Obviamente, como cualquiera que hace del pensamiento una actividad central de su vida, son críticos y no aceptan dogmas ni imposiciones, pero no se la pasan criticando, sino que también proponen. En ese marco se está armando una colección de libros electrónicos sobre los temas que más nos afectan, tales como educación, seguridad, vivienda, salud, cuestiones tributarias o economía, y otros asuntos más teóricos pero no menos concretos en sus implicancias, como pensamiento nacional, literatura, filosofía política y otras cuestiones por el estilo. Y también alientan y colaboran con iniciativas como esta, la revista Movimiento.
La mayoría de sus integrantes tiene menos de cuarenta años, vienen de todo el país y de todas las corrientes del peronismo (la mayoría tiene también obras publicadas, títulos de posgrado y un currículum notable; esto va entre paréntesis porque es sólo para quienes aún no se enteraron de que el Peronismo es una de las usinas intelectuales más dinámicas y vigorosas del mundo). Se empezaron a juntar a fines de febrero con la única consigna de que estén quienes quieran estar y tengan ganas de que también estén los y las demás. Nada de andar calificando o descalificando personas, sino analizando y criticando ideas y conductas pero, sobre todo, proponiendo. Y esto no por ser buena gente o políticamente correctos. Se trata de priorizar la lucha por la idea y de no perder tiempo ni energías en denuestos inconducentes. La situación del país, de Nuestra América y del mundo es demasiado grave y el Peronismo debe aportar lo suyo. Es una responsabilidad ineludible. No hay espacio para mezquindades. Ni para sentarse a esperar que alguien haga algo.
Ante cada coyuntura difícil aparece el peronismo para ponerle el cuerpo. No resucitando, pues lo han querido matar pero hasta ahora nunca ha muerto. No regresando, pues lo han querido echar pero nunca se fue del todo. Siempre reexistiendo, pues cada momento de la historia requiere un modo distinto de existir. Adecuando la doctrina y la estrategia a cada circunstancia, pero sin alterar los grandes principios: la soberanía política, la independencia económica y la justicia social. Vale repetirlos. No son palabras vacías, sino que cada vez se llenan de más sentido y significado. Todo ello para conseguir nuestros fines últimos: la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria.