Apuntes para la militancia

Pertenecemos a un espacio político caracterizado por su vocación transformadora a favor de la justicia social, y por hacernos cargo de gobernar aun en situaciones de crisis profundas, sin beneficio de inventario. Sabemos que la gente nos elige para mejorar su calidad de vida y no admite de nosotros excusas una vez que nos delega el poder a través del voto.

Cuando asumimos el gobierno nacional, el 10 de diciembre de 2019, sabíamos que nos hacíamos cargo de un país sobre-endeudado, con una inflación creciente y una alta tasa de desocupación, con una pérdida real del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones. Y de una sociedad no sólo empobrecida, sino también con altos niveles de desconfianza hacia la política. Lo hicimos desde un armado político frentista, que incluyó distintos espacios e incluso dirigentes que habían estado hasta hace poco tiempo enfrentados, pero asumiendo que el desafío de poner de pie a la Argentina requería de amplios consensos y una actitud generosa de todo el arco político con mirada nacional, popular y democrática.

Hacer de la diversidad una fortaleza no es una tarea sencilla, pero es fundamental, porque en última instancia la construcción democrática de las sociedades consiste precisamente en poder lograr una convivencia satisfactoria entre personas y grupos sociales con costumbres y sistemas de ideas diferentes, sin que ningún grupo se imponga por sobre otro o se fortalezca a expensas de otro.

Sin dudas que la convivencia fue alterada inesperadamente por una pandemia que obligó a resguardarnos en nuestras casas, a reducir nuestras interacciones sociales, a mutar los encuentros cuerpo a cuerpo por encuentros virtuales, a resignar proyectos, a perder trabajos, a despedir seres queridos, y un sinnúmero de situaciones que nos atravesaron absolutamente a todos.

El resultado de las PASO nos trajo un mensaje que nos interpeló fuertemente, cuando aún estamos saliendo de ese proceso absolutamente disruptivo de la pandemia. Podemos hacer muchos análisis de ese resultado, pero lo que no podemos hacer es mirar para otro lado. Si el resultado nos sorprende tanto es porque efectivamente hubo algo que no escuchamos a tiempo.

¿Por qué no lo escuchamos antes? Se me ocurren varias respuestas: la pandemia ha cambiado tanto no sólo nuestro país, sino el mundo, que nos va a costar mucho tiempo ubicar las coordenadas para comprender su impacto en las sociedades; la falta de interacción ha dejado un vacío en la comunicación directa entre las personas y ha potenciado el mensaje de los medios de comunicación que han ocupado ese espacio; la militancia no pudo en este contexto de pandemia constituirse en un puente de comunicación fluida entre la sociedad y sus gobernantes.

Podríamos hacer un análisis muy preciso de todo aquello que las fuerzas de la oposición han hecho durante este año y medio para boicotear las políticas de cuidado y para profundizar el odio en ciertos sectores de la sociedad, pero prefiero enfocarme en nuestras propias falencias y en aquello que debemos trabajar con miras a la elección de noviembre y, fundamentalmente, a los años por venir para la reconstrucción de la Argentina. Nuestro presidente ha acusado públicamente recibo, la misma noche del domingo 12 de septiembre, de que las urnas nos estaban dando un mensaje de desaprobación y un pedido claro de rectificación del rumbo. Eso no significa que todo lo que se hizo estuvo mal, ni que la sociedad quiera volver a una etapa anterior. Ese reconocimiento es fundamental, porque recordemos que en las PASO de 2019 tuvimos un presidente que, en lugar de hacer una autocrítica, se enojó con la sociedad y sostuvo públicamente que la gente votó equivocada, para luego castigarla con una fuerte devaluación de la moneda.

Cuando un electorado emite un voto castigo necesita saber si sus gobernantes tomaron nota, si escucharon. Así que esa primera devolución es muy importante, porque está diciendo: “sí, escuchamos”. A partir de ese primer reconocimiento se produjo una especie de debate público dentro de nuestro frente que, lejos de peleas personales o de poder, se trató de una puesta en público de diferencias respecto del rumbo de las políticas públicas. Y luego, el cambio de algunos integrantes del gabinete. Esta secuencia –reconocimiento del resultado adverso, debate público, cambio de gabinete–, a diferencia de lo ocurrido en 2019 –reconocimiento del resultado adverso, culpabilización a la sociedad, devaluación–, muestra a un gobierno que escucha y reacciona, que se deja permear por el mensaje del pueblo en las urnas.

Con esa misma lógica y bajo esa misma premisa tenemos que salir a militar. Si lo que nos faltó, por los motivos que fueren, fue la escucha, pues es hora de escuchar más. Si lo que nos faltó, por las circunstancias generadas por la pandemia, fue construir redes con los otros, habrá que hacerlo ahora. Si lo que nos faltó fue acercar a cada ciudadano y cada ciudadana a las agencias del Estado que pueden dar respuesta a sus necesidades, habrá que hacerlo ahora. Si lo que nos faltó fue llevar una información directa, no intermediada por las empresas de comunicación, habrá que hacerlo ahora.

Militar no es sólo llevar un proyecto o una idea a cada lugar del territorio, sino también poner la oreja a las necesidades del pueblo y también a las propuestas que nos puedan hacer, y ser capaces de transmitirlas a nuestras y nuestros dirigentes. Estamos en un tiempo donde va a ser muy importante escuchar.

El plan de vacunación permite ir recuperando la presencia en el territorio y cierta normalidad en nuestras vidas cotidianas. Es momento de que la militancia también recupere el territorio, pero sabiendo que lo que vamos a encontrar es una sociedad atravesada por el dolor y por las pérdidas. Debemos tener la capacidad y la humildad de acompañar, de escuchar y de construir un lazo de confianza que permita volver a encender la esperanza que siempre encendió el peronismo en los momentos más difíciles.

 

Rosana Bertone es diputada nacional por Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

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