De aquellos polvos vienen estos lodos

Guillermo O’Donnell caracterizó regímenes políticos abordándolos en su inicio o plenitud. Siendo su discípulo contrera, hice al revés. Busqué caracterizar al sistema político argentino estudiando sus crisis. En primer término lo hice con el golpe de 1955 y luego con el de 1976. Luego haría lo mismo con la crisis del 2001-2003.Este enfoque me llevó a entrevistar a muchos que trataron de evitar la pérdida del poder en 1955 y en 1975-1976. Esto resultó en una veta realmente rica y sugerente que me lleva así a conceptualizar características del sistema político argentino que afectan a instituciones tales como la Presidencia, el Congreso y el Poder Judicial, y la adopción –sin beneficio de inventario– del mito de que la división de poderes es democrática en su origen y funcionamiento, además de las falencias de los partidos, especialmente el partido-movimiento que fundó Perón. En esta ocasión me concentraré en la falencia o característica del movimiento peronista, tan renuente a amoldarse a las prácticas de un partido político propiamente dicho, como dice Maurice Duverger. Las falencias de la Presidencia, el Congreso y el Poder Judicial solo serán enumeradas. No hay tiempo ni espacio para todo.

Problemas del Peronismo como un partido renuente a adoptar prácticas democráticas internas

Los entrevistados dijeron que sentían dentro del peronismo una falta de mecanismos democráticos y de otras actividades que dan vida a la política. Habiendo perdido el poder en diciembre de 2015, persiste una renuencia –dentro del peronismo en sus múltiples ramas– a organizarse como un partido propiamente dicho. Hay consecuencias: a) dificultades para remontar crisis, lo que resulta en que se pierde el poder;b) deslegitimación; c) división interna; d) de la deslegitimación –emergente de que no se ha consultado al afiliado y menos al militante en procesos democráticos que incluyan el voto y no signifiquen una unificación que, como señala Graciela Camaño, sea un mero “amontonamiento”– surge la imagen de acefalía de la que se ha valido la jueza María Romilda Servini de Cubría en un fallo política y legalmente ridículo, pero –y esto es lo significativo–funcional al macrismo.

El peronismo se muestra renuente a seguir el ejemplo de la Renovación que marcó Antonio Cafiero, con una renovación tan ejemplar que compitió con Carlos Menem yéste pudo ganarle, es decir, no renovó en beneficio propio. Tal es la renuencia peronista a democratizarse internamente que hay peronistas que tildan la reforma de Cafiero como un fracaso.

Los peronistas que ocuparon puestos en el gabinete en 1955 y 1975-1976 me señalaron los costos del origen carismático del partido y la ausencia de prácticas democráticas.[i]Pueden distinguirse cinco etapas durante las cuales esta característica se origina y evoluciona: a) orígenes y causas primigenias; b) persistencia entre 1946 y 1955; c) consecuencias de la proscripción entre 1955 y 1972; d) la renovación cafierista; e) vuelta a la digitación de candidaturas y a los costos del carisma, 2003-2018. Tengo entrevistas grabadas y transcriptas que documentan desde la primera etapa hasta la cuarta. La quinta está demasiado fresca y se desarrolla aún ante nuestros azorados ojos. Paso a relatar, citar o parafrasear lo que me dijeronÁngel F. Robledo, Alfredo Gómez Morales,César Guardo, César Marcos, RaúlLagomarsino, Antonio Cafiero, Andrés Framini, Oscar Albrieu, Alejandro Díaz Bialet, Enrique Pavón Pereyra, el teniente general Alberto NumaLaplaney Julio González.Cabe hacer notar que esta información, y el análisis que derivó de la misma, acaba mostrando una causalidad política donde lo económico sorprendentemente no pesa tanto como muchos han pensado. Por “causalidad política” entiendo elementos institucionales. Algunos emergen de malas prácticas y corruptelas, pero muchos componentes de lo político provienen de diseños institucionales con fallas fundamentales y de inicio. El resultado de estas falencias son crisis donde –como puntualiza Maquiavelo– se ha ejercido el poder sin tener éxito en mantenare lo stato.También entrevisté a líderes de la oposición al peronismo: Arturo Frondizi, Miguel Ángel Zavala Ortiz, Arturo Illia, Ricardo Balbín, Eduardo Busso, José María de Pablo Pardo, Jorge Aguado, Celedonio Pereda, Marcos Friszman, el ex general Jorge Rafael Videla, el ex Almirante Emilio EduardoMassera, y José Alfredo Martínez de Hoz.

