¿Qué hacemos con la lectura comprensiva?

Una propuesta de política educativa

Al revisar la propaganda y las propuestas educativas de los principales partidos políticos de nuestro país emitidas por sus voceros, se percibe claramente que se utilizan conceptos muy similares, aunque ideológicamente se encuentren en posiciones contrarias. La mayoría utiliza frases como las siguientes: el futuro está en la educación; queremos educación pública de calidad; se propone un aumento presupuestario y salarial; inclusión obligatoria de todos los niños y jóvenes en edad escolar; mayor inversión en infraestructura, arreglo y creación de escuelas; entrega de equipamiento a los alumnos: libros y especialmente tecnología; todas las escuelas con conectividad; mayor cantidad de becas para alumnos desfavorecidos; mayor y mejor capacitación de los docentes, gratuita y en servicio; implementación de nuevos y mejores programas, de todo tipo; se cumplirán los 180-190 días de clase obligatorios; doble jornada o extendida; nuevos diseños curriculares; preparación para el trabajo, la ciudadanía, la universidad; y una larga lista de etcéteras. Si nos atenemos a la propaganda oficial de los ministerios, funcionarios y funcionarias, parecería que esas tareas constituyen el centro de la política educativa.

 

Si estamos hablando prácticamente de lo mismo, tanto desde el oficialismo como de la oposición, la pregunta sería qué nos diferencia

El peronismo siempre se caracterizó por estar a la vanguardia de los cambios –aunque a veces fueran cuestionables. Pero nunca entregó ciertas banderas, entre las que estaba la educación. Aun en momentos complicados se desarrollaron políticas educativas donde el centro de la atención estaba primordialmente puesto en el aprendizaje de niños, niñas y adolescentes. Hoy, a la agenda educativa la marca la oposición desde un solo distrito: CABA. Es hora de retomar la iniciativa con políticas audaces y alta capacidad de gestión en los equipos de conducción.

¿Convertir los ministerios de Educación en constructores de escuelas es la tarea principal? Cuando escuchamos a nuestros funcionarios, funcionarias y dirigentes políticos hablar de educación, parece que lo único importante es cuántos ladrillos pusimos. Por supuesto que mejores escuelas hacen a mejores condiciones de educación, pero arreglar techos y construir aulas y escuelas es lo mínimo que podemos hacer. No deberíamos sentirnos orgullosos de lo que nos corresponde como gobierno, al punto tal que la propaganda educativa mida la cantidad de escuelas construidas.

¿Repartir computadoras es tan importante como para salir en todas las fotos haciendo esto? Nuestros alumnos –aún los más desfavorecidos– manejan los aparatos digitales que poseen por sí mismos, especialmente los teléfonos.

¿En serio creemos que porque agregamos una hora de clase en unas pocas escuelas estamos produciendo un gran cambio educativo? Una hora de clase puede ser muy productiva… o más de lo mismo. Si nuestros alumnos y alumnas no aprenden lo necesario porque la enseñanza es la misma, resulta obvio que no se va a arreglar con esta medida.

Hace poco tiempo se conocieron los resultados de las pruebas ERCE del año 2019, donde se constató que casi la mitad de los niños evaluados correspondiente al tercer grado no había aprendido a leer correctamente. Este porcentaje aumentaba entre los niños de sectores más desfavorecidos: 6 de cada 10. Parecería que, a partir de este informe, la política, los medios y la opinión pública en general descubrieron lo que cualquier docente ya sabía desde hacía mucho tiempo: nuestros alumnos no poseen los conocimientos básicos que les permitan leer y comprender lo que leen. Todos sabemos que no hay un futuro promisorio para chicos y chicas que ni siquiera saben leer y escribir. ¿En qué sistema social y económico se pueden insertar? Para cualquier tarea profesional o laboral, para convertirse en ciudadanos o ciudadanas responsables, para mejorar su situación individual y mejorar la sociedad, necesitamos que todos nuestros alumnos y alumnas salgan de la escuela con el único elemento esencial que ella les puede proveer: saber leer y escribir. Sin esta condición básica resulta ridículo pensar en que deben aprender otras alfabetizaciones o desarrollar actividades complejas.

Ante esta situación se escuchan voces justificadamente alarmantes, pero muy pocas propuestas sobre qué hay que hacer para mejorar efectivamente este problema central de la educación en nuestro país. Algunas medidas de política educativa podrían tomarse. Solamente a título personal propongo las siguientes.

  1. Que el gobierno convoque a desarrollar una Campaña de Alfabetización Inicial a cargo del Ministerio de Educación nacional, con el compromiso de todos los ministerios provinciales, los partidos políticos, los sindicatos, los medios de comunicación, los empresarios, etcétera. Es decir, una verdadera política de Estado que se aplique más allá de los tiempos electorales.
  2. Convocar a los y las especialistas en alfabetización para que discutan y propongan un método para aplicar en las escuelas. Sólo uno, el que tenga mayor consenso. Esta tarea debe realizarse en un lapso razonable, ya que no pueden los académicos pasarse meses discutiendo sin abandonar sus egos personales. La urgencia así lo amerita. Que establezcan un sistema de evaluación del proceso llevado adelante por cada docente, que permita realizar correcciones a tiempo y no esperar al final del primer ciclo para ver qué sucedió.
  3. Consolidar equipos técnicos nacionales altamente preparados en alfabetización inicial que puedan intervenir adecuadamente en las jurisdicciones que lo necesiten y evaluar las actividades en desarrollo.
  4. Preparar docentes especialistas en alfabetización inicial –de nivel inicial y primaria– seleccionados entre quienes demuestren el mayor interés y conocimiento. Durante dicha actividad habría que nombrar suplentes, para que quienes se estén preparando lo hagan en forma intensiva y exclusiva –quizás con un reconocimiento salarial mientras dure la Campaña.
  5. Una vez formados, deben ser nombrados en el preescolar y primer ciclo del nivel primario, respectivamente. El o la docente de primaria deben acompañar el recorrido de sus alumnos y alumnas durante todo el primer ciclo –siempre que sus evaluaciones sean satisfactorias.

Por supuesto, esta Campaña debe ser rápidamente anunciada e implementada. No podemos seguir echando culpas sin hacernos cargo de lo que corresponde hacer. En este caso concreto no hay excusa posible: el derecho a la alfabetización inicial debe ser satisfecho con decisión política y alta capacidad de gestión. Como corresponde a la historia del peronismo.

 

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