Nos debemos un país con planificación y una planificación con debate

El título refleja una estructura de pensamiento y procedimiento clave para el desarrollo del país, aplicable a lo que se denomina la transición energética: una planificación del paso a paso de la energía de origen fósil a la energía renovable. Desde el Instituto de Energía Scalabrini Ortiz hemos conceptualizado que ello necesariamente debe conformarse con un imprescindible equilibrio de fuentes, tecnologías e industria.

La Argentina posee fuentes de gas suficientes –es el combustible mayoritario de la generación– para asegurar la electrificación global. La tecnología afín a ese equilibrio es nuestra tarea de hoy. La industria también tiene necesidad de contar con centenares de pymes que asistan a la resolución de un modelo energético social y ambiental amigable y técnicamente eficiente. Sería necesario completar el esquema de un planeamiento energético adecuado.

El panorama de los ingresos populares y su poder adquisitivo –los salarios– nos empujan a resolver el trabajo argentino en una industria energética pujante. Ello se consolida en un sinnúmero de oportunidades que no son solo obras, sino asumir en forma plena un modelo de pensamiento nacional sustitutivo del fracasado modelo neoliberal: el modelo comunitario, donde tenga plena vigencia un entramado productor público-privado, al estilo de países europeos, o el de la misma China exitosa que adoptó pautas dadas por el peronismo con los planes quinquenales.

El debate incluye desde el default de la deuda macrista hasta Doña María que se ocupa de sacarle el jugo a cada mango, pasando por el traumático drama sanitario y económico, y sopesando criterios y opciones más favorables, no para retornar al Estado prepandemia, sino a un Estado nuevo, inteligente, con opciones tecnológicas que permitan producir un plus: una Argentina con capacidad de sostener lo que tenemos y una capacidad felina para sortear obstáculos y saltar a un estadio de energía autosustentable. Todo esto implica soñar, tener los pies en la Tierra, creer en nosotros, etcétera. Tenemos una Vaca Muerta que requiere más pensamiento y alternativas a la mera extracción primaria, dado que ya sabemos que no podemos vivir solo de las vacas ni de la soja, claro.

Esta semana se han publicado los pedidos de la Secretaría de Energía para incluir en los presupuestos de los años 2022 y 2023 una serie de obras de gas, entre ellas la repotenciación del gasoducto centro oeste y otros tramos y ramales. También alguna opción de conformar un nuevo gasoducto entre Tratayén y Salliqueló. Sería interesante que lo construya el Estado. La mayoría de las obras apuntan a tener más capacidad de evacuación de Vaca Muerta. Se respaldan planteando que podrían aportar unos 10 millones de m3 por día para resolver la importación de GNL en el periodo invernal. Este periodo invernal determina un promedio de consumo de 160 millones de m3 por día, 40 millones por encima del periodo estival. En este invierno de 2021 se estimaba resolver ese salto con la compra de 54 barcos metaneros de gas GNL importado de diversos lugares del mundo que implican una importación –a razón de una media de entre 40 y 50 millones de m3 de gas natural por barco– de unos 2.700 millones de m3: un 5,6% del consumo nacional. El tema es que ese gas importado asciende a un lacerante monto de divisas para la economía nacional del orden de 970 millones de dólares, al precio medio evaporado del orden de 10 dólares por MMBTU.

Ese gas importado es posible sustituirlo con creces con el gas local, tanto del sur como del Comahue, a un valor sustancialmente menor y en pesos. La sustitución con gas local posibilitaría un mejor precio para las industrias locales y para los hogares. De allí que, en un marco de planeamiento energético contemplando la industria y el trabajo, tiene prioridad la sustitución de los 40 millones de m3 de gas por día en el pico invernal. Una primera opción es colocar almacenajes de GNL, que requieren para la etapa de evaporación cursos de agua importantes. Bahía Blanca y Ensenada son lugares aptos para ubicar plantas de almacenaje. En Ensenada cabe pensar en varios tanques criogénicos de grandes estructuras para almacenar hasta 200 millones de m3 cada uno. Allí está la planta de Tandanor, una empresa nacional con capacidades tecnológicas e industriales aptas para construirlos. También allí es posible planificar la construcción de barcos metaneros de indudable uso en el futuro. Con estas plantas de almacenaje de gas natural licuado es posible recrear el autoabastecimiento del gas natural en el país. Poseer grados de seguridad en el suministro y autonomía para encarar obras como las descriptas es tener un rol soberano en el sistema integrado de gas.

Hoy la Argentina industrial y los usuarios de gas pagan en el periodo invernal en promedio valores similares o más altos a lo que pagan países importadores anuales, cuando posee recursos abundantes.

¿Podremos encontrar el camino adecuado para resolver nuestros problemas energéticos? Tanto el gobierno como los organismos reguladores deben poner una poderosa luz amarilla ante tamaño drenaje de divisas. Cabe volver al título y reafirmar que no hay país sin planificación y no hay planificación sin debate. Tenemos enormes posibilidades de energía térmica y eléctrica a ser analizados por nuestros y nuestras profesionales. Tenemos voluntad de creación. ¿Qué nos falta?

 

Andrés Repar es integrante del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz (IESO) y miembro del Grupo Bolívar.

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