Los desafíos del 2021: la cooperación por las vacunas, el equilibrio de poder y la reconstrucción de la integración latinoamericana

El 26 de marzo de 2021 el MERCOSUR cumple 30 años y la Argentina asumió su Presidencia Pro Tempore, en la etapa más crítica que la integración regional ha atravesado en los últimos tiempos. En la cumbre de Jefes de Estado, Alberto Fernández reafirmó que lo considera el mecanismo de integración más importante para el país, siendo una política de Estado y una vocación de los pueblos.

Durante los últimos años, con gobiernos neoliberales y conservadores en la región, regresión histórica en materia de integración y reprimarización de las economías, el MERCOSUR dejó de ser considerado una herramienta de integración estratégica para lograr mayor margen de maniobra de la región en un escenario global cada vez más incierto, y se convirtió en una zona de libre comercio, iniciando un proceso de apertura comercial del bloque y concediendo los esbozos de soberanía que con mucho esfuerzo se habían conseguido hasta ese momento.

Así, la institucionalidad del MERCOSUR, que hace 35 años –a partir de la amistad argentino-brasileña– sellaran Raúl Alfonsín y José Sarney, se empezó a socavar: la eliminación de la elección directa de parlamentarios y parlamentarias del Parlasur hizo retroceder una instancia superadora de los procesos de integración, como lo es la integración de los pueblos: la posibilidad de que gobiernos y oposiciones de los Estados miembros puedan dialogar, generar consensos y diseñar normativas supranacionales para resolver los problemas que trascienden nuestras fronteras.

La decisión –inconsulta al Congreso– del expresidente Mauricio Macri de retirar a la Argentina en 2019 de la UNASUR, junto a la de Brasil en cabeza de Jair Bolsonaro, Paraguay con Mario Abdo Benítez, Colombia con Iván Duque, Ecuador con Lenin Moreno y Bolivia bajo la dictadura de Jeanine Añez, fueron un ejemplo más de la necesidad de apuntar a procesos de institucionalización que permitan que estos organismos que fortalecen la democracia en la región no queden en manos de cualquier gobierno, sino que sean custodiadas por los pueblos y que la integración sea una política de Estado.

La UNASUR, que supo actuar con firmeza en la crisis política de Bolivia en 2008, frente al golpe de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras, contra el intento de golpe de Estado a Rafael Correa cuando fuera secuestrado en el Hospital Policial en 2010, estaba totalmente desarticulada cuando con la farsa de fraude –promovida por la Organización de Estados Americanos de Luis Almagro– se diera el golpe de Estado a Evo Morales y se instaurara una dictadura que sometió al pueblo boliviano a violaciones de derechos humanos, persecuciones políticas y dos cruentas masacres que, gracias a la restauración de la democracia, ya se encuentran en proceso de investigación.

La victoria del pueblo en Bolivia sin dudas muestra un escenario alentador para –como diría Boaventura de Sousa Santos– pensar el “Sur Global”. La derrota de Jair Bolsonaro en las elecciones municipales en Brasil muestra que la antipolítica no era tan rentable como parecía y, con ello, la victoria de las convicciones y la ratificación de que los gobiernos conservadores no logran consolidarse como opciones electorales.

Los temas de agenda son muchos: la incorporación como miembro pleno de Bolivia; la cooperación para lograr la vacunación exitosa en la región; el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea que se está negociando hace casi dos décadas y que aún no genera consensos en Europa; el relacionamiento con Estados Unidos y China; la negociación pendiente con Corea; la ansiada infraestructura integrada; el manejo de los recursos naturales; la conectividad y el desarrollo 4.0 para la industria; y los mecanismos de representación social; son algunos de los puntos claves que deberá motorizar la Argentina.

El presidente Alberto Fernández, al asumir la presidencia del MERCOSUR, planteó que la región necesita consolidar el espacio común con un modelo de integración regional sustentable, en el sentido amplio de la palabra: sólido en su institucionalidad, con perspectiva soberana y con inclusión social, con innovación y con un desarrollo sustentable, buscando el destino común de la Patria Grande.

Hace algunos años, a cargo de la secretaría general del UNASUR, el expresidente Néstor Kirchner nos convocaba a construir –a partir de la realidad relativa de cada país– una realidad superadora que nos contuviera a todos.

La coyuntura crítica que atraviesa la región más desigual del mundo que –según los datos de la CEPAL– estima para 2020 una caída del 9% del PBI, y en la cual la informalidad y la precariedad laboral comienzan a dejar de ser la excepción para convertirse en la norma, requiere de dirigentes comprometidos y comprometidas con la inserción estratégica de la región en el mundo, con la generación de empleo, con la búsqueda de un desarrollo sostenible y políticas publicas inclusivas que reviertan la movilidad social descendente que se viene marcando en los países de la región. Movilidad social que supo ser bandera del peronismo y de la Argentina.

 

Dolores Gandulfo es directora del Observatorio Electoral de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), directora ejecutiva de Política Institucional de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y profesora del Instituto de Capacitación Política del Ministerio del Interior (INCAP).

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