Juan Linz es un autor de ciencia política –al ser un académico de nota no es clasificable como autorde trabajos testimoniales, como los que escribieron algunos de los entrevistados, pero es muy sugerente–que refiere una característica del sistema político argentino: lo cortesano.

Orígenes

Desde sus comienzos en 1945-1946 no es el Peronismo un partido “a la Duverger”. La impronta de lo que GarcíaBelsunce y Carlos Floria caracterizaron como un “liderazgo carismático bicéfalo” siguió pesando,y es así aún en 2018. Tras las elecciones de 1946,Perón encomendó a César Guardo, entonces presidente de la Cámara de Diputados,que organizara un partido.Un año después –rememoró Guardo– hubo una reunión de políticosperonistas para evaluar las razones de la problemática organización.Terminada la reunión, en la que se evaluaron las dificultades que habían llevado a que el intento fracasara, Guardo queda solo con Perón y le pregunta a qué se debían las dificultades.Perón le responde: “Me extraña, Giovinotto [sobrenombre con que lo llamaba Perón], su falta de olfato político. El que no quiere partido soy yo”.

Persistencia entre 1946 y 1955

En reiteradas ocasiones Perón efectuaba llamados a organizarse, argumentando que la organización era esencial porque vencía al tiempo, etcétera, etcétera. Pero su forma de conducción de hecho lo impedía. Su contacto con el partido era nombrar y reponer dirigentescon frecuencia tal que nunca se consolidaran liderazgos. Otra característicade su forma de liderazgo era dar ocasionales clases magistrales. Había unidades básicas por todo el país,pero la actividad en las mismas era más receptiva que activa de lo que decíaPerón: es lo que alegaron Guardo y Albrieu, además de César Marcos y Raúl Lagomarsino.

Oscar Albrieu –que pasó depresidente de la Cámara de Diputados a ser ministro del Interior tras el fracasado golpe del 16 de junio de 1955– rememoraba en 1980 que conversabamuchas veces con Perón y que éste se ponía muy emotivo, llorando, cuando analizaban los problemas,y concordaba con que la causa de los problemas organizacionales del partido-movimiento surgían de que“a mí me pesa demasiado la chaquetilla”, refiriéndose al uniforme militar.Albrieu lo pone a John William Cooke a cargo de una intervención partidaria luego de junio de 1955, secundado por Marcos y Lagomarsino, quienes recordaban en 1980 quebuscaban –de acuerdo con Albrieu–darle vida al partido con actividades en las unidades básicas. A las pocas semanas dejaron de intentarlo. Entre la costumbre y el miedo por la violencia entonces prevaleciente, y el clima de odio confrontacional–que muestra feliz Lafiandra en su libro testimonial Los Panfletos de la Revolución Libertadora que recuerda tanto a los emails que circulaban en 2014 y 2015–, las unidades básicas en 1955 permanecían vacías e inactivas, por ende incapaces de generar soluciones a la crisis por entonces evidente.

Consecuencias de la proscripción entre 1955 y 1972:el desorden de 1974-1976

En 1980Ángel Federico Robledo me concedió una serie de largas entrevistas, y también a partir de 1983, cuando oficiaba de asesor presidencial de Alfonsín.Había sido embajador en países latinoamericanos hasta 1955, luego ministro de Defensa de Cámpora y de Perón en 1973 y 1974,volvió a ser nombrado embajador y ministrocon Isabel Perón–yamuerto Perón–,quien le pidió que renuncie influenciada por López Rega, quien nunca se llevó bien con Robledo.Hablamos de la forma en que se llega al golpe de 1976, de las dificultades tras el escándalodel chequelibrado por Isabel –por torpe consejo de Antonio Benítez, según me confesó él mismo–para cubrir parte de la herencia de Perón que debía pasar a las hermanas de Eva Perón, del Rodrigazo y del deterioro de la salud de Isabel.Pero Robledo también comenzó una serie de consideraciones sobre las características del partido-movimiento. La más sintética y valiosa, a mi modo de ver, es cómocon ceptualizó las consecuencias de la proscripción: “La proscripción para un partido político es igual que la desnutrición para un cuerpo, lleva a deformaciones y retrasos”.

