Antonio Cafiero: el caballero que rescató al peronismo

La República Argentina rescató la democracia en diciembre de 1983 con la asunción del doctor Raúl Alfonsín y la UCR. El sistema político argentino fue testigo de lo impensable: el justicialismo perdió las elecciones legítimamente, luego de décadas de hegemonía. La dirigencia peronista solo atinaba a repetir viejas consignas y proclamas, sin percibir que habían cambiado los tiempos y las generaciones populares. Un camino que solo aguardaba la lenta extinción. Es entonces –en 1985– cuando, interpretando la necesidad de asumir en plenitud la democracia y los derechos humanos, apareció un hombre con un nuevo instrumento político: la Renovación Peronista. Recorrió el país llamando al verdadero espíritu humanístico y revolucionario de Perón y Evita, y se instaló como gobernador a partir de las elecciones del 6 de septiembre de 1987 en la provincia de Buenos Aires, rescatando un Nuevo Peronismo, esperanzador y transformador.

¿Qué fue la Renovación? Una apuesta a la democracia interna, a la racionalidad política, al respeto a todos los ciudadanos y a todas las ciudadanas, a una economía con justicia social y federal. ¿Quién fue Antonio Cafiero? El ministro más joven del general Perón en 1952; quien no dudó en cuestionar el rumbo del gobierno en 1954, como otros compatriotas –Arturo Jaureche, Scalabrini Ortiz–, cuando el gobierno tomaba un rumbo de confrontación con la Iglesia Católica del que era feligrés; quien en 1955 cayó preso con otros compañeros y se dedicó, desde su profesión de economista, a rescatar lo mejor del justicialismo en su libro 5 años después, de 1960; quien integró los cuadros técnicos del peronismo y del sindicalismo organizado; quien, ya en la tercera presidencia de Perón, asumió la intervención de Mendoza y –en los años más oscuros del país: 1975– el Ministerio de Economía, aun a sabiendas de los preparativos militares que luego tomaron el poder por la fuerza en 1976; quien, siendo embajador en el Vaticano en marzo de 1976, regresó al país, a pesar de las advertencias militares, para ser nuevamente encarcelado por la dictadura.

Entre sus cualidades políticas, debe señalarse que, ya como presidente del Justicialismo y gobernador de la provincia de Buenos Aires (1987-1991) impulsó en los jóvenes cuadros del movimiento, sin exclusivismos, la reconfiguración filosófica del peronismo del siglo XXI, abogando por un panperonismo que evitara la anarquía. Hizo del trabajo en equipo y de la honestidad personal, intelectual y administrativa una regla de oro. Impuso el respeto a las reglas de juego interno en el peronismo y en el país. Así, apoyó justamente al gobierno del doctor Alfonsín en el levantamiento carapintada de 1987, y luego cedió la conducción peronista al doctor Menem en las internas de 1990, siendo partidario del sostén del diálogo democrático y la no violencia. Nuevamente apoyó al gobierno nacional con el levantamiento de sectores militares en 1990. Luego, desde el legislativo y desde el partido abogó por la fortificación de la política y los partidos políticos.

Cafiero fue un caballero moderno entre arlequines y farsantes. Al cuidado del lenguaje español, al cuidado personal de varón argentino, se sumó una activa actuación en reivindicar la tercera posición geopolítica de Perón, al rescatar el sindicalismo nacional y mayoritario, el policlasismo y la unidad latinoamericana desde la COPPPAL en los noventa y en el siglo XXI. Fue un profundo cultor de la prospectiva y lo creativo, y de la realización política de hombres y mujeres, más allá de lo farandulesco y mediático. Luchó por el universalismo y por la política del no alineamiento automático en la guerra fría (1945-1990) y en la posguerra fría (1991-2010). Su propuesta de política económica tenía por norte lo mejor posible para las clases trabajadoras, lejos de extremismos anarquistas o de la genuflexión a los imperios y las multinacionales.

El Cafiero que yo recuerdo era católico practicante, elegante ciudadano, padre prolífico de buenos argentinos y argentinas y, sin duda, soldado del justicialismo en el Estado nacional, en la provincia de Buenos Aires, en el Congreso Nacional, en Mendoza y en el Servicio Exterior de la Nación.

Cafiero, Antonio, un hombre necesario en el peronismo de ayer y de hoy. Un paladín de la democracia argentina.

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