Llegamos para transformarlo todo

El movimiento feminista en nuestro país ha demostrado una inédita forma de hacer política. Conquistó la Ley por el aborto legal por el debate social que propició, por su carácter movimientista y porque operó transversalmente a toda la institución política. Está claro que la sanción de la ley presenta nuevos desafíos: en primer lugar, que se efectivice el acceso al derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas; también, que se despenalice a todos aquellos efectores de salud que han llevado adelante una práctica de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) y que por ese motivo fueron criminalizados; de la misma manera que a aquellas niñas, mujeres e identidades feminizadas que quisieron ejercer el derecho a la IVE y también fueron criminalizadas.

Sin embargo, en un país cuya pobreza alcanza el 41% por efecto de la pandemia, es necesario que el movimiento feminista empuje una agenda que viene cobrando protagonismo en el escenario público, y que implica la valorización de un trabajo y una política de distribución: la agenda de los cuidados.

Pensar las políticas distributivas a la luz de la época en la cual vivimos no puede dejar fuera el análisis de las brechas de género que se reproducen al interior del mundo del trabajo. Parte de las conclusiones a las cuales llegó el movimiento feminista en nuestro país es que no existe justicia social posible sin igualdad de géneros. Tenemos que actualizar la doctrina de la justicia social con el aporte que hacen los feminismos populares respecto de la política social y distributiva. “Comenzar por los de abajo para llegar a todos” tiene que contener la realidad de aquellas mujeres trabajadoras más humildes que no cuentan con los derechos laborales que el movimiento de trabajadoras y trabajadores conquistó históricamente, que muchas veces no pueden prescindir de cuidar a sus hijos, hijas y personas mayores, y consecuentemente son el rostro de las cifras más duras de nuestro país: informalidad, desocupación y pobreza.

Según datos del Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economíca Popular (RENATEP) que ya lleva inscriptas a 1.480.000 personas, en la distribución según rama de actividad de la economía popular los servicios socio-comunitarios corresponden a la actividad más desarrollada (33%). Este tipo de actividades contemplan desde la asistencia alimentaria en comedores y merenderos, hasta el acompañamiento a personas con consumo problemático y a víctimas de violencia de género, el cuidado de las niñeces y de las personas mayores de las barriadas populares. Es decir, estas mujeres trabajadoras terminan siendo la primera recepción de múltiples demandas en los barrios populares y acompañan su resolución construyendo organización y comunidad.

A su vez, sabemos que esta realidad impacta con mayor fuerza en la realidad de las mujeres jóvenes, con las dificultades que presenta el escenario económico y político para garantizarles un primer empleo. Son las jóvenes de los barrios populares quienes cuidan a niñas, niños o adultas y adultos como su primer trabajo. Ese trabajo les permite contar con un ingreso más en la familia o darle continuidad a sus estudios terciarios o universitarios.

El cuidado es un tema de la agenda del feminismo porque atraviesa a generaciones de mujeres que en algún momento de su vida realizaron tareas de cuidados. “Nosotras movemos el mundo” es la consigna que expresa que el trabajo llamado productivo no podría realizarse sin aquel trabajo invisibilizado: el reproductivo. La agenda de los cuidados es una agenda profundamente popular que involucra a toda nuestra sociedad, porque en algún momento de la vida todas y todos necesitamos ser cuidados por alguien.

Un paso importantísimo para que esta agenda tenga la visibilidad y la relevancia que precisa fue que el presidente Alberto Fernández reconociera el trabajo esencial de las trabajadoras socio-comunitarias en la pandemia y que esta valorización haya sido social y económica. En la misma línea, en el marco del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, durante el año 2020 se incorporaron 1.500 trabajadoras del cuidado de las infancias al Programa Potenciar Trabajo. Nuestro próximo objetivo para el año que comienza es la formación de las trabajadoras del cuidado en las universidades públicas, para aportar al proceso de valorización del trabajo en materia de cuidados.

El feminismo nos enseñó que llegamos para transformarlo todo, para evidenciar todas las injusticias que recorren nuestros cuerpos y modificarlas juntas. Miles de mujeres luego de años y años de lucha en las calles logramos que un 30 de diciembre la IVE fuera ley. La pobreza estructural en nuestro país y la realidad de millones de mujeres que llevan adelante trabajos de cuidados exigen que el movimiento feminista ubique a la agenda de los cuidados como el desafío que se viene.

 

Carolina Brandariz es socióloga y docente, y directora nacional de Cuidados Integrales del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

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