Defensa y seguridad en la región: un tema impostergable, un desafío a corto plazo

El desarrollo de la pandemia puso en jaque al orden mundial en todos sus aspectos y no solo en el sanitario, lo que llevó a reflexionar sobre varias cuestiones. El rol de los Estados como actores centrales en catástrofes –no solo de este tipo; las capacidades, las intenciones y las acciones de gobiernos ideológicamente distintos para hacerle frente a la problemática; o temas como el empleo, la educación, la violencia, el medio ambiente y la seguridad nacional y regional estuvieron más en debate que antes, debido a las consecuencias de tan novedosa crisis mundial.

Nuestro aporte en esta oportunidad está parado sobre la cuestión de la seguridad y la defensa, tanto nacional como regional, como punto disparador. Si bien el Cono Sur del continente tiene como premisa principal ser una “zona de paz”, existen conflictividades latentes aún sin resolver que podrían tomar otro tinte y generar conflictos al interior de la región. A los ya conocidos –como la salida al mar de Bolivia, la conflictividad en la zona de frontera de Colombia y Venezuela, o el pedido de soberanía por parte de Argentina sobre Islas Malvinas– se les suma hoy el caso reabierto más latente: el actual conflicto chileno-argentino por los límites marítimos. Si bien se prioriza como solución el diálogo y una salida pacífica, lo cierto es que la región adquiere cierto clima de tensión entre las partes involucradas.

Claro está que los peligros inminentes de algún tipo de conflictividad no se dan solo hacia adentro de nuestra región. Las amenazas y los peligros pueden provenir de frentes externos y en una gama variada de formas. Podrían inclusive caracterizarse como nuevas, las cuales están relacionadas por ejemplo con la era cibernética y los ciberataques; las acciones de inteligencia y vigilancia que atentan contra la privacidad de los Estados y sus ciudadanos y ciudadanas; el incremento de catástrofes naturales debido provocados por el calentamiento global; o el surgimiento de la pandemia. Es preciso además hacer mención –solo con el afán de no saltearnos la coyuntura general– que, si bien se venían dando cambios en posicionamientos de potencias a escala mundial –Rusia y China, sobre todo–, la pandemia precipitó algunos movimientos, dando lugar al nacimiento de un esquema multipolar mundial, lo que amerita una revisión de lo trabajado hasta el momento sobre varias cuestiones, entre ellas la defensa y la seguridad.

Detectar los riesgos es el primer paso, y a ello le sigue pensar políticas preventivas y de accionar acordes a cada situación, en particular con perspectivas nacionales y regionales. Felizmente, el ocaso de la guerra fría y la vuelta progresiva a los sistemas democráticos en los países latinoamericanos motivó el resurgimiento del diálogo y las relaciones hacia adentro de la región, contemplando de manera estratégica la defensa y la seguridad. Ahora bien, las asimetrías que presentan los países de Sudamérica en capacidades, recursos materiales y humanos, poderío armamentístico y demás, llevan a pensar idealmente en un “modelo de defensa cooperativa” basado en la idea de una firme confianza mutua y en la sólida convicción de que ningún Estado por sí solo puede afrontar las viejas ni las actuales amenazas mundiales. Sobre esta forma de cooperación Leonardo Hekimian (2013) sostiene que la seguridad nacional y la defensa regional se articulan y convergen en una defensa cooperativa, sustentada en los intereses regionales comunes y propios, que son en primera instancia la cantidad significativa de recursos naturales disponibles en nuestra vasta y rica parte del continente.

