La Salud en la CELAC

La CELAC o Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es una de las más recientes y amplias iniciativas de integración de la región. Fue creada en la Cumbre de la Unidad de la América Latina y del Caribe realizada en la Riviera Maya, México, en febrero de 2010, por decisión de los jefes y las jefas de Estado y de Gobierno de la región. La llamada Cumbre de la Unidad allí realizada incluyó la II Cumbre de América Latina y del Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y la 21 Cumbre del Grupo de Río. El documento fundador de la CELAC es la Declaración de la Cumbre de la Unidad de América Latina y del Caribe, que estableció consensualmente la constitución de un nuevo mecanismo de concertación política que incluía a los países de América del Sur, de América Central y del Caribe.[1] La CELAC asumió el patrimonio histórico del Grupo de Río –concertación política– y de la CALC –desarrollo e integración. Los días 2 y 3 de diciembre de 2011 fue realizada en Venezuela la III CALC y la I Cumbre de la CELAC, en la cual finalizó su proceso de constitución y se produjo la Declaración y Plan de Acción de Caracas. En la Declaración de la Cumbre de la Unidad se determinó la creación de un foro unificado, constituido como grupo de trabajo y encargado de escribir las reglas de funcionamiento del nuevo organismo. La convergencia de la CALC y del Grupo de Río pasó, entonces, a ocurrir de forma gradual. Ambos mecanismos mantuvieron sus agendas y métodos de trabajo paralelos hasta la conclusión del proceso de construcción de la CELAC.

Los objetivos de la CELAC incluyen la contribución para la ampliación del diálogo político y de los proyectos de cooperación en la región, y facilitar la conformación de una identidad regional propia y de posiciones latinoamericanas y caribeñas comunes en lo que se refiere a la integración y al desarrollo. Representó, también, la convergencia política de mecanismos y organizaciones preexistentes, como es el caso del Mercosur, de CARICOM –Comunidad Caribeña que reúne los países del Caribe– y del SICA –Sistema de Integración CentroAmericana que reúne los países de América Central. Ya desde una dimensión política, la CELAC parte de la base construida por el Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política establecido en Río de Janeiro en 1986, conocido como Grupo de Río.

Los jefes y las jefas de Estado y de Gobierno de todos los países de la región firmaron en Santiago de Chile, en enero de 2013, en la primera reunión de la cumbre, la Declaración de Santiago, en la cual se destaca que esta iniciativa constituye “un marco en la historia da América Latina y del Caribe al agrupar de forma permanente los 33 países de la región en un mecanismo de diálogo y consulta que se tornará un foro y un actor político, para avanzar en los procesos de integración política, económica, social y cultural, alcanzando el equilibrio entre la unidad y la diversidad”. Entre las ideas entonces debatidas vale la pena destacar la de adoptar un conjunto de indicadores económicos y sociales que permita la realización de una evaluación periódica del estado de la región, especialmente en lo que se refiere al progreso social, con apoyo de la Comisión Económica para América Latina y Caribe (CEPAL). La Cumbre de Santiago abordó otros temas, entre los cuales resaltan el terrorismo y el narcotráfico, el transporte aéreo y marítimo, la infraestructura, la energía y las migraciones.

La II Cumbre de La Habana, Cuba, en enero de 2014, continuó el trabajo sobre las cuestiones iniciadas en Santiago, destacando que “dos años de funcionamiento de la CELAC consiguieron construir un espacio de diálogo y concertación política que nos une y posibilita el deseo que tenemos de trabajar juntos por el bienestar de nuestros pueblos, lo que permite, a su vez, una mejor inserción y proyección de nuestra región en el ámbito internacional”. Tanto en la Declaración de Santiago como en la de La Habana se reconoce el papel histórico que desempeñaron los países de CARICOM en el desarrollo integral de la región y se resalta que el proceso de unificación e integración debe ser construido gradualmente, con respecto al pluralismo y al derecho soberano, y considerando las particularidades de cada uno de los pueblos en lo que refiere a su forma de organización política y económica. También los jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a trabajar conjuntamente por la prosperidad de todos, de forma de erradicar la discriminación, las desigualdades y la marginalización, las violaciones de los derechos humanos y las transgresiones al estado de derecho.

