Cuatro momentos de nuestra historia, la misma Estrella Federal

Dardo Cabo y los guerrilleros de Taco Ralo, 1968

El artículo comienza con un “reportaje de cárcel a cárcel” que el periodista y militante peronista Dardo Cabo (Tres Arroyos, 1941-1977) le realizó en el transcurso del año 1968 a los guerrilleros de Taco Ralo, que pertenecían a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). ¿Por qué el reportaje es de cárcel a cárcel? Porque tanto el entrevistador como los entrevistados estaban presos en cárceles muy distantes. Dardo Cabo en la cárcel de Ushuaia y los entrevistados en la de La Plata. ¿Por qué estaban presos? El primero había sido condenado por el gobierno militar de Juan Carlos Onganía a tres años de prisión, tras haber secuestrado un avión de Aerolíneas Argentinas y desviado su recorrido hacia las Islas Malvinas en el llamado “Operativo Cóndor”. Aquella aventura de Dardo Cabo y 17 militantes peronistas más logró plantar una bandera nacional en las islas. Los guerrilleros de las FAP, por su parte, habían sido capturados en un paraje llamado La Caña, a 120 kilómetros de Taco Ralo en el sudeste de Tucumán, al poco tiempo de haber iniciado sus primeras acciones como grupo guerrillero. Aquí un extracto del reportaje:

Pregunta Dardo Cabo: “Se los tildó de castrocomunistas; han demostrado ser peronistas y rechazan aquella calificación: ¿por qué se negaron a ser confundidos como castristas? ¿Qué tienen contra Fidel Castro?”

FAP: “Fidel es el líder del pueblo cubano y como tal lo respetamos. Nosotros somos argentinos y peronistas, de ahí nuestra negativa”.

DC: “Sin embargo, en la bandera del campamento habían insertado dos estrellas de cinco puntas, al estilo castrista o soviético. ¿No hubiera sido más lógico –ya que ponían estrellas– que usaran la llamada “federal”, de ocho puntas, profusa identificación de la militancia peronista y nacionalista?”.

FAP: “A riesgo de que pueda parecer infantil, aclaramos que fue un lamentable error de confección. De todos modos la bandera del FAP es la bandera peronista con el aditamento de esa sigla (FAP)” (Baschetti, 1997: 554).

Como puede observarse en el reportaje, la estrella federal era un símbolo identificado como “de la militancia peronista y nacionalista”. Esta afirmación cobra otra dimensión de análisis si tenemos en cuenta que la entrevista fue pensada por un militante peronista de familia de peronistas. Repasemos: Dardo Cabo era hijo de Armando Cabo, un dirigente sindical peronista de la Unión Obrera Metalúrgica, de la llamada vieja guardia sindical, que durante el primer gobierno peronista fue uno de los sindicalistas cercanos a Eva Duarte de Perón e integró el cuadriunvirato que dirigió la CGT, junto a José Espejo, Isaías Santín y Florencio Soto. La madre de Dardo murió víctima de un derrame cerebral causado por el terror que le produjo el bombardeo de plaza de mayo ejecutado por la aviación de la fuerza naval el 16 de junio de 1955.

Me interesa destacar que Dardo Cabo hace alusión a una “profusa identificación”, vale decir, una tradición que une a la militancia peronista con el uso de la estrella federal. Ahora bien: ¿de dónde proviene este lazo? O más bien: ¿qué tipo de relación se establece entre este símbolo y la militancia peronista?

 

Los Uturuncos y la Estrella Federal, 1955-1963

La sustanciosa investigación del buen historiador Ernesto Salas (2003) demuestra que en la primavera de 1959 un grupo de hombres relacionados con la resistencia peronista se instala en la selva tucumana, más precisamente en el departamento boscoso de Chicligasta, al sur de la provincia. El nombre elegido para la agrupación guerrillera fue Ejército de Liberación Nacional-Movimiento Peronista de Liberación, aunque prácticamente desde el inicio fueron conocidos como los Uturuncos, un término que deriva del quechua y quiere decir hombre-puma u hombre-tigre, y hace referencia a una leyenda de los pueblos originarios del norte argentino sobre la existencia de un ser que se transforma en la noche en busca de personas para devorarlas. Lo cierto es que en la primavera de 1959 un grupo de hombres de los comandos de la resistencia peronista de la zona noroeste del país decidió encarar la primera experiencia de guerrilla rural de la Argentina contemporánea.

Al mando del grupo estaba Juan Carlos Díaz, alias “el uturunco”; Franco Lupi, alias “el tano”; y Ángel Reinaldo Castro. Todos ellos con el grado de comandante. Los integrantes de la tropa eran Juan Silva, alias “Polo”; Diógenes Romano, alias “Búfalo”; Miranda, alias “Rulo”; Villafañe, alias “Azúcar”; y Santiago Molina, alias “el mejicano”. Todos ellos tucumanos. Unos días después se sumaron León Ibáñez y Pedro Anselmo Gorrita González.

