Esbozo sobre posibles explicaciones políticas de los resultados de las PASO 2021

Caída general del voto peronista

Los resultados de las PASO 2021 han sido negativos para el Frente de Todos (FdT) y para cualquier expresión de signo peronista. Apenas un tercio del electorado optó por propuestas de esta corriente. No es algo inédito. La presente situación repite, aproximadamente, lo ocurrido en los procesos electorales de 1985, 2009, 2013 y 2017. Pero, a diferencia de las anteriores, el declive de un sector del peronismo no fue acompañado por el crecimiento de algún otro: en esta oportunidad la caída ha sido generalizada.

Hagamos una breve reseña de las experiencias anteriores. En las últimas décadas las internas entre diversos sectores peronistas en pugna se han dirimido en buena medida en territorio bonaerense. Además, se ha verificado allí –en más de una ocasión– la tendencia antes mencionada: cuando un sector del peronismo decae, suele haber otro que crece. En 1985, el pésimo rendimiento –apenas obtuvo el 10% de los votos – de la lista oficial del Partido Justicialista (PJ) fue explicado por el crecimiento de un espacio alternativo dentro del peronismo: la lista del peronismo “renovador”, liderado por Antonio Cafiero, llegó al 27%. Entonces, la magra cosecha electoral del sector ortodoxo vino acompañada de una importante aparición del sector renovador. Siguiendo en la provincia de Buenos Aires, tanto en 2009 como en 2013 el Frente para la Victoria (FpV) –representación principal del Movimiento Peronista en los primeros años del presente siglo– obtuvo alrededor del 32% de los sufragios. En ambos casos, los porcentajes eran muy inferiores a los obtenidos en 2007 y 2011, respectivamente, pero siempre se verificaba un importante deslizamiento a otras opciones del universo peronista. En 2009, la derrota estuvo a manos de una lista que contenía muchos dirigentes justicialistas en su armado y que contó con la presencia –en un rol central– del exgobernador peronista, Felipe Solá. El mismo Francisco de Narváez –principal figura de aquella victoria– había sido parte del armado duhaldista que enfrentó al kirchnerismo en las elecciones de 2005. Por su parte, en 2013, el victorioso Frente Renovador fue conducido por el exjefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner (CFK), Sergio Massa, y en su construcción participaron varios intendentes peronistas, especialmente de la Primera Sección Electoral.

A contramano de las situaciones recién mencionadas, en 2021 el declive del FdT en relación a 2019 no fue capitalizado por otra fuerza peronista. Al contrario, la construcción que contó con la participación de dirigentes peronistas y se mantuvo al margen del FdT en 2019 –Consenso Federal– ahora se ha presentado con Florencio Randazzo como primer candidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires y ha obtenido apenas un 3,6% de los sufragios: casi la mitad del porcentaje conseguido por Consenso Federal en las PASO 2019, e incluso por debajo de lo obtenido por el mismo Randazzo en las PASO 2017, donde había cosechado casi un 6%. Alguno podría mencionar como ejemplo de “crecimiento” la aparición de la agrupación Principios y Valores –liderada por Guillermo Moreno–, pero el escaso porcentaje obtenido –apenas ha rondado el 1% de los votos– lo ubica en una posición marginal y poco relevante.

 

Mucho menor porcentaje que en 2019, ¿pero es válida la comparación?

Entre las agrupaciones políticas que pugnan por quedarse con la presidencia de la Nación u otros cargos ejecutivos, es habitual que reduzcan sus porcentajes en las elecciones en las que solo se dirime la renovación de bloques legislativos. Al no elegirse un único cargo ejecutivo, sino múltiples bancas legislativas, suele producirse una mayor dispersión del voto. A su vez –y más allá de que siempre inciden los asuntos nacionales– en varias provincias las elecciones de “medio término” son muy diferentes a las ejecutivas, debido a que diversas fuerzas provinciales pelean por acceder a cargos parlamentarios. Por ende, sin desconocerlos, consideramos preciso relativizar los datos a nivel nacional y las comparaciones de ese tipo con una elección presidencial. Para probar este aserto podríamos mencionar el ejemplo de Córdoba, donde encontramos resultados sorprendentemente semejantes entre las elecciones legislativas de 2017 y 2021. En 2017, tomando en cuenta las PASO y las elecciones generales, el espacio de Cambiemos obtuvo entre 45 y 48 puntos; el oficialismo provincial, entre 28 y 30; y el cristinismo, un 10%. A su vez, en las PASO 2021, JxC obtuvo alrededor del 48%; la lista del peronismo cordobés, alrededor del 25%; y la lista del FdT apenas pasó el 10%. En cambio, los porcentajes fueron sustancialmente diferentes en las elecciones presidenciales de 2019. Esta situación se produce, en parte, porque el peronismo cordobés se encuentra disociado del principal frente peronista a nivel nacional, pero, pese a lo afirmado, no debe soslayarse del análisis de estos resultados la implicancia nacional del clivaje cristinismo-anticristinismo que veremos luego. Así las cosas, en el caso de la provincia de Córdoba pueden encontrarse elementos nacionales, pero es un claro ejemplo donde una fuerza de alcance provincial aspira a cargos legislativos nacionales, pero no es parte de ningún frente nacional.