Es preciso resaltar que la CELAC no pretende duplicar otras experiencias o instituciones regionales o subregionales. La idea es complementar estos procesos para potencializar el desarrollo solidario e inclusivo de los Estados latinoamericanos y caribeños. En relación a la cooperación internacional, apoya iniciativas de cooperación, promoviendo el desarrollo sostenible. En este sentido, propone que se adopte un conjunto de principios tangibles para los países de la comunidad, que sean implementados de acuerdo con estrategias, planes y programas de desarrollo. Para avanzar en este sentido, fue creada una Política de Cooperación Sur-Sur y Triangular dedicada a la reducción de las asimetrías regionales, que promueve el desarrollo sostenible en articulación con las instancias ya existentes de cooperación de la región. Se trata de una oportunidad para la diplomacia, en el sentido de alinear la posición de los países de la CELAC con la de organismos multilaterales, reuniones y conferencias internacionales de alcance global.

La III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC, en Belén, Costa Rica, en enero de 2015, contó con la presencia de 21 mandatarios –16 presidentes y cinco primeros ministros de la región– y con la participación especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB). La cumbre produjo los documentos Declaración Política de Belém y Plan de Acción de la CELAC 2015, que aborda los siguientes temas: seguridad alimentaria y erradicación del hambre y de la pobreza; agricultura familiar; educación; cultura y diálogo entre culturas; trabajo; migraciones, problema mundial de las drogas; seguridad ciudadana; prevención y lucha contra la corrupción; participación ciudadana; promoción de la equidad, de la igualdad y el empoderamiento de la mujer; combate al tráfico ilícito de armas pequeñas y leves en todos sus aspectos; afrodescendientes; ciencia, tecnología e innovación; desarrollo productivo e industrial; tarifa preferencial latinoamericana y caribeña; infraestructura; finanzas; medio ambiente; energía, asistencia humanitaria internacional en casos de desastre; planificación; cooperación; mecanismos y organismos regionales y subregionales de integración; agenda post-2015; política internacional; relacionamiento con socios extra regionales.

En enero de 2016 se desarrolló la IV Cumbre de la CELAC que generó una Declaración Política y el Plan de Acción 2016, así como 21 declaraciones especiales que versan sobre diversos temas de los países integrantes de la cumbre, que fue marcada por las preocupaciones con la epidemia por el virus del Zika, como se verá en párrafos posteriores.

El foro ha sufrido altibajos en su intención de ser un instrumento de concertación y defensa de la identidad, de las aspiraciones y de la cultura regional con una visión humanista, para reafirmar el concepto de una región unida y soberana, comprometida con un destino común. Estratégicamente, ofrece un instrumento político dedicado a unir voluntades, respetar la diversidad y resolver diferencias, además de cooperar por el bien común y por la solidaridad de las 22 naciones independientes situadas entre México y la Patagonia. Su importancia creció sustancialmente con las posiciones políticas antimigratorias y discriminatorias del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, lo que, con otras medidas económicas, volvió a aproximar a México a la CELAC y tornó más sólidos los lazos entre sus integrantes.

 

La salud en la CELAC

En sus declaraciones y en sus primeros acuerdos, el tema de la integración en el campo de la salud, curiosamente, no fue mencionado, a pesar de la fuerza con que aparece en las organizaciones que conforman la CELAC. Sin embargo, toma fuerza a partir de los años subsiguientes en función de las amenazas epidémicas del virus del Ébola y del Zika, y más recientemente en relación a la pandemia de la COVID-19. En la Declaración de Caracas (2011), la CELAC resalta la importancia de profundizar la cooperación y la ejecución de políticas sociales, en el sentido de reducir las desigualdades de la región, con el fin de consolidar naciones capaces de cumplir y superar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Los temas ligados a la salud que aparecieron en los primeros años de la CELAC habían sido los tratamientos, estrategias farmacológicas y vacunas contra la dependencia de drogas, incluyendo la propuesta de obtener apoyo y fondos para que investigadores de los países miembros progresaran en la investigación científica. La Declaración de Santiago también incluyó un llamado para que los países adhirieran al Protocolo para la Eliminación del Comercio Ilícito de Productos de Tabaco, adoptado en la V Sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco para el Control del Tabaco (COP5, Seúl, Corea, noviembre de 2012. También fue reiterado, en la misma Declaración, el compromiso con la promoción de la seguridad alimentaria y nutricional, reconociéndose que la principal causa del hambre es la pobreza y que para superarla son necesarios servicios públicos de salud, entre otros. Los miembros de la CELAC resaltaron la necesidad del intercambio de informaciones sobre experiencias exitosas que hayan sido realizadas en ámbitos nacionales y lecciones aprendidas en los campos de la ciencia, la tecnología y la innovación, mencionando el VIH-SIDA, la Malaria, la Tuberculosis y la biotecnología.

