Polos productivos industriales: industrializar la ruralidad

La gestión pública se fue desarrollando influenciada por conceptos, técnicas, herramientas y paradigmas de la gestión privada. En la actualidad esta ampliación de conocimientos ya no parece ser capaz de resolver los nuevos problemas públicos que plantea la globalización. Los tiempos que corren en nuestra región llevan a pensar en una nueva dinámica integradora que deberá traducirse en la consolidación de un nuevo eje Estado-sociedad. Los procesos de integración y descentralización de los estados nacionales impulsan el cambio de modelo de gestión, como perspectivas de nuevas formas de organización social que den respuestas adecuadas a los problemas de coordinación entre el Estado y las economías regionales. Es indispensable aprovechar la capacidad de innovación de la sociedad, que debe necesariamente reflejarse en los organismos públicos, para que deje de ser residual y se eleve al rango de “facilitadora” de un cambio irreversible en el estilo de gestión. Se necesita un Estado capaz de enfrentar los nuevos desafíos de la sociedad postindustrial, asegurando los derechos sociales y la competitividad del país en el escenario internacional, tomando en cuenta el elevado grado de informalidad que existe en los trabajadores y las trabajadoras, así como la elevada evasión de impuestos, y priorizando caminos de reformas que vayan construyendo una intervención pública moderna.

La importancia del Tercer Sector para una sociedad democrática es indiscutible, generando espacios institucionales de articulación para el establecimiento de procesos de desarrollo sustentable, para tomar decisiones orientadas a reducir la injusticia social y para promover el desarrollo económico. En este sentido, proponemos mejorar o crear polos productivos industriales con base en el modelo de parques industriales, para potenciar la economía de cada región, disminuir los intermediarios y generar más y mejor producción, bajando costos, disminuyendo los precios de los productos en la canasta familiar y aumentando el consumo interno. Por ejemplo, en la Patagonia, fundamentan esta propuesta las distintas problemáticas de las economías regionales: la disminución de la calidad y la cantidad de la producción en la fruticultura; la falta de competitividad; el monopolio de la exportación; la falta de asociaciones y cooperativas que nucleen a ciertos productores y productoras; la ineficaz red de comercialización. Para resolverlas, debe abarcarse en forma profunda la industrialización de la producción, con políticas a corto, mediano y largo plazo dirigidas al sector, donde todos los sectores obtengan beneficios, potenciando las economías regionales en todo el país. Mencionaremos en forma general algunas alternativas y posibles acciones.

Algunos de los lineamientos de esta política son: mejoramiento de la calidad y ampliación de nuevos mercados internacionales; observatorio de precios y precios sostén; líneas de crédito a tasa subsidiada; reconocimiento de la gestión de cooperativas autogestionadas o producto de redes institucionales, y políticas activas en respuesta a la crisis; formación de capital social: conformación de cooperativas u organizaciones con capacitación técnica y apoyo en la comercialización, generando un clima de confianza entre empresarios, productores y Estado; formación de funcionarios y funcionarias nacionales, provinciales y municipales del sector, para llevar adelante políticas de mediano y largo plazo; programas fitosanitarios para mantener y mejorar los estándares de sanidad; reconversión productiva, aumentando la investigación y el desarrollo de nuevos productos industriales de mayor valor agregado; mejora de la transparencia en la comercialización, abordando y mejorando estrategias asociativas de integración, y atendiendo asimetrías en el poder de negociación de los diferentes agentes, con el fin de mejorar el reparto del valor añadido a la producción; creación de un sistema de información metódico, relevante en un contexto de asimetría de información entre productores, empresas, comercializadores y trabajadores; inversión en almacenes regionales y mercados de cercanía; apoyo a la modernización tecnológica de los microproductores rurales, en un contexto de promoción y mejoramiento de formas asociativas; y otros lineamientos, tales como una mejora en conectividad, en los corredores regionales existentes, el impulso a nuevas iniciativas de aprovechamiento hidroeléctrico, etcétera.

