Discutamos qué país queremos: aspectos económicos centrales para debatir en la campaña de las elecciones legislativas de 2021

Pueden decirse muchas cosas en medio de una campaña, pero los que somos militantes sabemos que la verdadera lucha –la disputa madre de todas las demás– es por el modelo de país que resulta de aplicar un proyecto económico y no otro. Y este proyecto depende del gobierno, y en democracia el gobierno depende de los votos.

Cuando se habla de la moral de las y los dirigentes del actual gobierno, esperando que los votos cambien de lado, lo que está de fondo es el cambio de modelo económico. Por eso la moral planteada por la oposición con espacios de dirigencia sería sólo un fetiche. Es por eso que Juntos por el Cambio habla de una sola moral y no importan las faltas de ética, que incluyen corrupción, espionaje ilegal y hasta contrabando de armas, pasando por arreglos oscuros con los buitres que realizó Prat Gay al iniciar la gestión de Macri.

Intentaremos ser esquemáticos y, sabiendo que los resúmenes suelen ser ingratos, vamos a quedar a disposición para seguir el debate cuando quieran:

  1. Modelos en disputa. Se habla mucho de modelos. Vamos a definirlos. Una cosa es pensar un modelo de apertura, flexibilización financiera y desregulación de las actividades de empresas transnacionales, y otra inversamente distinta es suponer un Estado activo para generar obra pública, proteger la industria, generar empleo, acompañar la organización del trabajo para que se fortalezca, tener una política de estabilización de variables, apuntando a que crezcan los ingresos de trabajadoras, trabajadores, jubiladas, jubilados y sectores vulnerables. Las inversiones mejoran cuando hay motivos para producir y ganar, y motivos para producir y ganar es cuando hay condiciones dadas para vender. A veces eso se logra regulando una mayor competencia, porque se contienen los precios, y otras veces se logra con protecciones, porque se defiende el valor de la producción nacional y su empleo. Un verdadero modelo de crecimiento de largo plazo en la Argentina es aquel que apunta a la producción nacional y a mayores exportaciones de bienes, con mayor complejidad de las exportaciones –por ejemplo: exportar más vino que uva– y promoción de la innovación y el desarrollo con valor agregado de los bienes transables –por ejemplo, sustituyendo partes de automotores para hacerlas acá.
  2. Crecimiento pospandemia. Las tasas para la inversión y el Estado protegiendo a la industria generan resultados que se empiezan a ver cuando bajan las restricciones por el COVID-19. En el modelo de conservadores y neoliberales –que estuvo representado hasta 2019 por Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio– la tasa de interés volaba arriba de 80%, sumada a una apertura comercial que jugaba en contra del mercado interno. Un verdadero plan bomba que sólo podía terminar en mayor volatilidad. Por el contrario, actualmente, a pesar de la pandemia, se registra un crecimiento de las inversiones al primer trimestre de 2021 que superan por 14% al nivel del promedio de 2019. Las tasas andan en niveles negativos para la inversión y el Banco Central volvió a obligar a los bancos a colocar parte de su cartera para la inversión productiva. Esto tiene que ver con la regulación del Estado, los créditos, las políticas macroprudenciales en la cuenta capital, en el terrible contexto de salida del sudden stop en que veníamos desde 2018. Es posible crecer este año arriba del 7,5%, lo que permitiría alcanzar niveles similares a 2019, y si el control sobre la estabilidad del tipo de cambio oficial mayorista se sostiene sin reducir las importaciones de bienes de capital, en 2022 se podrían superar los niveles productivos de 2018.
  3. Capacidad productiva del país, innovación, productividad, complejidad de las exportaciones, precios del intercambio. La Argentina cuenta con un sistema nacional de innovación muy interesante. Vamos a resumirlo en la ley que obliga al Estado nacional a llevar el presupuesto en Ciencia y Técnica hasta 1% del PBI en 2032. El control estatal de una empresa como Impsa, que hace reactores nucleares junto a la CNEA; Invap, que hace satélites; Arsat, que acompaña en el desarrollo satelital desde un data center que es único en la Argentina; INTA, INTI, Conicet y distintos institutos de innovación medicinal y tecnológica en todo el país. La Argentina tiene una capacidad tecnológica muy potente que en estos años resultó en una empresa con capacidad de hacer el reactivo base para la vacuna contra el COVID-19, o con capacidad para hacer las vacunas, en ambos casos con apoyo financiero del Estado. De esto se trata.