La CELAC no poseía un espacio institucional específico para la salud. El ámbito en el cual las cuestiones sectoriales fueron incorporadas fue la Reunión de Ministros, Ministras y Autoridades de Desarrollo Social y Erradicación del Hambre y de la Pobreza, realizada en Caracas en julio de 2014. En esta reunión se formuló una Declaración y Plan de Acción de Caracas, en que los signatarios se comprometen a aumentar gradualmente las inversiones sociales, trabajar en planes, políticas y programas nacionales dedicados a la reducción progresiva de las desigualdades de ingresos, del hambre, de la pobreza y de la exclusión social por medio, entre otras, de políticas fiscales progresivas, de la creación de empleos formales permanentes, de protección, asistencia y seguridad social, y del establecimiento de salarios mínimos y su elevación progresiva. En términos de la declaración, tales medidas serían realizadas según la capacidad de cada país miembro. Entre los aspectos que se destacan en el Plan de Acción –en que se hace mención explícita a la salud pública universal– está el trabajo sobre los determinantes de la salud, tales como la seguridad alimentaria y nutricional; la alfabetización; la educación general, pública y gratuita; la educación técnica, profesional y superior de calidad y con pertinencia social; la propiedad de la tierra; el desarrollo de la agricultura, incluyendo la familiar y campesina; el trabajo decente y duradero; el apoyo a los pequeños agricultores; el seguro por desempleo; el derecho a la vivienda adecuada para todos; y el desarrollo productivo e industrial como medio para la erradicación del hambre, de la pobreza y de la exclusión social.

En el párrafo 46 de la Declaración Política de Belén, Costa Rica (2015), son resaltados aspectos vinculados a la “necesidad de coordinar y generar sinergias en el campo de la salud entre la CELAC y otras instancias de la región, en el marco de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la Conferencia Iberoamericana, de la Conferencia Internacional de Nutrición, así como de los grupos subregionales, como el Consejo de Ministros de Salud de América Central (COMISCA) y de la Reunión del Sector Salud de América Central y de la República Dominicana (RESSCAD), de la UNASUR, etcétera”. De la misma forma, en el párrafo 47 se defiende la realización de acciones comunes en el campo de las enfermedades crónicas no transmisibles y el fortalecimiento de los sistemas de salud y, en este sentido, se expresa la “solidaridad con la República Oriental del Uruguay en el ejercicio de su derecho soberano en cuanto a la determinación de sus políticas de salud pública”, refiriéndose a la lucha jurídica de ese país con la Phillip Morris, empresa transnacional del tabaco. Finalmente, en el párrafo 48 de la referida Declaración se propone “resaltar la importancia de acciones de prevención y eventual enfrentamiento de la epidemia de Ébola realizadas en América Latina y el Caribe, en especial la coordinación realizada entre la CELAC y los países de la ALBA-TCP con este propósito, e instar que tales esfuerzos continúen siendo realizados y puedan expandirse para otros problemas graves que afecten o tengan potencial efectos de afectar los países de la región”. Este párrafo dio origen a una serie de actividades relacionas a la amenaza de una epidemia por el virus del Ébola y compartida por diferentes bloques regionales, en coordinación con la OPS.

Ya la IV Cumbre de la CELAC, realizada en Quito en enero de 2016, tuvo como “protagonista” la epidemia por el virus Zika. El tema, que no estaba originalmente en la agenda, ocupó largo tiempo en los debates y una expresiva parte de la declaración. Por propuesta de Brasil –uno de los países más afectados por la enfermedad– los dirigentes presentes decidieron que sus países pasarían a trabajar en conjunto para enfrentar la epidemia y para los problemas neurológicos causados por la enfermedad, particularmente la microcefalia y el síndrome de Guillain-Barré.

Asimismo, definieron reuniones de sus ministros de Salud, aprovechando la reunión de la Cumbre del MERCOSUR que se realizó en febrero de 2016 en Montevideo. En esta reunión CELAC-MERCOSUR, los ministros de Salud de dos organizaciones subregionales, con apoyo de la OPS, suscribieron una declaración que presenta un plan común con 16 acciones, incluyendo la actuación integrada contra las arbovirosis transmitidas por el Aedes aegypti –Dengue, Chikungunya y Zika–, campañas de prevención en las fronteras, grupo de seguimiento de la propagación de la enfermedad, nuevos protocolos de tratamiento, formación de recursos humanos, entre otros.