En la actualidad, la relación de comercialización se caracteriza por diversos mecanismos que permiten a las empresas transnacionales optimizar el proceso de generación y acumulación del capital dentro de la cadena. Esta relación comporta distintos grados de vinculación, entre los que se destacan los acuerdos comerciales con productores independientes. En algunos casos la explotación recibe la asistencia técnica y aun financiera por parte de la empresa para culminar el ciclo productivo y profundiza la subordinación de los productores. La propuesta trata entonces de nuclear a través de una red a productores, cooperativas, Pymes y empresas, para mejorar la calidad, el precio y el costo. No solamente para mejorar el mercado interno, sino también la exportación. Industrializar la producción además quiere decir que los bienes de capital, que hoy en su mayoría son importados, sean desarrollados por profesionales y técnicos argentinos.

Esto significa iniciar la construcción de un sistema productivo articulado con interacciones fuertes y sólidas entre las políticas públicas, nuestro sector científico-tecnológico y las capacidades de industriales, productores y grandes empresas. Una articulación entre flujos de información, tecnología, inversión y consumos emerge como alternativa superadora en ese proceso de vincular lo local y lo global, lo rural y lo urbano, las regiones subpobladas y las provincias de escasa población.

Se propone la creación de establecimientos o predios denominados polos productivos industriales: zonas oficialmente delimitadas, cuyo desarrollo productivo e industrial sea favorable para el emplazamiento de sectores que se relacionen con la producción regional, organizaciones y cooperativas, favoreciendo la promoción y el fomento de la comercialización y la disminución de los costos de transporte, como así también las sinergias con otras empresas que comercialicen sus productos en otras regiones del país, aumentando el trabajo genuino y permanente, activando la producción y promoviendo el desarrollo regional. En resumen, debe tener precisadas sus áreas, la tecnología a emplear, lograr el máximo potencial de producción posible, tener asegurado el proceso industrial que cree valor agregado, definir los destinos de su producción y contar con estrategias y regulaciones de estricto cumplimiento. Se agregan los clústers, las áreas de servicios industriales y logística, las incubadoras de empresas y las unidades modulares productivas para procesos tecnificados.

En una economía abierta y globalizada, la dinámica y la intensidad de la competencia y los nuevos patrones competitivos basados en el conocimiento y la tecnología hacen necesario que los productores y las empresas concentren los esfuerzos en sus competencias esenciales. A este fin, deben emprenderse tareas de coordinación y complementación, integrando cadenas de valor y conformando, según los casos, redes productivas, en orden a alcanzar una más alta productividad y un mayor grado de calidad y de especialización, mediante la adopción de modernas tecnologías de gestión y el logro de adecuadas economías de escala. Dentro de este esquema, las políticas industriales deben tener como objetivo la generación de un ambiente positivo para la cooperación entre productores y empresas, la promoción de condiciones empresariales y de innovación, y el desarrollo de capacidades humanas. Es necesario asimismo desde el Estado tener en cuenta el objetivo de mantener la cohesión social y el equilibrio territorial, procurando involucrar a los distintos actores de modo que se potencie e incremente la competitividad de los productos y las empresas locales y regionales.

Resulta trascedente retomar el legado de algunas iniciativas. Por tales motivos, un paso en este sentido debería ser la recuperación por parte del Estado de sus responsabilidades sobre el diseño de estrategias de desarrollo territorial. La política no puede dejar de incorporar la mirada prospectiva sobre el territorio. No hacerlo la somete a sesgos cortoplacistas y al fracaso de las políticas de bienestar y desarrollo.

