La Pastoral Social de la Arquidiócesis de Buenos Aires acaba de publicar el documento “Hacia una cultura del encuentro. Un país para todos”, base de discusión de la Jornada de Pastoral Social 2020 que se realizará el mes de noviembre.
Las metas
Las propuestas que contiene el documento son entusiasmantes, dado que recogen el sentir de la mayoría de los argentinos y las argentinas de modo claro y sintético. Entre las más relevantes, podemos mencionar:
- la Nación, una Casa para todos;
- el todo es superior a –cada una de– las partes;
- no es posible morirse de hambre en la tierra bendita del pan;
- curar el virus de la injusticia social y la desigualdad de oportunidades;
- no a la marginación, protección a los más débiles, integrar a todos;
- superar el darwinismo social que considera a la persona sólo como un ser de producción y de consumo;
- afirmar la autonomía nacional;
- planificación del desarrollo, tomar decisiones planificadas con sentido estratégico;
- valorizar las potencialidades agrarias e industriales en su dimensión interna y exportadora;
- rechazar la primarización;
- reindustrialización;
- evitar los movimientos pendulares y destructivos;
- creación de riqueza y distribución progresiva del ingreso;
- creación de puestos de trabajo;
- desendeudamiento;
- rechazar la especulación financiera, la fuga de capitales, la inflación y la concentración económica;
- progresividad tributaria;
- repatriación de capitales;
- créditos para el desarrollo;
- tres fuentes de ingreso: renta agraria, renta petrolera, megaminería;
- educación, creación de un sistema científico-tecnológico;
- recoger lo mejor de nuestros modos de organización institucional de los trabajadores y las trabajadoras;
- superar los corporativismos;
- clarificar el lugar de los sectores público y privado, evitar el lugar común que considera al Estado como un factor opresivo.
Las herramientas
El documento convoca al diálogo y a la unidad para conseguir estas metas. Como herramientas relevantes propone la creación de dos cuerpos colegiados con intervención de los diversos actores sociales:
- Consejo de la Post-Pandemia;
- Consejo Económico y Social.
La Iglesia no puede menos que convocar a todos y todas, sin exclusiones, a esta tarea de lograr una Patria para todos y todas. La convocatoria, como no podía ser de otro modo, es amplia y generosa.
Prioridades y estrategias políticas
Quienes debemos responder a esta convocatoria, los ciudadanos y las ciudadanas, tanto quienes actúan en política como quienes desarrollan su quehacer en la esfera privada, debemos pensar y elaborar las mejores estrategias para lograr estos fines. Nos enfrentamos con algo obvio: para dialogar de modo fructífero hace falta que existan dos o más partes dispuestas a dialogar. ¿Es esta la situación en la Argentina de hoy?
Ya el Papa Francisco, cuando aún era arzobispo de Buenos Aires, en su conferencia “Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo” citada por el documento que estamos comentando, reconoce que existen dudas e incertidumbres respecto de la identidad nacional. El hoy pontífice señala que “formar parte de una identidad común, para algunos sectores, no es automático. (…) No resulta natural ni orgánico para quienes han perdido todo lazo social y cultural con sus compatriotas, sin sentido de pertenencia a un destino colectivo” (XIII Jornada de Pastoral Social del año 2010). Algunos de esos rasgos predominan en sectores que sostienen los siguientes postulados: menos impuestos; achicar el Estado; si un producto es más caro que su equivalente importado, no tiene sentido producirlo aquí; terminar con la industria ineficiente y otras actividades no rentables; concentrarnos en la agroindustria, en la que tenemos ventajas comparativas; los pobres no han hecho los esfuerzos necesarios para salir de la pobreza; terminar con los planes sociales que crían vagos; el mercado define qué actividades son lucrativas y cuáles no; el Estado no debe inmiscuirse en el proceso económico; el Estado no debe tener déficit fiscal.
Resulta complejo y difícil que ciudadanos con esa mirada se abran a un análisis sereno y desprejuiciado, involucrándose en un diálogo productivo con otros sectores en el marco de las metas tan claramente explicitadas por la Pastoral Social Arquidiocesana.
Una propuesta
Esta circunstancia se hace muy arduo ese diálogo, aunque no hay que dejar de insistir en el intento y en la organización de espacios para acordar caminos comunes, ante la gravedad de la crisis. Igualmente, es imprescindible e impostergable un diálogo amplio, generoso y no atado a dogmatismos entre quienes, aún desde perspectivas instrumentales distintas, adhieren a esas metas.
Es en este campo donde –deponiendo vanidades e ideologismos– debemos trabajar para conformar una coalición programática, no simplemente electoral, que permita gobernar teniendo en vista las metas propuestas, abriendo un período prolongado que supere vaivenes y cambios radicales de orientación política. En cada contienda electoral los distintos grupos deberán comprometer su apoyo recíproco para dar continuidad a ese impulso. Estos consensos programáticos entre partidos y grupos diversos, pero concordantes en las visiones de largo plazo, han sido la clave del éxito de los países que lograron un desarrollo sostenido. Tal el caso de Alemania con su frecuente “Grosse Coalition” entre democristianos y socialdemócratas; de la Italia pre-Berlusconi con el Pentapartito; de Estados Unidos previo a la llegada de Trump; de los países escandinavos con alianzas entre socialistas y socialdemócratas; del Reino Unido antes del huracán Thatcher, etcétera.
Si actuamos con la inteligencia y la generosidad que pide esta convocatoria, quizá podamos, incluso, convencer a algunos y algunas que han adherido a los postulados neoliberales y que, al ver lo positivo de nuestra acción, podrían acercarse a este consenso. Evitemos –con discusiones estériles y bizantinas– reiterar otra caída en el vacío. Sigamos el camino trazado con generosidad por este documento emanado de la Iglesia.
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