 

La CELAC en el escenario pandémico

Bajo el liderazgo de México en la Presidencia Pro Témpore de la CELAC se impulsó un conjunto de actividades en respuesta a la pandemia de COVID-19. Como se ha mencionado, la CELAC ya había tenido alguna actuación en Salud a partir de la amenaza epidémica del Ébola y el Zika, así como compromisos vinculados con la ejecución del Convenio Marco de Tabaco en la región y la promoción de la seguridad alimentaria y nutricional, reconociendo que la causa del hambre es la pobreza y la necesidad de servicios públicos para superarlos. Al no contar con un ámbito específico de salud, las actividades son articuladas entre las cancillerías y los ministerios de Salud de los países, restando oportunidad y eficacia al modelo de gobernanza.

La CELAC ha impulsado una serie de reuniones ministeriales y de técnicos en relación a la pandemia, donde participaron OPS, CEPAL y otros organismos regionales. Tal vez la más importante ha sido la vinculada a la producción de la vacuna de Astra-Zeneca entre México y Argentina. Presentada como non profit, la iniciativa agrupaba intereses privados o filantrocapitalistas, como la Fundación Slim, el laboratorio Mabxience de Argentina, AstraZeneca de Inglaterra, la Universidad de Oxford y el Laboratorio Liomont de México, destinado a producir vacunas para los países de la CELAC. Las restricciones impuestas por Estados Unidos para la venta de insumos para el envasado de las vacunas por el laboratorio mexicano generaron grandes demoras en esta iniciativa y los países hasta el momento no han recibido las vacunas comprometidas. Otra iniciativa a destacar es la distribución de respiradores, jeringas y agujas, máscaras y kits de diagnóstico donados por China a través de la CELAC, formando parte de la llamada “diplomacia de la mascarilla”.

Asimismo, la CELAC ha impulsado una amplia cantidad de reuniones técnicas, entre las que se puede destacar: Reunión Ministerial “Acceso latinoamericano y caribeño a la vacuna experimental contra COVID-19”; Videoconferencia: “Accelerating access to COVID-19 vaccines in Latin America and the Caribbean”; Invitación de adhesión a la Coalición para la Preparación y la Innovación Epidémica (CEPI); Reunión Ministerial Virtual sobre Asuntos de Salud para la atención y el seguimiento de la pandemia COVID-19 en América Latina y el Caribe; Estrategia de comunicación social en las redes sociales de CELAC; Comunicado Especial sobre el puntual seguimiento a los brotes del nuevo coronavirus; Establecimiento de la Red de Especialistas en Agentes infecciosos y Enfermedades Emergentes y Reemergentes.

En la XXI Cumbre de Cancilleres de la CELAC, realizada el 24 de julio de 2021 en México, la CEPAL presentó su Plan Integral de Auto Suficiencia Sanitaria. Este plan surge con la idea de que América Latina y el Caribe se torne un actor en el desarrollo y la producción de nuevas vacunas, en el marco de una estrategia regional de salud concertada.

Posteriormente, el 18 de septiembre de 2021 la CELAC realizó su VI Cumbre en la Ciudad de México. La Declaración de la Ciudad de México reitera el compromiso de la CELAC “con la unidad e integración política, económica, social y cultural y la decisión de seguir trabajando juntos para enfrentar la crisis sanitaria, social, económica y ambiental provocada por la pandemia de COVID-19, el cambio climático, desastres naturales y degradación de la biodiversidad del planeta, entre otros”. La salud –y la pandemia– ocupa siete de los 44 párrafos que componen la Declaración, de 13 páginas. En los primeros párrafos exige la democratización de la producción y la eliminación de los obstáculos que impiden el acceso justo y equitativo a las vacunas contra la COVID-19 como bienes públicos globales. En este sentido, reitera su llamado a la comunidad internacional y al sector farmacéutico mundial a sumarse a los esfuerzos de gobiernos y organismos multilaterales, incluyendo discusiones en diversos foros, con el objetivo de incrementar la cooperación para asegurar una distribución inmediata, equitativa, solidaria y asequible de vacunas, insumos, equipos, medicinas y otros insumos contra la COVID-19.

