Mensaje de Juan Domingo Perón a los pueblos y gobiernos del mundo: identificando directrices

Al cumplirse 50 años de la difusión del Mensaje ambiental de Juan Perón, consideramos pertinente reproducir este texto de Yolanda Ortiz (1923-2019), quien en 1973 fue la primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Nación Argentina, bajo la tercera presidencia de Juan Domingo Perón. Fue la primera mujer en ejercer un cargo público de gestión ambiental en América Latina.

 

Cuando aparece el Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo para detener la marcha suicida que había emprendido la Humanidad, antes de la Reunión de Estocolmo, en plena crisis ambiental, era evidente el fracaso de un modelo de desarrollo destructor de la naturaleza y de los seres humanos.

Se daba ya esa separación de la humanidad, como si estuviera constituida por más de una especie, tal como la describe Perón en su documento. Por un lado, estaba la preocupación de los países desarrollados en relación a los problemas de contaminación, tratando de reunir al mundo para analizar qué se podía hacer; y por el otro, los países pobres alegaban que ellos no sabían nada de cuestiones ambientales y que la única contaminación que conocían era la de la pobreza. Fue Indira Gandhi la que argumentaba de esa manera.

Pese a que posteriormente aparecen otros conceptos nuevos, como el de Desarrollo Sustentable del Informe Brundtland en los 80, y que han pasado muchas cosas en estos años, sobre todo con la agudización del fenómeno de la globalización, el Mensaje guarda toda su vigencia, ya que no hay nada sustancial que quede afuera. Lo vemos en la descripción de la problemática ambiental global, con sus paradojas impactantes, los vaticinios que se van cumpliendo inexorablemente y lo que empezaremos a analizar en las claras directrices que están sugeridas, esperándonos para ponerlas en práctica y contribuir así a revertir la marcha suicida de la humanidad.

El documento hace un llamado a tomar conciencia de esa errónea marcha y la interpretación es la siguiente: el ser humano no ha llegado a comprender que los recursos vitales para él y sus descendientes derivan de la naturaleza, y no de su poder mental. Si sigue destruyendo los recursos que le brinda la Tierra, sólo puede esperar verdaderas catástrofes sociales. Ya era hora. Y en los últimos tiempos se reconoció que la historia de la humanidad es la historia de la relación de los seres humanos con la naturaleza y “la necesidad del surgimiento de una convivencia biológica dentro de la humanidad, y entre la humanidad y el resto de la naturaleza”.

Recordemos entonces que la forma en que la población de un municipio o de una provincia utiliza los recursos naturales y el espacio de su territorio tiene que ver con valores que generen una relación amigable o no con la naturaleza y que garanticen el bienestar de los seres humanos. Porque esto está asociado con los sistemas institucionales y de poder de distribución de recursos en la organización de la comunidad.

Podríamos distinguir algunas directrices que nos llegan con mucha claridad.

 

Primera directriz: enfoque ecopolítico

La justicia social, la profundización de la democracia y la participación popular, junto al respeto de las reglas de la Tierra, son las que definen la relación sociedad-naturaleza. Hay una importante tarea a realizar por parte de las instituciones para hacer frente a los desafíos.

 

Segunda directriz: la concientización y la acción

La concientización debe originarse en las personas de ciencia, pero sólo puede transformarse en la acción necesaria a través de las y los dirigentes políticos. Hay una tarea fundamental aún pendiente asignada a ellas y ellos.

 

Tercera directriz: prioridad en la agenda

Estos problemas ambientales, dice el mensaje, deben tener el carácter de primera prioridad. En su conjunto no es un problema más de la Humanidad. Es el problema. Sabemos que la urgencia de las exigencias de cada día no permite ver lo importante, y a fuerza de ejercitarlo siempre se está perdiendo el reconocimiento de la urgencia y de lo esencial. ¿Cómo hacer para superar enfoques tradicionales, para que las instituciones políticas dejen de ser disfuncionales? ¿Cómo percibir la cuestión ambiental en toda su profundidad y amplitud, y dar respuesta a los desafíos de la hora?

Lógicamente, antes de enumerar las propuestas se enumeran las causas, remarcando que son múltiples y complejas: la codicia y la imprevisión humanas, las características de algunos sistemas sociales, la sobreestimación de la tecnología, el desconocimiento de las relaciones biológicas. A esta heterogeneidad de causas corresponde la heterogeneidad de respuestas, aunque en última instancia todas tengan como denominador común la inteligencia humana. Las propuestas que nos ofrece constituyen una síntesis maravillosa de las acciones esenciales e insoslayables para un cambio.

 

Cuarta directriz: lo que hay que hacer

Son necesarias y urgentes:

  1. una revolución mental de los hombres y las mujeres;
  2. una modificación de las estructuras sociales y productivas en todo el mundo;
  3. el surgimiento de una convivencia armónica de los seres humanos con la naturaleza y entre sí;
  4. nuevos modelos de consumo.

La Revolución Mental impone superar la visión lineal, recortada y compartimentalizada que impide conocer la multifacética y compleja realidad. Sumada al corto plazo, son los principales obstáculos para un enfoque ecopolítico. Y lo peor, nunca llegaremos a dar una respuesta correcta cuando estamos abordando mal un problema. Ya lo decía Pascal: no puedo conocer las partes si no conozco el todo, y tampoco puedo conocer el todo sin conocer las partes. Esto se debe a la solidaridad, en el sentido de la unión entre todos los fenómenos en mayor o en menor medida, que se enriquece aún más con la otra solidaridad, que fortalece el tejido social con la fraternidad.

Es una seria tarea que tenemos que afrontar, porque nuestra formación es reduccionista y simplificadora, pero lo podemos lograr con el ejercicio, con el esfuerzo que requiere todo cambio. Habrá que buscar los medios idóneos para una tarea interdisciplinaria y responsable, a partir de un ordenamiento del suelo, del espacio y de las actividades, y con la herramienta fundamental de la educación ambiental para la clarificación de conceptos, el fortalecimiento de valores, la modificación de actitudes y la adquisición de habilidades.

La modificación de las estructuras sociales y productivas implica, como dice Perón, que el lucro y el despilfarro no pueden ser el motor básico de sociedad alguna, y que la justicia social debe erigirse en la base de todo sistema, que además deberá fijar prioridades de producción de bienes y servicios, según sea el país y sus ecosistemas.

Todos podemos hacer algo para que haya nuevos modelos de producción y consumo, con una organización que haga uso racional de la energía con estrategias de prevención de riesgos y tecnologías limpias.

 

Quinta directriz: ciudadanía planetaria y territorial local

Todos los problemas están vinculados estrechamente a la justicia social y al uso soberano de los recursos naturales por parte de cada nación en el mundo, pero también con la obligación de cada gobierno de exigir su cuidado a los ciudadanos.

El derecho a la subsistencia individual impone el deber hacia la supervivencia colectiva, ya se trate de ciudadanos o pueblos.

Perón lanza su Mensaje a todo el mundo, por encima de banderías políticas, pero si bien somos pasajeros de una sola nave, se sabe que nuestros países no van en la primera clase y que ello obliga a recomendaciones especiales que están en el capítulo dedicado a los países del Tercer Mundo.

 

Sexta directriz: cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes

Recordando que las fuertes solidaridades solo son posibles cuando hay un destino común, en el pasado, en el presente y en el futuro.

 

Séptima directriz: unir fraternalmente nuestras voluntades, con el espíritu abierto, para hacer posible el desarrollo sustentable sin excluidos.

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