Este escenario de dispersión del voto se suele repetir –o se ha dado en la presente elección– en varias provincias, como Neuquén, San Luis, Chubut, Misiones, Río Negro, Santiago del Estero e incluso Tierra del Fuego, en las que existen fuerzas políticas provinciales con importante presencia y aspiraciones de conseguir bancas legislativas. Todo esto sin perjuicio de que luego puedan tener posiciones cercanas en el Congreso Nacional, o directamente –como en el caso de Santiago del Estero– luego de presentarse por frentes electorales propios pasan a integrar las bancadas del FdT en ambas cámaras.

Por lo señalado, consideramos que las elecciones de renovación de cargos legislativos no deben ser leídas estrictamente en términos nacionales. En concreto, nos referimos a que muchos de los votantes de estas opciones electorales de alcance provincial luego eligen fórmulas presidenciales peronistas. Que quede claro: es innegable que los resultados de las PASO 2021 han sido muy adversos para el oficialismo, pero es prudente no considerarlos catastróficos ni irreversibles en vista del 2023. De hecho, en 2005 –en lo que es hasta ahora la mejor actuación en elecciones de término medio– el kirchnerismo apenas logró acercarse al 40% de los votos a nivel nacional. En 2009, 2013 y 2017 obtuvo resultados similares a los logrados en septiembre pasado e, igualmente, en dos de esas tres oportunidades pudo vencer en la siguiente elección presidencial.

 

El caso de la provincia de Buenos Aires: notable caída

El caso contrario al de la mayoría es el de la provincia de Buenos Aires. El principal distrito es, a su vez, el territorio donde más “nacionalizadas” están las distintas elecciones. Aquí sí consideramos válido hacer una lectura “nacional” de los resultados. Igualmente, es difícil comparar la PASO 2021 con alguna anterior, porque difieren las instancias, las categorías y han cambiado de composición los frentes electorales. En 2017, el cristinismo se presentó a través de Unidad Ciudadana (UC), diferenciada de los espacios liderados por Massa y Randazzo. En las PASO de ese año, UC cosechó 34,2% y 32,1% en las categorías de senadores nacionales y diputados nacionales, respectivamente. En cambio, en 2019 ya se había conformado el FdT, con la incorporación del sector de Massa y, parcialmente, el de Randazzo. Comparados los resultados de las últimas PASO con las de 2019 –tomamos la categoría presidencial, por ser la más relevante de aquella ocasión– el FdT perdió 17 puntos porcentuales. Innegablemente, ha sido una caída muy significativa. De los frentes electorales que superaron el umbral en 2019, esta situación sólo se repitió en el espacio de Randazzo –otro dato que demuestra la caída general del voto ligado al ámbito peronista. En cambio, crecieron Juntos –unos ocho puntos– y también mejoraron los porcentajes la opción liberal representada por Espert y la izquierda. Un dato interesante es que el porcentaje obtenido por el FdT en la categoría de diputados nacionales (33%) es muy similar –apenas inferior– al logrado por Unidad Ciudadana en 2017 (34%). A este hecho lo consideramos relevante en lo que respecta a un asunto que trataremos luego.

Seguramente sean múltiples las causas que expliquen el retroceso oficialista y la mejora de los otros frentes electorales. A continuación, ensayaremos algunas posibles razones de lo sucedido.