Se requieren esfuerzos solidarios para acelerar la intensificación de la investigación, el desarrollo, la producción y la distribución mundial de vacunas y tratamientos contra la COVID-19, basados ​​en la solidaridad internacional y la condición de bien público mundial acordado por la OMS con vistas a una vacunación extensiva. También la Declaración menciona la Resolución 74/274 de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 20 de abril de 2020, que recomienda los mismos principios, además de referirse positivamente a los esfuerzos e iniciativas de cooperación regional con el propósito de promover una respuesta más inclusiva a la pandemia. Reitera también su compromiso de incrementar la cooperación y la solidaridad internacional, con el fin de apoyar y fortalecer las capacidades y la infraestructura para la producción y la distribución de vacunas, medicamentos y suministros de salud en la región. Refiriéndose a iniciativas anteriores, apoya el trabajo de la Red CELAC de Especialistas en Agentes Infecciosos y Enfermedades Emergentes y Reemergentes, así como la iniciativa de la Red Regional de Vigilancia Genómica COVID-19 (COVIGEN), coordinada por la OPS, con el objetivo de garantizar el acceso de las poblaciones de la región y reducir la dependencia extra-regional. Específicamente menciona el desarrollo de vacunas en diferentes etapas de ensayos clínicos ya en marcha en la región, señalando: la colaboración establecida entre Argentina y México para la producción y envasado de vacunas; el desarrollo, producción y suministro de vacunas cubanas: Abdala, Soberana02 y Soberana Plus; otras iniciativas de investigación y desarrollo de vacunas en curso en México (Patria), Argentina (ARVAC Cecilia Grierson), Cuba (Soberana 01, Mambisa, Pasteur y PanCorona), Chile (PedCoVax) y Brasil (Butan Vac). Quizás porque Brasil se retiró del mecanismo en 2020, lamentablemente no menciona la extraordinaria iniciativa de Fiocruz, uno de los mayores productores de la región. La Declaración menciona, de paso, la decisión tomada en la 74 Asamblea Mundial de la Salud (AMS74-16), en mayo de 2021, que convocaba a una reunión extraordinaria entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre de 2021 para discutir el tratado –u otro instrumento internacional– sobre pandemias, indicando claramente la visión de la CELAC al respecto.

En la Cumbre de México, la CEPAL presentó el Plan Integral de Auto Suficiencia Sanitaria que fue saludado por los presidentes y jefes de Estado. El documento de 103 páginas afirma su bajo nivel de desarrollo tecnológico, alta dependencia de la región de los insumos estratégicos de la salud y alta dependencia de la producción de empresas multinacionales y de las importaciones de fuera de la región, y realiza un diagnóstico de potenciales capacidades para el desarrollo de vacunas propias en Cuba, Brasil y México, y de acuerdos de producción alcanzados por Argentina, Brasil, México y Venezuela con multinacionales farmacéuticas para la producción de vacunas. Por otro lado, pide la consolidación de un mecanismo de adquisición de vacunas a nivel regional, destacando el existente Fondo Rotatorio de la OPS; la negociación conjunta de los países de la CELAC con la Organización Mundial del Comercio (OMC) en materia de propiedad intelectual; la armonización de los estándares regulatorios existentes en los países miembros; la consolidación de una plataforma regional de ensayos clínicos; y la priorización de las empresas de la región en las compras públicas que realizan los sistemas de salud como instrumento de política industrial.

En resumen, de acuerdo con el mandato definido por la CELAC y con base en el trabajo del grupo de expertos y expertas constituido para tal fin, la CEPAL definió y priorizó siete líneas de acción: fortalecer los mecanismos internacionales de adquisición conjunta de vacunas y medicamentos esenciales; utilizar los mecanismos públicos de compra de medicamentos para el desarrollo y el fortalecimiento de los mercados regionales; crear consorcios para el desarrollo y la producción de vacunas; implementar una plataforma regional para ensayos clínicos; aprovechar las flexibilidades regulatorias para acceder a la propiedad intelectual; fortalecer los mecanismos de convergencia y reconocimiento normativo vigentes en los países; y fortalecer los sistemas primarios de salud para el acceso universal a las vacunas y su distribución equitativa.

