La lucha por la idea

Los peronistas debemos reconstruir nuestra identidad para poder volver a protagonizar el futuro de todos los argentinos. Revisar nuestro pasado reciente es necesario, pero nuestro principal desafío está adelante y no atrás.

Hoy el peronismo parece estar repartido entre varios sectores con necesidades, trayectorias e ideas aparentemente irreconciliables. Sin embargo, más allá de las urgencias que pueda tener cada uno de ellos, todos tienen un mismo desafío: invalidadas las otras herramientas, la única manera de conducir al peronismo en los próximos años será persuadiendo al conjunto. Y como ya no hay acuerdo suficiente sobre nuestro pasado reciente, la única manera de convencer será con nuevas ideas.

Los peronistas sabemos que la unidad de acción solamente se logra con la unidad de concepción. Pero la unidad del peronismo también es una forma de aportar a una unidad mayor: la de toda la nación. Por eso lo que nos compromete en este momento no es unirnos para ganar, sino presentar un nuevo proyecto al pueblo argentino. Con memoria pero sin nostalgia. No podemos seguir repitiendo a los gritos que todo se hizo bien, o que todo se hizo mal. Tampoco podemos definir nuestras propuestas basándonos únicamente en lo bien que estuvimos cuando nos tocó gobernar, ni mucho menos postulando retoques cosméticos al ajuste –y desbarajuste– macrista. Tampoco sería buena idea elaborar consignas proselitistas que se originen principalmente en las tendencias culturales predominantes o en lo que dicen las encuestas sobre “lo que quiere la clase media”. Habrá que tener todo eso en cuenta, pero nuestra propuesta deberá ser superadora de esas reclamaciones, porque nuestro objetivo no es solamente volver a la victoria, sino prepararnos para conducir a nuestro pueblo hacia una nación justa, libre y soberana. Tenemos que cambiar la historia, reorientando decisivamente las políticas y la forma de “hacer política”, pero también tenemos que impulsar un cambio en lo que la sociedad espera de las políticas y de la política.

Celebro entonces la reaparición de la revista Movimiento para aportar en esas cuestiones. En la historia del peronismo las revistas han servido para debatir entre compañeros de distintos sectores y con muy diferentes responsabilidades. En particular adhiero al espíritu amplio y pluralista que siempre tuvieron las publicaciones que inspiró durante décadas nuestro querido Antonio Cafiero. Imitar hoy su ejemplo podría servir para templar nuevamente las armas con las que daremos “la lucha por la idea”.

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