Antonio Cafiero: mi homenaje

Antonio Francisco Cafiero: un compañero, un profesional y un ser humano con una larga trayectoria política, militante de la primera hora que participó de la histórica Plaza del 17 de octubre del 45. Fue ministro, uno de los más jóvenes, de Juan Domingo Perón, en su primera etapa.

Tuve el honor y la responsabilidad de trabajar con él. Se me cruzan muchas emociones por la cantidad de actividades que organizamos juntos con el equipo de Cultura y Educación. Trabajé en el cargo de subsecretario de Cultura de la Provincia de Buenos Aires dentro de la Dirección General de Escuelas y Cultura, durante su gestión como gobernador. Con él dimos una fuerte impronta a toda la cultura, y en especial a la recuperación del Patrimonio Histórico, Arquitectónico y Político de toda la provincia. Logramos la puesta en valor y funcionamiento de la Biblioteca y Museo Juan Perón en Lobos; trabajamos con una Comisión que se dedicó a la restauración de la Casa de Los Toldos donde nació Evita y se convirtió en Museo y Centro Cultural; sin olvidar que dimos los primeros pasos para que hoy la Quinta de San Vicente –donde descansaban Perón y Evita– sea Museo Histórico Nacional.

En el área de Patrimonio, el Museo de Luján fue recuperado y habilitado en sus diversas salas. De la misma forma apoyamos esta tarea en el área de archivos, museos y bibliotecas de la provincia, generando espacios de memoria e identidad. Los teatros no fueron una excepción: recordamos con amor el Teatro Argentino de La Plata y el auditorio de Mar del Plata, entre otros muchos espacios de cultura a lo largo y ancho de la provincia. Los cuerpos estables: la comedia y las orquestas sinfónicas siempre estuvieron, y aún en el presente son protagonistas. Fomentar la participación de la comunidad educativa y artística y los espectáculos populares también se incluyeron en el programa que desarrollamos de Descentralización Cultural para llegar a todas las Regiones Bonaerenses. Destacamos, además, la importancia de la generación de eventos que, con artistas populares, intelectuales y trabajadores de la cultura en general, se llevaron adelante para su impulso en los territorios.

Junto con la Dirección de Bibliotecas Populares organizamos la promoción de la lectura y una diversificación de actividades. Luego de un impase de más de dos décadas, volvimos a realizar los congresos de Historia de los Pueblos, hecho que permitió rescatar la memoria oral, y de allí surgieron publicaciones diversas. Se creó la Dirección de Artesanías y Tradiciones Bonaerenses para rescatar nuestros valores y dar protagonismo a cada ciudadano y cada ciudadana de la provincia. Podríamos seguir enumerando hechos culturales que se pueden hallar en las publicaciones realizadas por distintos organismos y bibliotecas.

En esta ocasión me gustaría destacar otras cosas que viví con el doctor Cafiero. Con él viajábamos recorriendo los distritos. Durante su gestión la obra pública fue importante, y sumamos la promoción de actividades culturales y educativas. Creó el Programa de Gestión Participativa, que aún en muchos municipios se sigue aplicando, y se trabajó en la creación de los consejos de la Mujer, de Escuelas, de Seguridad Municipal y de Salud. En cada área de gobierno se produjeron hechos importantes que transformaron –a partir de los cambios de contexto– en los tiempos que corren. Otra de las tantas creaciones fue la Distinción de Bonaerenses Ilustres para artistas, intelectuales, deportistas, profesionales, gente de la producción y artesanas y artesanos. Fue otra forma de apoyar y promover la creatividad, el conocimiento y la dedicación intelectual, artística, productiva, de trabajo y educativa.

Antonio Cafiero fue un hombre con quien se podía conversar e intercambiar opiniones. Su equipo de trabajo siempre estuvo a disposición de la comunidad. Dio participación a sus funcionarias y funcionarios y nos hizo sentir reconocidos cuando ejercimos cargos con él. Con escasos recursos se redoblaron esfuerzos desde el objetivo común de hacer sentir a cada bonaerense protagonista en su ciudad y su provincia. Para ello, en el programa de radio El gobernador habla con el Pueblo – conducido por él mismo– se invitaba a personalidades, vecinos, vecinas y representantes de instituciones de todas las ideas, que se transformaban en actores sociales de una gestión inclusiva. Fue su forma de comunicación con el pueblo.

Conocimos a su familia, ya que, pasados los años, la relación continuó y tuve la dicha de tratar a su señora esposa, Ana Goitia, gran compañera que dedicó muchas horas de trabajo al desarrollo social. Hoy la Maternidad de la calle Jaramillo en Avellaneda lleva su nombre, en reconocimiento a su labor. Sus hijos e hijas formaron parte de estos equipos de trabajo por el bien común. Quiero dejar aquí mi respeto y recuerdo para su hijo Mario.

Como anécdota sólo contaré una: cuando llegaba su cumpleaños, Don Antonio invitaba a una reunión en su casa, donde concurrían personas de diversos sectores. Las unía con el criterio de unidad nacional. No aceptaba regalos: había a la entrada una espacie de alcancía y sobres donde –quien lo deseaba– donaba lo que podía. Ese dinero posteriormente se destinaba a una entidad pública. Creo que esto habla de un hombre que nunca dejó de pensar en la Comunidad Organizada y en las instituciones como lugares en donde todo aquel que puede debe participar, cooperar, ser solidario y protagonista. Con él aprendimos, fuimos compañeros y amigos. Siempre será una persona digna, de esos seres humanos que nunca dejaremos de recordar y extrañar.

 

Hugo Caruso fue secretario de Cultura de la Provincia de Buenos Aires; secretario de Cultura, Educación y Promoción de las Artes de Avellaneda; y secretario de Cultura y Deportes del Sindicato de Luz y Fuerza. En la actualidad está terminando de escribir el segundo tomo de su libro sobre la historia de la gestión cultural en Avellaneda, libro que se sumará a una larga lista de publicaciones de su autoría.

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