Aun cuando la CEPAL en su documento identifica actividades y actores para avanzar en este Plan y presenta un llamado “inventario de capacidades”, y aunque la propuesta revista un carácter estratégico para los países de la región, es posible formular algunos comentarios al respecto: si bien el documento parte de un diagnóstico del complejo productivo de la salud, el mismo se ha hecho por un grupo ad hoc y no en forma colaborativa con los ministerios de Salud, de Ciencia y Tecnología y de Producción de los países; el documento identifica acciones y actores, pero no ha habido en la Declaración de México o en el propio documento una definición de las instancias o de la gobernanza necesaria para su implementación; avanzar en la implementación del referido Plan implicará un importante liderazgo intersectorial que involucre las autoridades de salud, de ciencia y tecnología y de los propios ministerios de la Producción o Industria de los Estados de la CELAC; aun cuando el Plan menciona a la OPS como un actor necesario, dicha organización no ha sido involucrada para su elaboración. Por todo lo expuesto, si no se dota de una gobernanza apropiada a la propuesta se corre el riesgo de que el documento quede en un carácter normativo o de plan-libro, sin traducirse en acciones estratégicas para la región.

 

Conclusiones

En el actual contexto de globalización e interdependencia, los desafíos de salud transcienden las fronteras nacionales de los países. El multilateralismo regional, como la CELAC, constituye un importante espacio para mancomunar esfuerzos y la cooperación en salud. La pandemia de COVID-19 ha puesto en evidencia los desafíos que enfrentan las instituciones multilaterales y la centralidad de estas instituciones para encontrar soluciones comunes a problemas globales, como es una pandemia. La pandemia del coronavirus nos plantea la necesidad de articular aún más lo regional como el nivel intermedio entre lo nacional y lo global, para dar respuestas eficaces a los problemas transfronterizos y globales que, como en el caso de la salud, requieren de estrategias concertadas en la medida en que las políticas y las decisiones gubernamentales nacionales pueden ser ineficaces si no se articulan con otros actores y niveles.

Si bien la CELAC ha tenido actuación en el marco del escenario pandémico, muchas de las medidas acordadas han tenido un carácter muy enunciativo antes que operacional para afrontar el desafío de la pandemia. Su alto impacto en la región induce a señalar que la CELAC, como un espacio subregional que convoca a un número significativo de Estados partes de América Latina y el Caribe, tendría que tener un papel estratégico para la cooperación y la diplomacia de la salud. En tal sentido, es necesario buscar respuestas regionales, más allá de su mera enunciación, que sean consensuadas y operacionalizadas por medio del liderazgo de los países de la región, y por ende con una consecuente profundización de la cooperación en salud. La CELAC podría tener un papel estratégico para coordinar diferentes iniciativas en curso en el MERCOSUR, la Comunidad Andina o el SICA, e incluso alineadas con la OPS, reforzando la gobernanza regional en salud. Ominami señala que “en un cuadro tan turbulento de crisis sanitaria, económica y social, en un continente especialmente golpeado por la pandemia, la integración es más necesaria que nunca. Sin embargo, nunca habíamos estado tan divididos y desintegrados. La situación actual solo anticipa estancamiento económico, inestabilidad política, descontento social y marginalidad internacional. Hay que repensar la integración, buscar nuevas vías, dotarla de sustento político y social, de manera que no sea simplemente una utopía tecnocrática, visionaria pero inviable. Debe ser una integración que resista los vaivenes ideológicos y haga posible pensar el mediano y largo plazo sin sacrificarlo todo a las urgencias inmediatas”.

La CELAC como iniciativa de integración regional es clave para afrontar la pandemia y otros problemas de salud, así como para abordar la mitigación de los efectos sociales y económicos de la pandemia, permitiendo un accionar colectivo para afrontar el coronavirus y futuros eventos con potencial pandémico. Sin embargo, uno de los déficits que podemos señalar para avanzar en este sentido es tener en la CELAC un ámbito de gobernanza vinculado a la salud, con reglas de juego claras para su funcionamiento, regularidad en sus reuniones y claridad en los procesos de toma de decisiones, que permita el intercambio de experiencias e información en relación a la pandemia y otros temas sanitarios para abordar los desafíos de salud, y que permita oportunidades para la elaboración de respuestas y políticas conjuntas a nivel regional.

 

Sebastián Tobar es asesor e investigador (CRIS/FIOCRUZ), sociólogo (UBA), magister en Ciencias y doctor en Salud Pública (ENSP/FIOCRUZ). Carla Moretti es directora nacional de Relaciones Internacionales del Ministerio de Salud de la Nación Argentina.

[1] Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belize, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Santa Lucía, San Kitts y Nevis, San Vicente y Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela. La población total de los países integrados por la CELAC es de 550 millones de habitantes. La región posee un territorio con una extensión de más de 20 millones de kilómetros cuadrados.

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