 

Posibles razones de la derrota

Es probable que parte de las y los votantes “independientes” que apoyaron al FdT en 2019 hayan votado a Juntos por sus intenciones de castigar al gobierno nacional, debido a la disconformidad con la gestión actual –voto útil de castigo. Tal vez algunos hayan decidido votar en blanco o no ir a sufragar: la participación fue notoriamente menor que en años anteriores. ¿Esto ha sido a causa de la pandemia, o debido a que una franja importante del electorado no encontró razones válidas para emitir su voto? ¿Esa falta de motivación habrá sido mayor entre las y los votantes del FdT? Entre las posibles explicaciones de la derrota han abundado las de tipo economicista. Sobran quienes –seducidos en forma irrefrenable por el supuesto poder avasallante de aquella famosa frase: “Es la economía, estúpido”– reducen todo análisis electoral a la mala situación económica. Está claro que los factores económicos ejercen influencia en un proceso electoral, pero estamos lejos de pensar que lo expliquen totalmente. Ni siquiera los evaluamos como la explicación determinante. Entendemos que suelen ser asuntos políticos los que cumplen un rol relevante a la hora de expresar los resultados electorales. Analizaremos dos posibles motivos de esa índole.

 

Explicación política (I): exceso de progresismo y falta de peronismo

Ya desde la edición inaugural de esta publicación (número 1, junio 2018) manifestamos que no era aconsejable privilegiar la alianza con el progresismo. En enero del corriente año (en el número 29 de Movimiento) señalamos que podía llevar a nuevas derrotas seguir otorgándole un rol protagónico a este sector, toda vez que la excesiva influencia del elemento progresista desperoniza al gobierno. Asimismo, indicamos que colocar la agenda progresista en el centro de gravedad era un grave error político. En el mismo sentido (en la edición de septiembre de 2020, el número 25) nos referimos a la necesidad de ubicar a la producción y el trabajo –temática propia del Movimiento Peronista– en ese sitio. Que no haya sucedido en la justa proporción y que se haya dado un desmedido lugar a los anhelos del progresismo, considero que es parte de la explicación de la mala performance electoral del FdT.

 

Explicación política (II): retorno del clivaje cristinismo-anticristinismo

Otra posible explicación puede ser el retorno del clivaje cristinismo-anticristinismo. En términos generales, las elecciones de 2021 ratifican el declive electoral del FdT que empezó a vislumbrarse incluso antes de iniciar la gestión en diciembre de 2019. En la edición de noviembre de 2019 (número 18) de esta misma publicación –en un artículo dedicado a los resultados de las elecciones generales de octubre de ese año– nos hicimos una serie de interrogantes, entre los cuales aparecían cuáles podrían ser las causas de los notorios cambios entre los resultados de las PASO y las elecciones generales, y si se había verificado un desplazamiento de clivajes. Entre las posibles explicaciones mencionamos la influencia que pudo haber ejercido la presencia mayor de CFK en la parte final de la campaña presidencial, y la posibilidad de que se hubieran empezado a disolver las diferencias que una importante parte de la población advertía entre los integrantes del binomio aspirante a la Casa Rosada. Ahí mismo indicábamos que el predominio del clivaje cristinismo-anticristinismo, en detrimento del clivaje peronismo-antiperonismo, había favorecido y posibilitado las victorias de Cambiemos en 2015 y en 2017. Además, señalamos que ese clivaje había sido atenuado gracias a la designación de Alberto Fernández como candidato a la presidencia y al acuerdo político del cristinismo con Sergio Massa. En 2019, tanto Alberto Fernández como Massa representaban para un sector de la población una posición divergente –por lo menos en algunos aspectos– de las sostenidas por CFK. A lo largo de los últimos dos años parece que esas diferencias se han ido diluyendo y aparece como uno de los posibles motivos de la caída del rendimiento electoral del FdT. En este punto se produce una situación que podría considerarse paradojal, pero que se entiende por una ponderación muy diferente: por un lado, dentro de cierta tendencia de dirigentes y simpatizantes del gobierno nacional, se estima que la derrota fue consecuencia de la poca intervención de CFK dentro de la orientación de la gestión ejecutiva; pero, por otro lado –fuera de esa especie de “microclima”– amplios sectores de la sociedad perciben al presidente Alberto Fernández como un seguidor incondicional de las disposiciones de la vicepresidenta. Esto último podría explicar que los resultados electorales de las PASO 2021 sean coincidentes o similares con los se produjeron en los años donde predominó el clivaje cristinismo-anticristinismo.

A fin de exhibir lo afirmado podemos recordar algunos resultados en distritos electorales de la llamada “zona central”, que se ha caracterizado por ser la más esquiva para el cristinismo. Arriba reseñamos los números de Córdoba y dimos cuenta de la actuación de la lista enrolada en el cristinismo.

