En recuerdo de José Luis Nell, militante peronista, y aquella primera revista Movimiento

Tal como se explica en el primer número de esta revista, hubo varias revistas Movimiento. En la primera, la que oficiaba como órgano de prensa y difusión de la Juventud Peronista Lealtad, el número 10 de la segunda quincena de septiembre de 1974 aparecía titulado con una pregunta: “¿La próxima jugada yanqui?”. Hacía alusión al conflicto que casi termina en guerra entre el Chile de Pinochet y Perú. En esa misma revista apareció un artículo a doble página titulado “Nell, todo lo contrario a un ‘terrorista’”. Allí se trazó una semblanza sobre José Luis Nell, aquel militante emblemático de la Juventud Peronista que falleciera el 9 de septiembre de 1974.

El título prevenía ante el prejuicio fácil de tildar de violento a un hombre que se embarró en la historia como toda su generación, peleando por el retorno a la Argentina del líder proscrito. Ya en 1963 protagonizó el primer hecho de la guerrilla urbana en nuestro país, que fue el asalto al policlínico bancario con la Tacuara revolucionaria. En la acción, José Luis se puso nervioso y abrió fuego, ante una incipiente resistencia, con su ametralladora, causando dos víctimas fatales y heridos. Ese hecho lo marcaría para el resto de su vida, con una sombra de culpa –y también de aprendizaje– en sus futuras acciones militantes y políticas. Por los hechos del policlínico fue preso y escapó de una alcaldía de Tribunales. Viajó a China y volvió a Uruguay, donde se unió a los Tupamaros. Nuevamente detenido, participó con los uruguayos de la histórica fuga del penal de Punta Carretas en 1971. Roberto Baschetti dijo que en una pared del túnel de la fuga apareció escrita una leyenda: “Perón vuelve”, atribuida a José Luis Nell. Esa vida militante comenzaba a adquirir rasgos épicos dignos de retratarse en una novela.

Volvió a la Argentina y, por las afinidades que tenía, tanteó su incorporación a las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), pero las consideró demasiado marxistas. Comenzó a militar semiclandestino en Montoneros, siendo referente de la columna sur, en Avellaneda y Lanús. Conoció a Lucía Cullen, su compañera hasta el final. El Padre Carlos Mugica bendijo esa unión en una misa clandestina en la villa 31 de Retiro, donde se casaron rodeados de obreros peronistas. Dotado de más experiencia, no tardó en despertar admiración en sus compañeros de la Juventud Peronista, que le decían “el Troesma”. En la vuelta definitiva de Perón a la Argentina, el 20 de junio del 73, encabezó la columna Sur de Montoneros junto a Beto Simona, el sector que recibió la agresión de la derecha peronista apoderada del palco. Cayó herido en esos hechos y quedó cuadripléjico.

En la última etapa de su vida fue uno de los impulsores de la Juventud Peronista Lealtad, junto al padre Carlos Mugica. Este sector, en el contexto de enfrentamiento creciente entre la derecha y la izquierda del movimiento peronista, se propuso seguir a Perón dejando de lado las armas y apostando a la política y al respeto por la democracia. Criticó fuertemente el asesinato de Rucci, secretario general de la CGT y fundamental aliado del gobierno peronista, que fue atribuido a Montoneros, aunque no lo reconocieran oficialmente. En mayo de 1974 cayó asesinado el padre Carlos Mugica y el 1 de Julio murió Juan Domingo Perón. Los caminos democráticos parecían cerrarse y el enfrentamiento entre las tendencias del peronismo arreciaba. Luchando con su parálisis, José Luis recibió tratamiento médico del doctor Matera, pero sin resultados por la gravedad del diagnóstico. Durante toda su vida, desde que eran vecinos del barrio de Flores, fue un entrañable amigo de “Cacho” Envar El Kadri, aquel legendario militante peronista que en ese momento compartió también su opción de dejar de lado los fierros y apostar a la política. Reconocía en José Luis Nell a una gran figura con posibilidad de transmitir sus experiencias a los jóvenes. Confinado a la silla de ruedas, decidió poner fin a su vida el 9 de septiembre de 1974: lo habló con Lucía y sus más íntimos amigos. Este modesto escritor, nacido en 1979, no pudo conocer a José Luis Nell, pero su vida le pareció digna de una novela que se encara como un intento de recordar contradicciones inmersas en el barro de la historia y con el compromiso y la tozudez de buscar la justicia social para su pueblo.

Para terminar este texto, nada mejor que la pluma de los compañeros que lo conocieron, plasmada en el último párrafo de la semblanza de esa primera revista Movimiento: “este final desgarrante y difícil de asumir, este final tan difícil, caprichoso e injusto, y al que nos resignamos a partir de que así fuera su voluntad. Pero si hay alguien que estará siempre junto a nosotros, porque Perón, Evita y su Pueblo fueron la fuente de todo lo que supo y lo que hizo, y nos devuelve siempre esa inspiración revolucionaria, será José Luis Nell”.

 

Sebastián Giménez es trabajador social y escritor, autor del libro El último tren: un recorrido por la vida militante de José Luis Nell (1940-1974). Versión digital gratuita disponible en www.margen.org/libros.html. La versión impresa del libro puede conseguirse en librerías Páginas Libres, El Gato Escaldado, Punto de Encuentro y Badaraco.

 

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