Eco-peronismo para volver mejores

Algo pasa en el peronismo, hay cierta desorientación en las ideas y se hace evidente la búsqueda por revisar las bases y volver a las fuentes. Aparece fuerte la necesidad de una actualización doctrinaria en el movimiento peronista. Decía Perón que si las doctrinas no se actualizan se convierten en dogmas, en burocracias pesadas que debaten anacronismos estériles, y que un movimiento sin doctrina es como un cuerpo sin alma.

¿Y acaso no es el territorio nacional nuestro cuerpo geopolítico? ¿Qué pasa hoy con la ecología?¿Por qué no es un tema central del peronismo? ¿Estaba “gagá” el viejo cuando en 1972 proponía a la humanidad ponerse en pie de guerra en defensa de los Recursos Naturales y el Ambiente?

La dictadura genocida dejó un espacio vacío para la transmisión de ideas, y los debates militantes que se daban en los años 70 en torno al concepto de desarrollo quedaron obturados. Luego, el endeudamiento, la desindustrialización y la desocupación hicieron de lo social lo principal. No había espacio para pensar la dependencia mientras rescatábamos a los compañeros del más absoluto abandono.

A 20 años del estallido del 2001 hoy debemos reconocer que con merenderos y comedores no alcanza. Los años 90 nos metieron de lleno a resolver la emergencia del desastre neoliberal, la urgencia del hambre. Estábamos demasiado ocupados en sostener las barriadas frente a la crisis social que dejaban las bombas del neoliberalismo, como para ponernos a pensar en cuestiones ecologistas. Pero en eso llegó el 2008 y el mal llamado conflicto “del campo”. Las retenciones a la soja evidenciaron la crisis de ese modelo de desarrollo, la inequidad distributiva, y también sus consecuencias ambientales. El problema no era solamente cuánta plata le quedaba al Estado, sino también los desmontes, las consecuencias sanitarias de las fumigaciones, la pérdida de fertilidad de los suelos, el monocultivo transgénico y el precio de los alimentos. Todo conflicto deja un saldo de conciencia.

Hoy se hace necesario pensar lo ambiental. No alcanza con ver el conflicto redistributivo. Destruir ecosistemas por dinero es pan para hoy y hambre para mañana. Para eso es necesario el eco-peronismo, una reactualización doctrinaria surgida del conflicto social emergente por el extractivismo.

De la militancia social a la militancia socio-ambiental

La Argentina está atravesando problemas ecológicos graves. Hay ríos enteros contaminados por la minería cianurífera y el monocultivo sojero. Es momento de que se incorpore a la formación de cuadros el Mensaje Ambiental de Perón. Y, fundamentalmente, es urgente que en la política nacional se hable de ecología. Debe dejar de ser un tema tabú. En el mapa político argentino todavía está ausente la propuesta programática ecológica. Incorporar la comprensión ecosistémica en los grandes espacios políticos de decisión permitirá reconocer que las consecuencias del modelo de desarrollo no pueden ser abarcadas solo desde el área de Ambiente.

Frente a una fraudulenta y gigantesca deuda externa, la necesidad imperiosa de divisas nos subordina a la re-primarización económica de la Inversión Extranjera Directa, es decir, al saqueo constante de recursos naturales, asumiendo nosotros las pérdidas por pasivos ambientales.

Para eso tenemos que formar a los compañeros y las compañeras en la defensa ambiental, porque son los y las militantes quienes hacen a los y las dirigentes. Porque desde el pataleo desde abajo se van formando las ideas que necesariamente tienen que estar en agenda. Si no hay desplantes a dirigentes no hay sentido de organización en las bases y solo se congrega obediencia.

Con la militancia social no alcanza. Llevamos más de 20 años de asistencia social y a nuestras riquezas naturales se las siguen robando. El problema no es la pobreza, sino la riqueza. El problema es que nos saquean la riqueza, por eso somos pobres. El peronismo debe volver a poner en el centro del debate la idea de soberanía desde una concepción amplia que implique la potestad del pueblo argentino para ser soberanos sobre nuestros ecosistemas, para poder decidir qué hacemos con nuestras riquezas naturales, y que no lo decidan desde afuera.

Se hace necesario pasar de una militancia social a una militancia socio-ambiental, una militancia consciente del problema ecológico.

¿De qué hablamos cuando hablamos de una ecología peronista? El eco-peronismo no es ecologismo cheto, no es jardinería, sino lucha social, compromiso por la defensa de lo nuestro, la dignidad de tener un ambiente sano. No se trata de desarrollo sustentable para hacer sustentable al desarrollo. La defensa de nuestros recursos naturales es principalmente una cuestión de soberanía nacional y de justicia social: no hay dignidad de la persona humana en un ambiente contaminado, y no hay soberanía nacional con recursos naturales extranjerizados.

Los y las peronistas tenemos una larga tradición de pensamiento filosófico relacionado con la ecología. Evitar el tema es dejarlo a merced de planteos estrafalarios o superficiales. Si volvimos para ser mejores, tomemos la posta del tema ambiental.

Citando a Perón en su Mensaje Ambiental a los Gobiernos y Pueblos del Mundo de 1972: “Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad del los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología donde rige la economía de mercado. De nada vale que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a métodos de desarrollo preconizados por esos mismos monopolios, que significan la negación de un uso racional de aquellos recursos”.

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