Conocí a Antonio Cafiero en los años noventa en México, cuando asistió a una Reunión Plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL) en Huatulco, Oaxaca. Tenía poco tiempo de haber perdido a su esposa y se notaba que seguía atravesando su duelo, pero decidió acompañarnos en su calidad de vicepresidente de la Conferencia y participar de nuestro encuentro anual, pese a sus breves ausencias en reuniones previas –que todos después comprendimos. De ahí en adelante se volvió más asidua su presencia en las reuniones de la COPPPAL, y no imaginé que años más tarde se convertiría en presidente de la Conferencia.
La historia de Antonio Cafiero es de todos conocida. Fue amigo personal del general Juan Domingo Perón y de Evita, su esposa; es parte de la historia del peronismo desde su época germinal; y llegó a ser uno de los dirigentes justicialistas con más camino recorrido: ministro en las carteras de Comercio Exterior y de Economía, diputado, senador, gobernador, embajador. Fue lamentable que no llegara a ser el presidente de los argentinos y las argentinas.
Pocos son los personajes políticos que logran obtener un prestigio y ser reconocidos tanto por su propio partido como por los adversarios. Así era Antonio, y lo pude constatar en las reuniones de la COPPPAL a la que asistían partidos opositores al justicialismo, que siempre se dirigían a él con respeto y cierta admiración, no sólo por ser un gran personaje de la política argentina, sino porque era un gran conocedor de diferentes temas, con quien se podía conversar ampliamente, pero sobre todo un político fiel a sus convicciones. Dentro de la Conferencia, siempre llamaba la atención su talante para defender sus ideas políticas de manera impetuosa. No sólo fue un gran defensor de la democracia en su país y en América Latina, sino también un hombre estudioso y visionario que transmitía sus anhelos de alcanzar una Patria Grande con justicia social.
Gracias a ese sentido visionario, la COPPPAL le debe a Antonio Cafiero que durante su gestión como presidente se iniciara el primer acercamiento con la Conferencia de Partidos Políticos Asiáticos (ICAPP) con el fin de fortalecer –como él mismo lo señaló entonces– “las relaciones y el conocimiento entre ambas regiones del mundo, reivindicar la política y su esencia transformadora, y rescatar la importancia de los partidos políticos y sus dirigentes, actores insustituibles de las transformaciones a las que aspiran nuestros pueblos”. Fue en Buenos Aires donde se llevó a cabo la primera reunión birregional entre ambas organizaciones de partidos políticos. Los vínculos iniciados por Cafiero con ICAPP continúan y se han ido fortaleciendo en estos años.
Antonio Cafiero cumpliría este 12 de septiembre cien años de vida. Se le extraña en los debates y en los análisis de la COPPPAL, pero sigue vivo su legado de lucha, tenacidad y fuerte compromiso con la democracia en América Latina.
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