Peronismo y fascismo

Los intelectuales antiperonistas instalaron una falacia que repiten como loros los de la “intelligentsia” actual: el peronismo era –y es– una especie de fascismo criollo. Ahora, de fundar sus afirmaciones, nada. Como dicen Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano (2001) en La batalla de las ideas, “el antiperonismo de los 60 ni siquiera se tomaba el trabajo de considerar problemático los hechos y abocarse al análisis”.

Empiezo por un pensador que, a la vuelta de la vida, se sincera con este tema: Mario Bunge. Dijo en un reportaje (La Nación, 21-3-2010): “Éramos tan apasionadamente antiperonistas que no fuimos capaces de hacer un análisis objetivo del peronismo. Más aún, usábamos categorías políticas europeas. Creíamos que el peronismo era una forma de fascismo. Y no lo es: es original, es un tipo de populismo. Creíamos también que Perón era bruto. Es falso. Era inteligente, no sólo habilidoso, y tenía cultura histórica, al fin y al cabo, era profesor de Historia Militar en el Colegio Militar. Lo menospreciamos y por eso no lo entendemos. Gino Germani, que fue el fundador de la sociología moderna en la Argentina, se fue del país en 1966 y al año siguiente me visitó en Montreal. Le pregunté: ‘¿Por qué te fuiste de la Argentina? ¿Por la persecución?’. ‘No –me dijo–, me fui porque fui incapaz de entender al peronismo. Todavía hoy no lo entiendo’. Y es así: quien no entiende al peronismo no entiende el país”.

La discusión sobre peronismo y fascismo está aún pendiente, si nos atenemos a lo que dicen todavía algunos de estos “intelectuales”. El historiador americano Joseph Page (1983) –quien escribió la mejor biografía sobre Perón– descarta la idea del peronismo como un fascismo criollo. Alega entre otras razones que no desbandó a la clase obrera, como había hecho Mussolini, sino que más bien la politizó. Y que tampoco se crearon instituciones, tales como las asociaciones representativas de los sectores económicos sujetas al control del Estado corporativo fascista. Y Abelardo Ramos, con su estilo incisivo cuando critica a los intelectuales que se sumaron al coro de la Libertadora, rechaza la posibilidad de atribuir fascismo a un “país semicolonial”.

Hay interpretaciones diversas acerca del fascismo. Hay opiniones que afirman que el fascismo era en esencia una nueva religión que apuntaba a la totalidad de la vida y la conciencia de los italianos. “Nos encontramos, por lo tanto, frente a una nueva religión dogmática, con sus sacramentos y su jefe infalible. El que no ama la patria, según los dogmas de Benito Mussolini y según los ritos establecidos por él, es un hereje al que hay que entregar al fuego purificador de los mosquetes de la milicia nacional” (Tusell, Gentile y otros, 2004). El fascismo –dicen estos autores– era una religión política que afirmaba la primacía de la fe en la militancia política del individuo y de las masas, llevando al poder el pensamiento, y promovía el partido único, consagrando la figura del jefe carismático como pilar y fundamento del Estado totalitario, con un código obligatorio de mandamientos éticos para el ciudadano y una precisa liturgia política. El peronismo, en cambio, no fue partido único, compitió en elecciones con otras fuerzas políticas y fue proscrito en la mayor parte de su existencia. Tampoco el peronismo aspiró a ser una religión. Todo lo contrario, en su apotegma de las 20 verdades peronistas que Perón rescata en su vuelta en 1973 –‘somos lo que las 20 verdades dicen’– no hay lugar a duda alguna, si nos atenemos a una de ellas: El Justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista.

Umberto Eco, al contrario de estos autores, afirma que el fascismo en realidad no tuvo una ideología, como sí la tuvieron el nazismo y el estalinismo. No vale –dice– alegar que el fascismo contenía en sí todos los elementos de los totalitarismo sucesivos en estado de quintaesencia, ya que el fascismo no poseía ninguna quintaesencia, y ni tan siquiera una sola esencia: “El fascismo era un totalitarismo fuzzi [difuminado, confuso], no era una ideología monolítica, sino más bien un collage de diferentes ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones”.

Otra característica fascista es la subordinación total de las actividades individuales de los ciudadanos al Estado y a su ideología. El justicialismo –contrariamente– tenía una planificación centralizada y una ejecución descentralizada, con contralor popular a través del Congreso y participación en la ejecución por las provincias y los municipios. Así ocurrió con el Primer y el Segundo planes quinquenales.

Tampoco el “culto a la tradición” del fascismo puede identificarse con el peronismo, y menos, mucho menos, cualquier atisbo de racismo. Perón reconoce en forma inmediata al naciente Estado de Israel. El Partido Comunista estaba reconocido legalmente y sus afiliados votaban normalmente en las elecciones. La inmigración desde una Europa famélica y destruida rompía cualquier atisbo de racismo o exclusión.

Por último, Alieto Guadagni (2008) trae una conversación muy interesante entre Perón y un diplomático que fuera registrada por la embajada estadounidense en la Argentina. Cuenta el cable que Perón “discutió sobre el fascismo y me dijo que había estudiado la doctrina fascista en clases con el mismo Farinacci. Analizó las debilidades del fascismo. (…) La milicia fascista se armó como un ejército que coexistía con el ejército regular. El primero era pro-fascista y pro-Mussolini; el segundo, pro-Víctor Manuel y antifascista”. Según Guadagni, esa oposición a las milicias populares fascistas las mantuvo Perón, tanto en 1955 en su negativa a armar a los obreros, como en 1973 en su enfrentamiento con los Montoneros. Concluye Guadagni que, en materia de grupos civiles armados, “el general Perón pensaba lo mismo en 1974 que en 1945”.

 

Bibliografía

Eco U (1997): Cinque scritti morali. Firenze, Bompiani.

Guadagni A (2008): Braden o Perón. Buenos Aires, Sudamericana-COPPPAL.

Page J (1983): Perón. Buenos Aires, Javier Vergara.

Sarlo B y C Altamirano (2001): La batalla de las ideas. Buenos Aires, Ariel.

Tusell J, E Gentile y otros (2004): Fascismo y Franquismo, cara a cara. Madrid, Biblioteca Nueva.

Zingoni N (2011), El peronismo y el enigma del país inacabado. Buenos Aires, El Aleph. Disponible en línea gratuitamente: http://nuevasgeneraciones.com.ar/sitio/wp-content/uploads/publicaciones/otras_publicaciones/El_peronismo.pdf.

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