Gracias totales, compañero Antonio Cafiero

Escribo estas líneas cuando se cumplen treinta y cinco años de la victoria de Antonio Cafiero en las elecciones por la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Me recuerdo feliz ese 6 de septiembre de 1987, porque triunfaba la Renovación peronista, se consagraba un modelo mejor para el partido y se extendía una influencia positiva sobre el país. Se legitimaba en las urnas un líder que pocos meses antes no dudó en respaldar a las instituciones, cuando el levantamiento carapintada puso en jaque al gobierno de Raúl Alfonsín. Estaba en la Plaza de Mayo con una columna de la JP, eufórico y extasiado ante el balcón compartido en defensa de la democracia. Después de décadas, un opositor era leal y no especulaba sectariamente. Elijo esa jornada como mi día “del orgullo peronista”. Ese gesto enorme de apoyo irrestricto a la autoridad civil asediada por el partido militar despejó el camino de la libertad y el pluralismo.

Poco tiempo después, Antonio Cafiero, “candidato natural” a la presidencia, eligió hacernos probar una fruta infrecuente en el justicialismo: las elecciones internas. Optó con convicción. Perdió. Pero ganó. Marcó un sendero y un ejemplo. Un modo distinto y transformador que a la distancia destaca como imprescindible.

En esta coyuntura argentina su legado es programa de acción. Su recuerdo nos compromete a construir los puentes necesarios al futuro. Gracias totales, compañero.

Share this content:

Deja una respuesta