Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación del Partido Justicialista

La Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación sostiene una intensa actividad desde hace más de un año, con el objetivo de interpretar en clave actual los desafíos que le tocan enfrentar al mundo, al país y al peronismo. Como espacio de pensamiento, diálogos, debates, consensos y comunicación púbica, desde esta Comisión se articulan propuestas de políticas municipales, provinciales y nacionales que consoliden un modelo de país desde el ideario nacional y popular con un fuerte arraigo federal. Para ello se realizan reuniones con los compañeros y las compañeras de las distintas regiones de la Argentina, donde se escuchan voces múltiples con demandas y resultados diversos. Un ejemplo de ello y de esta convergencia es la construcción de un Banco Federal de Proyectos de Ciencia y Tecnología.

Como mesa de trabajo específica del Partido Justicialista, partimos de una matriz simple, pero no por ello menos precisa: las ciencias, las tecnologías y las innovaciones constituyen un campo de acción política transversal. Dicho coloquialmente, estas áreas tienen la responsabilidad, desde una perspectiva nacional y popular, de contribuir a la mejora permanente de las condiciones de vida de las mayorías y del desarrollo del país en distintos planos: la salud, el hábitat, la producción industrial, el sector energético, la defensa, entre otros. Esta premisa se basa en que prácticamente todas las actividades humanas pueden ser enriquecidas y potenciadas desde los saberes y haceres científicos. Allí donde existen necesidades y nacen derechos, la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas tienen algo para decir.

Humildemente, consideramos que el aporte de esta comisión partidaria pasa por desarrollar un espacio que nos permita construir una mirada colectiva en el campo científico tecnológico de cara a la etapa por venir. ¿De qué se trata esa etapa? De construir una nueva normalidad en el marco de una pandemia que, con la noticia de la vacuna, empieza a tener una perspectiva de cierre, pero aún restan muchos meses por delante.

Esta etapa encierra, a la vez, la particularidad que para la Argentina la crisis no empezó con el COVID-19. Cuando Alberto y Cristina retomaron las riendas del país, ya veníamos con una pandemia socioeconómica en marcha, como resultado de los cuatro años de la administración de Cambiemos y la implementación de políticas de endeudamiento, valorización financiera y, para el ámbito CyT, la eliminación del rango ministerial como signo del ataque y el desfinanciamiento al sector.

El contexto mundial inédito, sumado a los desafíos particulares propios de la Argentina, son el marco en el que debemos hacer aportes con una perspectiva transversal, plural y federal.

La recuperación del rango ministerial para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación Productiva, sumado al reposicionamiento de diversas áreas y organismos del Estado Nacional encargados de desplegar estrategias y acciones orientados a la recuperación del sistema, constituyen un signo coherente con la propuesta programática de nuestro espacio.

Los desafíos son enormes. Para nuestro sector, el desarrollo de proyectos intensivos en conocimiento científico y capacidades tecnológicas es una forma transversal de construir y fortalecer la soberanía política, un modo de enfrentar los desafíos complejos que tiene por delante nuestra sociedad, desde el desarrollo de cadenas industriales con alto valor agregado, pasando por la construcción de procesos de democratización social, como la igualdad de género y la movilidad social ascendente, entre muchos.

A la vez, la pandemia del COVID-19 puso en el centro de la escena viejos problemas que, desde hace tiempo, arrastra nuestro país. La macrocefalia –aquel término que el general Perón utilizó hace más de 50 años para caracterizar el desequilibrio territorial, demográfico y económico entre el área metropolitana de Buenos Aires y el resto del país– sigue vigente. Esta realidad dual evidenció las dos velocidades con las que la pandemia se fue difundiendo por el país. Primero, el AMBA y, más recientemente, el resto del país.

Generar un nuevo equilibrio territorial no es otra cosa que construir un horizonte de oportunidades para todos y todas, sin importar en qué jurisdicción nos tocó nacer o elegimos vivir. Los aportes del sistema de ciencia y tecnología serán claves para encarar un proceso tan necesario, profundo y decisivo como este. No hay tema más transversal –en términos de conocimientos científicos– que el rediseño de una nación orientado a potenciar todas y cada una de las regiones geográficas del país. Todas y cada una de las territorialidades de nuestra Argentina.

El COVID-19 demostró que, bajo el esquema “Problema-Solución”, las capacidades científico-tecnológicas nacionales se organizaron en un tiempo récord, brindando, por ejemplo, soluciones como los test rápidos. Su validación técnica y su competitividad en materia de costos no sólo generaron un gran ahorro cuantitativo para los recursos públicos, sino que, cualitativamente, brindaron una respuesta soberana a un problema global. A ello se suma la expectativa tras los anuncios de producción local de la vacuna. Generar tecnología nacional en simultáneo a optimizar recursos es una clave que seguramente trascienda el campo de la salud. En este punto, las capacidades en innovación locales tienen un potencial en múltiples aplicaciones y sectores, del cual la salud constituye un botón de muestra.

Los cuatro años de Cambiemos erosionaron las capacidades del sistema científico tecnológico. Sin embargo, sus fortalezas, sus luchas, su organización y el talento de miles de argentinas y argentinos –que sostuvieron sus ámbitos de investigación y desarrollo– permitieron rápidamente volver a poner en marcha organismos, empresas y universidades, al  contar con un gobierno que, desde un enfoque estratégico, le da al sector el lugar que se merece y requiere.

Es con todas las instancias y desde todos los saberes que debemos recorrer el proceso de formación y producción de conocimientos. Trascender falsas dicotomías entre ciencia básica y aplicada, o ciencias sociales versus exactas, es parte de la construcción de nuevos paradigmas. Históricamente lo dicotómico no sumó, sino que, al definirse por oposición, se excluyeron. Esta etapa es para sumar, no para excluir, y de ese ejercicio sabe el Movimiento.

Para esta nueva etapa, potenciar las capacidades en materia científico-tecnológica de nuestro país será decisivo para lograr el tan anhelado desarrollo social y económico, priorizando siempre a quienes más lo necesitan. Como señala nuestro compañero presidente, Alberto Fernández, es imprescindible empezar por los últimos para llegar a todos.

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