Unidad para la victoria y la recuperación nacional

Dijimos a principios de 2018 que este sería el año del debate en búsqueda de la unidad, y así es. Se multiplican los espacios de conversación, discusión y acercamiento de posturas que parecían lejanas. Los peronistas que sostenemos la vigencia de las banderas de la independencia, la soberanía y la justicia social debemos reunirnos y estar abiertos a los desafíos que se presentan. La unidad no significa silenciar las diferencias o aparentar acuerdos “para la foto”. La unidad es el único camino para ganarle a Macri en las próximas elecciones.

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Las elecciones y el Peronismo

Uno de los méritos de Antonio Cafiero y de los dirigentes de la Renovación de los 80 fue haber comprendido el nuevo rol que jugaban las elecciones en la dinámica peronista. Si en el peronismo clásico las elecciones legitimaban a una mayoría preexistente, bajo las nuevas condiciones las elecciones eran una instancia de construcción de una mayoría popular.

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La unidad del Peronismo

No hace falta tener las últimas encuestas en la mano para darse cuenta de que la actual división entre peronistas nos resta posibilidades de triunfar en las próximas elecciones. Si finalmente deciden ir por fuera quienes hoy disienten con la conducción del Partido Justicialista –incluyendo no sólo al llamado “peronismo disidente” sino también a quienes llamándose peronistas apoyan a Proyecto Sur o expresiones partidarias similares– no sólo perderán irremisiblemente, sino además serán eventualmente responsables del triunfo de una reedición de la malograda Alianza de 1999.

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Estar a la altura

Lo que diferencia a las y los dirigentes políticos que trascienden no es su ideología o su idea de la organización política. Lo que las hace y los hace distintos es estar a la altura de las circunstancias históricas que atraviesa su país. Creemos que la presente coyuntura política tiene su origen en dos elementos.

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Sin unidad de concepción e identidad no hay unidad del peronismo

El Peronismo ha revivido varias veces en su historia a las dos crisis más severas que puede tener una fuerza política: las de unidad y de identidad. Cada vez que pierde unas elecciones se recluye en su mantram preferido: “unidad, unidad, unidad”. Mientras vivió Juan Domingo Perón esa unidad se simplificaba en el encolumnamiento de los sectores tras su figura, aun con todas sus discrepancias. La palabra de Perón era santa, y todos la acataban. Desde que murió el líder en 1974, el Peronismo vivió acunado en una permanente atomización y todos los esfuerzos de unidad fueron ficticios, resultado de conglomerados más o menos vinculados por fuertes intereses personales, cuyo único objetivo siempre fue llegar al poder. En el mejor de los casos la unidad fue –pese a ser advertidos por el propio Perón– un “amuchamiento”, apenas útil para poner en funcionamiento al Partido Justicialista y enfrentar circunstancias electorales. En 1983, de forma amañada, ese partido decía que tenía más de dos millones de afiliados. La abultada cifra impresionaba, pero no impidió la derrota electoral. Sin embargo el “amuchamiento”, un mecanismo imperfecto, fue repetido hasta el hartazgo.

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De aquellos polvos vienen estos lodos

Guillermo O’Donnell caracterizó regímenes políticos abordándolos en su inicio o plenitud. Siendo su discípulo contrera,hice al revés. Busqué caracterizar al sistema político argentino estudiando sus crisis. En primer término lo hice con el golpe de 1955 y luego con el de 1976. Luego haría lo mismo con la crisis del 2001-2003.Este enfoque me llevó a entrevistar a muchos que trataron de evitar la pérdida del poder en 1955 y en 1975-1976.Esto resultó en una veta realmente rica y sugerente que me lleva así a conceptualizar características del sistema político argentino que afectan a instituciones tales como la Presidencia, el Congreso y el Poder Judicial, y la adopción –sinbeneficio de inventario– del mito de que la división de poderes es democrática en su origen y funcionamiento, además delas falencias de los partidos, especialmente el partido-movimiento que fundó Perón. En esta ocasión me concentraré en la falenciao característicadel movimiento peronista, tan renuente a amoldarse a las prácticas de un partido político propiamente dicho, como dice Maurice Duverger. Las falencias de la Presidencia, el Congreso y el Poder Judicial solo serán enumeradas. No hay tiempo ni espacio para todo.

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