  4. Objetivos del control sobre la movilidad de capitales y la administración del tipo de cambio para que el sector externo se ajuste a los fines de estabilización cambiaria, y reestructuración de deudas. En 2020, la Argentina logró modificar el perfil de deuda con los acreedores privados globales, de modo de darse un alivio en intereses de 37.700 millones de dólares durante diez años. Esto fue un verdadero golazo y mostró un cambio de dinámica en el modelo de país que teníamos hasta 2019. Ahora queda recorrido por hacer, ya que es preciso renegociar la deuda con el FMI. Eso parece posible, y se abre la posibilidad de lograr cuatro años de gracia, y un plan de EFF (Extended Fund Facility) por diez años para cumplir los pagos, una reducción de la sobretasa por el monto solicitado y una cláusula para extender el plan si el estatuto del FMI cambia –lo cual haría definitivamente posible su pago. A esto se suman los más de 4.350 millones de dólares que enviaría el FMI en el contexto de la nueva capitalización del Fondo. Es importante que se resuelvan estos problemas para poder apuntar a un tipo de cambio estable y a una economía que no se vea ahogada por los pagos de intereses y deuda, que es uno de los motivos de gran subordinación de la política fiscal, cambiaria y monetaria del país a intereses transnacionalizados.
  5. Ingresos de trabajadores, trabajadoras, jubiladas, jubilados y personas sin empleo, rol del Estado e inclusión. Este punto es uno de los que figura todavía como pendiente en términos históricos. El salario mínimo recién está llegando a 280 dólares, que es exactamente la mitad de donde estaba a fines de 2015. Para que suba es preciso que haya actividad y empleo, y para que esto pase debe ordenarse la estabilidad del dólar. Como se puede apreciar, todos los elementos que estamos trabajando terminan por vincularse entre sí. El salario llegó a caer más de 20 puntos entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019. En este momento sube 5% sobre ese punto mínimo de 2019. Sin embargo, es muy poco para el nivel de consumo que precisan las familias argentinas, todavía con un desempleo mucho mayor al que existía en 2015. La industria cayó más de 15% en esos años con referencia al nivel que existía entre 2005 y 2007; según el sector, en este momento sube más de 4% –siempre dependiendo del indicador que se trate. ¿Dijimos que todo estaba vinculado? Miremos esto: entre 2015 y 2019 la industria cayó 15,8%. Entre el primer trimestre de 2019 y el primero de 2021 subió 4,3%. Y en pandemia. Vaya, lo que logra el Estado activo. La fuga con Cambiemos –la FAE que registra el BCRA– fue 1.841 millones de dólares promedio mensual hasta 2019. La fuga con el Frente de Todos es 142 millones por mes en estos últimos 19 meses.
  6. Capacidad de trabajo en materia sanitaria para enfrentar la pandemia. El país estuvo atravesado en este año y medio por la pandemia mundial. En el medio se construyeron doce hospitales modulares y se abrieron nuevos hospitales cuyas obras estaban suspendidas. No faltaron camas. La estadística de la gestión de las vacunas muestra que mientras somos el país número 38 en población, ocupamos el 16 en cantidad de vacunas aplicadas.
  7. Obra pública, política fiscal expansiva, política monetaria, cambiaria, comercial y de ingresos de la sociedad. A junio de 2021 la obra pública ya muestra niveles superiores a los que venía aplicando el macrismo en la campaña de 2019. El equilibrio entre estas políticas es lo que permitirá el crecimiento sin mayor volatilidad de las variables. Porque en la Argentina gobernar es crear trabajo, pero para que esto sea posible la gobernanza sobre el dólar es un requisito necesario que se completa con el resto de las acciones.
  8. Estructura tributaria regresiva o progresiva. En los registros de la OCDE, el Estado Nacional argentino recaudaba 31,5% del PBI en 2015 y bajó a 28% en 2019, cerrando 2020 con unas décimas arriba de 30%, en un contexto de caída del PBI de 9,9% por la pandemia. El desafío ahora es seguir mejorando la estructura tributaria para que los que más tienen aporten más. El impuesto a las grandes fortunas fue una medida en el sentido correcto, pero en el largo plazo esta progresividad deberá estar dada por tasas sobre los flujos y no sobre los stocks, para buscar el equilibrio de toda la organización productiva.
  9. Nuevas líneas de acción para que el Estado resuelva los problemas de estabilidad y producción de largo plazo: el dólar como protagonista y acuerdo con el FMI para fin de año. En este contexto de cosas, cabe destacar que todavía existe una diferencia entre precios y dólar desde enero de 2018 hasta la actualidad de 30%. Esto significa que la diferencia entre la devaluación y el aumento promedio de los precios todavía es 30%, entre el IPC y el dólar oficial. La emisión monetaria corre por debajo del aumento de precios, dando cuenta que el problema son los costos, y estos se vinculan más con el precio del dólar que con la cantidad de dinero para consumo.

Este es un repaso muy esquemático y busca dar cuenta de los puntos de fondo en el debate que se da en este año. No ignoramos que son temas lejanos a la conquista de los votos, pero nos pareció importante traerlos a la discusión, porque el debate de fondo, lo que pase con nuestras vidas y con nuestras familias, en última instancia depende del modelo que tenga más poder político para ser aplicado. De una economía que ande mejor, de una mayor actividad, resultará, gracias al Estado activo, una mayor inclusión de toda la sociedad, que es el fin último de nuestro movimiento.

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