 

Marco descriptivo

Argentina necesita ser líder en agroalimentos y agroindustria. Un plan estratégico es proyectar un país caracterizado por las exportaciones de alto valor agregado por tonelada de agroalimento embarcado, donde el proceso productivo sea innovador, creativo, sustentable, económico y globalmente competitivo. Donde la renta de ese valor agregado quede en origen, y que a fin de año no sea “repatriado” a otro país, sino que se reinvierta en mejoras de los procesos productivos que originaron la renta. Para ello se requiere de un nuevo enfoque en la formación de recursos humanos, y un nuevo y evolutivo proceso de ciencia y tecnología. Los polos productivos industriales nos darán las condiciones para que la exportación de materia prima solo sea una herramienta para obtener recursos monetarios que luego serán reinvertidos. Es necesario que el crecimiento de la producción de materia prima sea cada día más sustentable, y que la finalidad sea un crecimiento integral territorial, inclusivo, equitativo y sustentable.

El campo argentino debe volver a crear trabajo genuino en origen. Cuando nos referimos al campo, no son las multinacionales o las grandes exportadoras, sino los verdaderos productores y productoras, que deben ser el motor del proceso agroindustrial y agroalimentario. Producir materia prima hipercompetitiva –comparada globalmente– llevará a mejorar la demanda laboral en origen, con desarrollo local. El nuevo concepto de desarrollo junto a polos productivos industriales agregará valor a la producción en el interior.

El nuevo rol de estos polos es estratégico para el desarrollo y la industrialización de distintos procesos productivos. Además, se requiere una activa participación en el ordenamiento territorial, donde interactúan organizaciones, cooperativas, cámaras, productores, clústers, federaciones, el Estado provincial y nacional. La metalmecánica de alta y baja complejidad también es uno de los sectores estratégicos del desarrollo, la industria de la maquinaria agrícola y de máquinas de procesos agroalimentarios, como motores de valor agregado y de demanda laboral, favoreciendo el arraigo, para una industrialización o transformación de materia prima en origen, mediante procesos innovativos con desarrollo, inteligencia y tecnología nacional para el incremento de la renta local y la redistribución de la renta agrícola a través de una mayor actividad comercial.

Argentina y este sector deben aumentar el número de patentes de innovación y modelos industriales, diseños comunitarios, cumplimiento de normas, trabajos interdisciplinarios, normalización de productos, procesos y precios, con planes estratégicos a diez y veinte años, con el objetivo de que la mayor cantidad de productores, productoras y empresas del sector puedan adquirir la tan ansiada competitividad, protegiéndose de los vaivenes de la economía global, para crecer y desarrollarse más allá de las coyunturas.

Para industrializar la producción rural debemos cambiar el paradigma de “el campo versus la industria” por uno de “el campo más la industria”. Con la mejor tecnología, con procesos que protejan el medio ambiente, con marca argentina: esto nos proporcionará una Argentina industrializada con desarrollo local y regional.

¿Qué países demandarán nuestros alimentos? Aquellos a los que seamos capaces de demostrarles que los alimentos argentinos son elaborados por procesos productivos sustentables, con certificados de inocuidad y calidad nutricional, con trazabilidad hasta el destino final, con precios competitivos y elaborados con inteligencia tecnológica nacional. Se pueden crear cerca de 90.000 puestos de trabajo genuinos de calidad, contribuyendo al crecimiento y al desarrollo regional. Para el año 2040 se estima que la clase media global será de unos 5.000 millones de personas, de las cuales 1.500 millones serán de países emergentes poco desarrollados en agroindustria y agricultura, lo que generará para la Argentina una gran posibilidad de venta de alimentos elaborados.

 

Objetivos

Son objetivos generales de los polos productivos industriales: a) promover la instalación de nuevas industrias de origen nacional y extranjero, y brindar apoyo de las ya existentes; reordenar y descongestionar zonas agroindustriales; promover nuevas fuentes de trabajo; en caso de conflicto con el medio ambiente, generar espacios que reúnan las condiciones necesarias para la ubicación de estos establecimientos; reducir costos de inversión y mantenimiento a través de la relocalización concentrada de establecimientos agroindustriales y la creación de nuevos establecimientos; poblar zonas industrialmente subdesarrolladas con gran potencial.