El símbolo y bandera que la agrupación eligió fue la estrella federal de ocho puntas con el agregado de la “U” en el centro. En el libro de Ernesto Salas se pueden observar distintas entrevistas a los integrantes de “los uturuncos”. En una de ellas, realizada por un periodista de la revista Mayoría en enero de 1960 –donde no se señala el nombre del entrevistado y simplemente se alude a “un comandante uturunco”–, se habla sobre algunas cuestiones vinculadas a los objetivos, proyectos y misiones a realizar por la agrupación. El periodista de Mayoría pregunta: “¿por qué motivo se ha levantado usted en armas con sus hombres?”. Comandante Uturunco: “Acicateados por nuestro orgullo de argentinos conscientes de que la Patria maniatada está siendo convertida en una colonia del imperialismo, hemos resuelto tomar las armas en su defensa. Hemos jurado ante Dios, fuente de toda razón y justicia, como así ante el Padre de Patria, general José de San Martín, morir por ella antes de verla postrada y encadenada a la voluntad de potencias extranjeras”. P: “¿Cuál es el objetivo final de la lucha?”. CU: “Nuestras banderas son la Soberanía Política, la Independencia Económica y la Justicia Social. Entendemos a la Soberanía Política como la unidad espiritual de la Nación y la real afirmación de la personalidad de la Patria en sus relaciones con el mundo, aspirando a la recuperación de los grandes valores morales sobre los que fue fundada. Entendemos que la Independencia Económica nos impone la recuperación de todos los resortes económicos y financieros de la Nación, vilmente entregados al extranjero por los mercaderes que la venden en criminal remate. Entendemos la Justicia Social fundada en la promoción de los trabajadores a la dignidad que corresponde en una concepción cristiana de la persona humana; de la familia y del trabajo; reconocimiento del derecho y de la obligación de trabajar; a una retribución justa; a las condiciones dignas del trabajo; a la prevención de la salud; al bienestar; a la seguridad social; a la consolidación de la familia; al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales” (Salas, 2003: 26).

Tomando como referencia esta entrevista de 1960, podría afirmarse que el símbolo de la estrella federal condensaba estos objetivos o aspiraciones. Podría sintetizarse, como afirma el Comandante Uturunco, que es una bandera o símbolo que condensa “la Soberanía Política, la Independencia Económica y la Justicia Social”, y en este punto subrayo que entiende a la “Soberanía Política como la unidad espiritual de la Nación y la real afirmación de la personalidad de la Patria en sus relaciones con el mundo”.

 

La Estrella Federal de Juan Cobos Daract, 1933

La resignificación y ubicación de la estrella federal en el siglo XX como símbolo de las causas y luchas de las agrupaciones nacionales y populares, también la encuentro una treintena de años atrás de las agrupaciones armadas de la resistencia peronista. Más precisamente en 1933, en un libro del historiador, docente y escritor Juan Cobos Daract, titulado justamente La Estrella Federal, publicado en Buenos Aires por Tor, editorial que conservaba desde su creación en 1916 la sana costumbre de publicar libros a precios “populares”. ¿Quién era Juan Cobos Daract? Dejemos que lo explique Juan Domingo Perón: “En la educación militar que se me impartió, mis profesores de historia se llamaron primero Cobos Daract y Juan José Biedma, y luego Ricardo Levene y Caillet-Bois, esto es, historiógrafos, cronistas colectores de anécdotas, que explicaban en nuestros institutos ‘lo convenido’, o graduaban el material de acuerdo con los dictados del momento. En su afán detallista no vacilaban en convertir en caballo blanco a las mulas puntanas que el Libertador montaba en Mendoza, Santiago de Chile o Lima; en cambio se resistían a explicar una sola de las razones de las muchas que indujeron a San Martín a expatriarse, luego que se derrumbaron sus ideales de la Confederación Suramericana, cruzado por el sabotaje de las facciones unitarias. Durante más de medio siglo la oficialidad argentina se ha graduado sin saber historia patria, huérfana de toda orientación nacional, sin noción de ‘servicio’. Imbuida, eso sí, de un espíritu de cuerpo donde conjugaban todos los complejos y se daban cita todas las frustraciones personales” (Pavón Pereyra, 1952: 16).