Levantada la proscripción al peronismo, tras el fracaso del Estado Burocrático Autoritario (BA) de 1966-1973,urge organizar el Partido que funciona obedeciendo a Perón y a su delegado Cámpora. Pero donde emergieron las consecuencias de la proscripción que perduró por 18 añosfue en la selección de candidatos.“Había que nombrar candidatos a diputados, senadores, gobernadores, legisladores provinciales, intendentes, concejales. Inevitablemente –recordaba Alejandro Díaz Bialet, que comosenador nacional acabó siendo presidente pro tempore delSenado–se filtraron todo tipo de personajes indeseables”.Una consecuencia de la ausencia de mecánicas partidarias democráticas es que Perón, presionado por Isabel y López Rega,se sobrepone a su renuencia a ser candidato a la presidencia, conocedor de su afección cardíaca, y sultanáticamente nombra a Isabel como candidata a la vicepresidencia.

Agrava esegigantesco error político que, pese a sus reservas hacia el accionar de López Rega, Perón solamente se decidió a reemplazarlo estando a un mes de morir, según varios de mis entrevistados. Uno de sus médicos, Taiana, me contó –a poco de publicar su libro, donde cubre las razones de la forma de accionar de Perón–que el problema cardíaco se iba agravando con sucesivos ataques que eran mal curados, porque Isabel y López Rega no querían montar una unidad coronaria en Gaspar Campos ni en Olivos. Además, era “muy indio” Perón, según medijo Taiana: desconfiaba de la medicina tradicional y preferíala magia de López Rega, que además con Isabel tiraba a la basura los medicamentos alópatas que recetaban los médicos. Según Taiana, esto hacía que los períodos diarios de actividad de Perón fueran cada vez más cortos. Además, innecesariamente lo mandaron inspeccionar la flota de mar ya desatado el invierno,como demostración de su poder,y al poco tiempo de esa torpeza lo dejan mojarse durante la lluvia al visitar innecesariamente al Paraguay, no cambia su chaquetilla militar y permanece durante horas mojado y muerto de frío. Ahí contrae la gripe que lo lleva, con sus problemas cardíacos, en pocas semanas a la muerte.[ii]

Todo esto configura lacaracterísticacortesana del sistema político argentinoa la que se refirió Juan Linz cuando hablamos en Yale. Perón y su entorno disponían del Estado y del Partido como si fueran propiedad personal del sultán. Ello se deriva del carácter carismático, potenciado por las consecuencias nefastas de la parálisis partidaria resultante de laproscripción.

La reorganización partidaria que promovía Robledo en los 70, incluyendo elecciones internas a autoridades partidarias, fue saboteada por Isabel, quien –segúnme contó Julio González– seguía recibiendo instrucciones de López Rega a través de Lastiri, que vivía en el chalet presidencial. López Rega, cabe recordar, no estaba ausente del país porque lo expulsara el partido-movimiento del que tanto abusó,ni porla presión del sindicalismo, sino por el decidido accionar del General Alberto Numa Laplane, quien lo echó de Olivos con granaderos: lo hizo embarcar a Europa munido de un caricaturesco diploma de embajador especial que,por insistencia de Isabel, debió sacar del Palacio San Martín el jefe superior de ceremonial de Estado, embajador Jorge Giraldes.

De esta evolución resultaba una cultura política poco proclive a la democracia interna. Se creía y se cree aún hoy en medios peronistas que el movimientismo es una característica superior a las de un partido “a la Duverger”.Una deformación que corona esta serie de excrecencias es el verticalismo obsecuente del que se preciaba más de uno.

Así, ante la creciente actividad destitucionalista de las Fuerzas Armadas, sus comunicados constantes y la incapacidad de Isabel, potenciada por la continuada interferencia de López Rega,el partido-movimiento carece de prácticas democráticas internas para superar la crisis, crear nuevas instancias políticas y renovar autoridades más que desvalorizadas.El partido-movimiento no funciona, no existe, y se llega al golpe de 1976 en una actitud que mezcla la postración y la resignación política.