Los objetivos específicos: posibilitar a los productores y las productoras un marco para el desarrollo y el crecimiento; abaratar costos de producción y comercialización; disminuir la cadena de intermediarios; generar pertenencia de productores y productoras a los polos, para revalorizar su producción con apertura a nuevos mercados; fomentar el mercado interno a precios bajos; generar interacción entre productores, empresas y consumidores para producir una sinergia positiva en la economía argentina.

Tiene particular importancia el diseño de estas políticas públicas que alienten a la creación de los polos productivos industriales, para solucionar no solo los problemas de producción, sino también los de costos.

Si bien la existencia de estos polos no es condición suficiente para que la integración y la complementación industrial sucedan, sí puede afirmarse, en base a la experiencia, que constituye una condición para su viabilidad, ya que al instalarse se convierten en espacios propicios para la formación y la consolidación de espacios regionales con desarrollo tecnológico.

Así, los polos productivos industriales deben ser: a) de promoción, teniendo por objeto estimular la localización de las Pymes y plantas fabriles destinadas a la producción en zonas industrialmente subdesarrolladas; b) de desarrollo, promoviendo la radicación ordenada de industrias alrededor de ciudades con desarrollo productivo donde se registre una mediana actividad industrial; c) de descongestión, facilitando la reubicación de plantas fabriles, su ordenamiento y expansión, dando solución a conflictos funcionales en áreas urbanas, trasladándolas a regiones donde puedan utilizar los productos primarios, abaratando costos, disminuyendo el número de intermediarios, desarrollando la logística, con valor agregado y envasado en origen.

 

Conclusiones

Industrializar la producción a traves de polos es una estrategia política para incorporar de manera sustentable valor agregado, conocimiento e innovación en origen, de materias primas, procesos productivos, bienes intermedios y bienes de capital en cada uno de los eslabones de la cadena de valor. Para ello debemos articular en el territorio la interrelación entre la tecnología propuesta, la sociedad local con sus organizaciones, las actividades económicas y los recursos naturales; planificar la infraestructura productiva para lograr el mejor desempeño para el bien común y la sustentabilidad del proyecto en cada región; promover un entorno favorable y sustentable; coordinar los niveles de decisión política institucional, la función ejecutiva local con representantes de las organizaciones de la sociedad civil y del sector privado; y con organizaciones del Estado nacional, provincial y municipal; orientar la oferta de financiamiento disponible para las distintas temáticas y para las diferentes etapas del proyecto, asistiendo con las herramientas disponibles en la formulación y gestión del financiamiento y en el marco que impone la administración y las compras de la cosa pública; realizar evaluaciones de impacto económico y social, macroeconómicas, productivas, sociales y en general de cada proyecto; industrializar la producción a favor de herramientas e instrumentos que fomenten todas las actividades en forma eficiente y sustentable.

El desafío supone alcanzar las metas planteadas, que básicamente consisten en acrecentar la producción, dando mayor participación a los procesos de industrialización, con creciente diversidad de actores sociales, fomentando las formas asociativas en el marco de una política favorable a la distribución de la riqueza. De esta manera, y sin descuidar ningún aspecto, se generará crecimiento atendiendo a la inclusión social y al equilibrio territorial.

El mejor programa de industrialización se aborda con un Estado industrializador, inteligente, activo y presente, que se dedique a ver lo que hay que producir y cuánto pueden aportar los privados y cuánto el Estado. La industrialización es un tema estratégico de defensa de la producción nacional, una estrategia principalmente de crecimiento.

La creación de mercado interno fue el resorte principal para poner en marcha la industria. El consumo generó demanda y dio como resultado más producción. El crecimiento de la capacidad productiva genera trabajo. Crecer, distribuir e industrializar es la única manera de crecer en la Argentina distribuyendo la riqueza.

Argentina necesita un programa de crecimiento y eso es industria, producción y de desarrollo. Trabajar en la conformación de polos productivos industriales es una herramienta fundamental para la reactivación de la industria.

 

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