevo término para referirse a la práctica informativa que genera pánico entre la opinión pública: infodemia. La pandemia produjo, naturalmente, incertidumbre y temor, pero todo fue magnificado por los medios masivos de comunicación y las plataformas digitales que incrementaron su uso. Por eso, también quisimos medir el impacto en la Argentina de la matriz comunicacional que ataca las políticas sanitarias de cuidado. Esta tendencia mundial, que es el sustento de la derecha política, se manifiesta en nuestro país instigada por poderes económicos concentrados y articulada con una ingente prédica en determinados medios que atenta abiertamente contra los esfuerzos para contener los efectos de la pandemia.

Encontramos, sin embargo, una ciudadanía informada, crítica y atenta a lo que sucede en el país y en otros países respecto de políticas restrictivas, provisión de vacunas y formas en que se han gestionado las políticas sanitarias. Algunos datos empíricos muestran que una abrumadora mayoría considera que la pandemia es la peor tragedia que le ha sucedido a la humanidad en las últimas décadas; que las vacunas deben contar con patentes liberadas para su despliegue masivo; que los argentinos y las argentinas valoran la acción de aquellos líderes mundiales que han enunciado discursos orientados a la presencia de un Estado fuerte en políticas de cuidado; y que Argentina debe priorizar su relación con los países latinoamericanos en el intento por dar respuestas regionales a los variopintos males que ha causado el despliegue del virus.

En el contexto de esta crisis, creemos que se trata de datos sumamente relevantes, en tanto nos hacen ver que los medios no lo pueden todo, que hay límites a su poder inmenso y que el público, a contramano de lo que planteaban las reflexiones sobre la opinión pública a inicios del siglo XX, no es tonto. El límite a los intentos de la prensa hegemónica y la oposición radicalizada –que busca politizar la catástrofe sanitaria y económica que ha provocado el invisible SARS-CoV-2– es la intersubjetividad y la realidad objetiva.

En la Atenas antigua, en sus clases peripatéticas, Aristóteles enseñaba a sus discípulos a que siempre buscaran el justo término medio que resultaba de la ponderación entre el exceso y el defecto en un determinado campo de acción. Que la ciudadanía argentina esté atenta a lo que sucede en la pandemia y no sucumba a los cantos de sirena que hiperbolizan la situación –que es, no obstante, grave–, ni a aquellos que la ignoran, representa una clara esperanza para enfrentar los innumerables desafíos que están por venir.

 

Marina Acosta es doctora en Ciencias Sociales y directora de Comunicación de Analogías.

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