La renovación cafierista

El tránsito a 1983 encuentra al peronismo sin democracia interna, en manos de personajes que se han encaramado al partido. Si la derrota del 2015 –según Natanson– no debería sorprender, la de 1983 es menos sorprendente todavía.

Desde 1980, cada vez que regresaba a la Argentina, y lo hacía con frecuencia –por lo que me pidió la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Comunes de México–, lo veía a Antonio Cafiero. En 1983, ante el triunfo de Alfonsín, me dijo: “qué quiere que haga, Makin, el tiempo pasa y este hombre [por Alfonsín] va estar seis años en la presidencia. ¿Qué hago yo?”.Seguramente no fui el único que le dijo que renovara al partido. Tan bien lo hizo que ganó la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Esa renovación es la más profunda que ha tenido el Justicialismo. Tras el triunfo de Menem el proceso democrático interno fue congelado. Nadie quiso descongelarlo, y la elección de 2003 no fue otra cosa que una interna peronista, porque la dirigencia era incapaz de seguir con las prácticas de democracia interna que ejemplificó Cafiero.

Néstor Kirchner explicó– en el libro que publicó en 2003 con Torcuato Di Tella Después del Derrumbe– que era necesario remontar con internas democráticas la crisis de representación que aquejaba al peronismo y a todos los partidos. La iniciativa era excelente, pero tenía una única falla: permitir que votaran aquellos que no eran afiliados ni militantes. Solo tuvo sanción durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Como se sabe, las saboteó ejerciendo el dedazo a la mejicana, siguiendo la lamentable costumbre peronista. La presidente no permitió que las PASO eligieran y seleccionó de antemanoa Scioli, quien era resistido por muchos peronistas,según pude constatar en mi trabajo de campo en el año 2015.

Conclusiones y conjeturas

Que no se haya consultado al afiliado y menos al militante en procesos democráticos que incluyan el voto resulta una fuerte mácula deslegitimante. Es cierto que hay que cuidar que no vaya a aparecer una unidad que signifique un mero amontonamiento.Mi visión es que el fraccionamiento que señala Servini de Cubría en su grotesco fallo es resultado de la ausencia de un proceso de reforma regido por consultas democráticas que incluyan activamente al afiliado y al militante. Tal como señaló HectorRecalde, es un fallo “proscriptivo”, pero que es resultado de la renuencia del peronismo a seguir el ejemplo de la renovación que presidió Antonio Cafiero.

Ya no vuelan los Gloster Meteor de la Marina, ni las Fuerzas Armadas se meten en política, un logro de los años posteriores a 1983, pero apareció el Poder Judicial, o por lo menos algunos jueces, conformando un nuevo mecanismo antidemocrático al servicio –según la genial conceptualización de Guillermo O’Donnell–del Estado Burocrático Autoritario. ¿Generará el peronismo una buena mezcla de la movilización del 17 de octubre y del reformismo democratizante de Cafiero, para reformarse y repeler este avance autoritario?

Quiero señalar que este texto está basado en documentación hasta ahora inédita que refleja el pensamiento de la vieja guardia peronista sobre los problemas emergentes de la renuencia del peronismo a rutinizar prácticas democráticas, como diría Max Weber. Las desgravaciones están a disposición de quien quiera verificar que lo que se me dijo no ha sido tergiversado de forma alguna. Lo más que he hecho es parafrasear.

Jeremy Corbyn, líder laborista que The Economist sostiene será el próximo primer ministro británico, se sobrepuso a problemas similares a los que enfrenta el peronismo, recurriendo tres veces al voto de afiliados. Es una muestra de cómo es posible ganarles a medios en su mayoría opositores y aún a laboristas que buscaron su reemplazo, arañando el poder en las elecciones de junio del 2017.


[i]César Marcos, secundando a John William Cooke en junio de 1955, rememoraba que “después del 16 de junio de 1955 las unidades básicas estaban vacías, ya no iba nadie”.

[ii]Apoco de establecerse después de junio del 73 en Gaspar Campos, los médicos habían elaborado un acta que se le confió al escribano mayor de gobierno, Enrique Garrido, en la cual hacían constar que a lo sumo a Perón le quedaba un año de vida y que, de hacerse cargo de la presidencia si se lo candidateaba como parecía inevitable tras la renuncia de Cámpora, su vida se acortaría drásticamente. Le predijeron seis meses.

 

 

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