El Consejo de Defensa Suramericano, nacido en el seno de la UNASUR, consolidó un Plan de Acción propio, que iba desde políticas de defensa, acciones de paz y ayuda humanitaria, hasta capacitaciones, estudios y proyectos sobre ciencia, tecnología e innovación industrial destinadas a la defensa y la seguridad. El mismo fue la materialización de los consensos sobre cooperación multilateral basados en los mismos ejes de defensa de recursos, creación de nuevas tecnologías, cooperación militar, unificación de criterios y posturas y acciones de pacificación. Sin embargo, este Consejo tiene hoy su agenda en espera, debido a las decisiones tomadas por los gobiernos de derecha que se sucedieron en el continente, los cuales concuerdan con la salida de la UNASUR, lo que sigue sin efectivizarse debido al incumplimiento de los requisitos establecidos para lograr tal desvinculación. Paralelamente, se encuentran sin actividad relevante el Centro de Estudios Estratégicos de Defensa y la Escuela de Defensa, creados bajo el marco del Consejo de Defensa Suramericano.

Siempre que se analizan en estas cuestiones parecería ser que nos quedamos pensando en los clásicos ataques ocurridos en el trascurso del siglo pasado, sin poder vislumbrar que las amenazas se presentan de maneras diferentes, en muchos casos imperceptibles a simple vista. En cualquier contexto –y en el actual más que siempre– es de suma importancia tratar los temas inherentes a la seguridad y la defensa nacional y regional. La pandemia ha puesto en evidencia la debilidad de los límites, las fronteras, la protección, la seguridad, los controles y las estructuras estatales. Ha puesto al Estado y sus respectivos gobiernos –con sus distintivos liderazgos en América Latina– como actores centrales, donde sus capacidades y funciones fueron de suma relevancia al momento de plantarse y enfrentar el COVID-19, o no hacerlo.

Los posicionamientos de los poderes hegemónicos mundiales –Estados Unidos, China y Rusia, los más relevantes– nos deben poner en alerta, siendo Sudamérica el continente más deseado, por nuestras condiciones y características. Las amenazas son muchas y vienen de todos los frentes. A las internas no debemos subestimarlas, y a las externas debemos poder enfrenarlas como bloque y uniendo las fuerzas, literalmente. La fragmentación de los países del Sur incrementa las debilidades y favorece cualquier posibilidad de embestida. Las amenazas internas son peligrosas, debido a que responden a los intereses de los poderes económicos mundiales que llevan adelante actos que van en detrimento del bienestar y del buen vivir de las y los habitantes.

La pandemia demostró la vulnerabilidad de nuestros cuerpos, pero también de la insuficiencia de una respuesta de los aparatos del Estado que llevara a acciones unificadas, colaborativas y solidarias que pudieran hacerle frente a una situación inusitada para quienes habitamos el planeta. Cabe aclarar que la “vulnerabilidad de los aparatos del Estado” remite por un lado al vaciamiento que algunos gobiernos dejaron tras su salida –tal es el caso de Argentina, por ejemplo– y por el otro a ser manejados de manera indiscriminada y según los criterios de quienes los tienen bajo su poder –Brasil, es un claro ejemplo de ello.

El desafío a corto plazo es recuperar y dar continuidad a los trabajos que se vinieron realizando de manera multilateral por los organismos creados en el contexto de integración regional, que no están extintos, sino en stand by. Los instrumentos ya existen, ya fueron pensados, diseñados y creados. Es solo cuestión de ponerlos en acción nuevamente. No debería depender eso de las diferencias ideológicas de los gobiernos de turno en cada país. Para lograr políticas públicas de integración de largo plazo que no dependan exclusivamente de las actitudes particulares se requiere una visión que pueda trascenderlas, inicialmente para constituir un bloque que pueda garantizar la defensa y la seguridad de una de las mayores reservas mundiales de recursos naturales.

 

Referencias

Grupo de Trabajo del Consejo de Defensa Suramericano (2009): El Consejo de Defensa Suramericano de la UNASUR. Crónica de su gestación. Santiago de Chile, Ministerio de Defensa Nacional.

Hekimian L (2013): “La Política de Defensa, variable estratégica del proceso de integración regional suramericano”. En XI Congreso Nacional de Ciencia Política, Paraná, SAAP-UNER, 17 al 20 de julio.

Hekimian L y A da Ponte (2016): “La Cooperación Científico-tecnológica-industrial para la Defensa entre Argentina y Brasil”. Revista Brasileira de Estudos de Defesa, 3(2).

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