Por su lado, en CABA, en el ballotage 2015 el FpV perdió por casi 30 puntos. En cambio, en las PASO 2019 la diferencia se acortó a 12 puntos (46% a 34%) y volvió a ampliarse, hasta llegar a los 17 puntos (52% a 35%) en las generales de 2019. Ahora, en las PASO 2021, la distancia se ha vuelto a extender hasta los 24 puntos (48% a 24%).

A su turno, en Mendoza, en el ballotage 2015 el FpV perdió por 15 puntos; en las PASO 2019 el FdT ganó por 4 puntos; y en las generales 2019 perdió por 12 puntos. En las PASO 2021, Cambia Mendoza le ganó al FdT por 43 a 25.

Por su parte, en Santa Fe, en el ballotage 2015 el FpV perdió por unos 10 puntos. En cambio, en las PASO 2019 el FdT pudo revertir esos resultados negativos de 2015 y triunfó por 10 puntos. Bajó su rendimiento en las generales de 2019 y llegó a perder por ajustadísimo margen. En cambio, en las PASO 2021 perdió por alrededor de 10 puntos porcentuales, casi el mismo porcentaje por el que fue derrotado el FpV en la segunda vuelta de 2015.

En el caso de Entre Ríos se verifica algo similar. En 2015 el FpV fue derrotado en el ballotage que ganó Macri por unos 10 puntos, pero el FdT logró ganar en las PASO 2019. En las generales de 2019 volvió a triunfar la coalición antiperonista, por una estrechísima diferencia. En las PASO 2021 los resultados fueron llamativamente magros: la derrota fue por más de 20 puntos.

Por último, veremos el caso de San Luis. En la provincia cuyana, el FdT –con el apoyo del gobernador, Alberto Rodríguez Saá– llegó a ganar por más de 10 puntos en las PASO 2019; pero en las generales de 2019, JxC revirtió el resultado y ganó por unos 4 puntos. En las PASO 2021 ha triunfado una lista cercana a JxC –Unidos por San Luis– y a los pocos días de finalizado el acto electoral, el gobernador Rodríguez Saá se ha desmarcado claramente del FdT, entendiendo que su electorado hace varios años que viene dando muestras de anticristinismo –Macri ganó por casi 30 puntos el ballotage de 2015 e incluso triunfó, como se ha indicado, en las generales de 2019.

En resumen, los resultados de las PASO 2021 se parecen bastante a los de 2015 y 2017. ¿Eso es mera consecuencia de la mala situación económica, o puede estar manifestando el retorno de un clivaje en torno a la actual vicepresidenta de la Nación?

 

Movimientos posteriores a la jornada electoral

El Peronismo no es un movimiento de lobos esteparios. La actitud de librepensadores y sujetos silvestres que pretenden arrogarse su custodia siempre es mala consejera. La representatividad se manifiesta, sobre todo, en gobernadores, intendentes y sindicatos. El FdT contiene en su seno a la mayoría de esas expresiones principales del Movimiento Peronista, pero durante la primera parte de la gestión presidencial no ocuparon los lugares de relevancia que esos sectores ameritan. En ese sentido, considero muy auspicioso la llegada al gabinete nacional del gobernador tucumano, Juan Manzur. En la misma línea debe entenderse el aporte de intendentes del conurbano bonaerense al gabinete provincial. Ambas situaciones otorgan mayor densidad a ambos gobiernos y marcan una nueva estrategia política, en la que los elementos principales del peronismo ocupan el centro de la escena.

Hace tiempo aparece como necesario mejorar la relación con los sectores agropecuarios. En el número 23 de Movimiento (julio 2020) expusimos la necesidad de construir una política inteligente hacia ese sector. En ese sentido, entendemos que la designación de Julián Domínguez puede contribuir a esa finalidad y lo celebramos.

Por último, hay que entender que las correcciones realizadas en los días posteriores al acto electoral probablemente no surtan efecto en las elecciones generales de noviembre, pero colocan al gobierno en una mejor situación para enderezar la gestión y encarar con mejores expectativas las elecciones presidenciales de 2023.

Share this content:

14 comentarios en “Esbozo sobre posibles explicaciones políticas de los resultados de las PASO 2021

  1. Pingback: 100mg viagra pills
  2. Pingback: cialis 50mg
  3. Pingback: rite aid pharmacy

Deja una respuesta