Más allá de las evidentes críticas que Perón le hace a estos historiadores y docentes, en el libro de Daract encuentro una explicación sobre el sentido y el espíritu del federalismo, que el autor deja en la voz de uno de los protagonistas de su novela histórica: “¡Ah, no, señor! Yo soy federal de corazón, de conciencia; tengo, con la convicción de mi credo político, el respeto para todos los adversarios dignos, y considero dignos a todos los unitarios honestos que no apelan para el triunfo de sus ideales al crimen, o lo que es más grave, imperdonable, a la traición a la patria” (Cobos Daract, 1933: 78). Nuevamente aparece en el libro La Estrella Federal la idea de la defensa de la soberanía política. Incluso, en este párrafo se subraya como diferencia tajante entre los unitarios y los federales la apelación de los primeros a la injerencia de potencias imperialistas europeas como Francia e Inglaterra. Me interesa destacar que el libro se publica en 1933, año en el cual el gobierno de Agustín Pedro Justo firma el Tratado Roca-Runciman con el gobierno británico, con una serie de cláusulas aberrantes para la dignidad nacional, como la creación de un Banco Central en donde los principales beneficiarios eran funcionarios ingleses y distintos sectores privados vinculados al capital británico. Además se fijaron las bases para la creación de la Corporación de Transporte que le terminaría por dar a Gran Bretaña el monopolio absoluto de los medios de transporte argentinos. La repercusión del pacto produce una profundización de las críticas al gobierno fraudulento, liberal y semicolonial de Justo, y en algunos autores vinculados con el nacionalismo tradicional, como el caso de Juan Cobos Daract, comenzará una recuperación de aquellas figuras de la historia nacional que habían levantado la bandera de la soberanía nacional frente a la embestida imperialista de Estados Unidos y los países europeos, como en el caso de Juan Manuel de Rosas y su lucha contra el imperialismo anglofrancés durante el siglo XIX.

 

Juan Manuel de Rosas, Felipe Ibarra y la Estrella Federal, 1836

Uno de los más encumbrados historiadores argentinos, José Carlos Chiaramonte, se abocó durante buena parte de su vida a sostener que no hay un Estado Nacional ni una idea de Nación en el Río de la Plata desde la revolución de mayo hasta fines del siglo XIX. ¿Por qué afirmaba esto? Porque no encontraba en las fuentes la palabra nación. ¿De qué tipo de fuentes hablaba? Se sumergía en leyes, constituciones, asambleas y demás textos de orden jurídico. Ahora bien, como señala Johan Huizinga en Hombres e ideas (1996): “El antiguo hábito humano de atribuir existencia a las cosas sólo cuando éstas han recibido nombre nos puede llevar a la conclusión de que en la edad media no existían los rayos cósmicos”.

Juan Manuel de Rosas mantiene en 1836 una correspondencia con el gobernador de Santiago del Estero, Felipe Ibarra. Hablan de símbolos, se preocupan por adoptar una enseña y una divisa que logre nuclear a las fuerzas federales frente a sus adversarios, los unitarios. Claramente están hablando de un proyecto político. Evidentemente tienen una idea de Nación. Ambos, Ibarra y Rosas, son además la expresión de las mayorías populares, y esto último es indiscutible tanto para los historiadores de la Academia como para los otros. El historiador Julio Irazusta en su Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia (1950) dice que es en estas cartas en donde Ibarra le propone a Rosas el uso de la Estrella Federal como insignia para las fuerzas “patrióticas”, ya que simbolizaba, con sus ocho puntas, a las ocho provincias que se opusieron a la constitución unitaria promovida por Buenos Aires en 1819. Pero me interesa, para cerrar, tomar un extracto de las cartas entre estas dos figuras. Le escribe Rosas a Ibarra: “Esto mismo les digo a los demás amigos que presiden las provincias, porque si queremos ser Nación debemos hacer valer el poder de nuestra República y elevarla al grado de respetabilidad de que es capaz, es preciso que nos esforcemos todos los gobiernos confederados en uniformar nuestra marcha política y nuestros procedimientos en todo lo concerniente a los intereses generales de ellas, sometiéndonos por ahora a lo que permite la urgencia de nuestras necesidades y el estado naciente del País y dando tiempo al tiempo para que él y el curso de los sucesos nos indiquen lo más conveniente y allanen su ejecución sin violencia, alteración, ni trastorno alguno perjudicial, a fin de que se desengañen los extranjeros de que con sugestiones estudiosas, dirigidas a rivalizar intereses particulares, no han de conseguir lograr predominio sobre nosotros, fraccionando la suma del poder y la respetabilidad que tiene en sí toda la República, y que seguramente es grande obrando de concierto y siempre unidas las diversas Provincias que la componen. De lo contrario, sabe usted que nunca seremos nada sino el ludibrio y juguete de los extranjeros que no van más que a su negocio” (Facultad de Filosofía y Letras, 1922: 643).

 

Bibliografía

Baschetti R (1997): “Reportaje de cárcel a cárcel. Dardo Cabo desde la cárcel de Ushuaia, entrevista por carta a los guerrilleros de Taco Ralo alojados en la cárcel de La Plata”. En Documentos de la resistencia peronista, 1955-1970, Buenos Aires, De la campana.

Cobos Daract J (1933): La Estrella Federal. Buenos Aires, Tor.

Facultad de Filosofía y Letras (1922): Documentos para la Historia Argentina. Relaciones interprovinciales. La Liga del Norte. Tomo XVII, Buenos Aires.

Irazusta J (1950): Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia. Buenos Aires, Albatros.

Pavón Pereyra E (1952): Perón: Preparación de una Vida para el mando (1895-1942). Buenos Aires, Espiño.

Salas E (2003): Los Uturuncos, origen de la guerrilla peronista. Buenos Aires, Biblos.

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