Breve nota sobre conducción y organización sindical a partir de dos discursos de Juan Perón a sindicatos

En este trabajo repasamos los principales conceptos desarrollados por Juan Perón respecto del papel de los sindicatos, en el marco de dos discursos suyos de los años 50. Proponemos una sistematización discursiva a fin de visualizar las principales categorías teóricas de análisis de la situación de contexto y la proyección de las organizaciones sindicales en la esfera peronista.

En su discurso ante representantes del Sindicato de Prensa, el 27 de abril de 1949, Perón señala: “El sindicalismo tiene en el mundo, no solamente en la República Argentina, dos etapas que podrían dividirse perfectamente por una línea media. La primera etapa era de lucha, se trabajaba en los sindicatos para luchar y, a menudo, para morir. La segunda etapa es de acción sindical constructiva, con la ayuda del Estado y aun de las fuerzas patronales. No hay que confundir estos dos aspectos. No hay que confundir el sindicalismo de lucha, que se coloca frente al Estado o frente a las fuerzas productoras, con el de la segunda etapa, que trata de obtenerlo todo del Gobierno y de las fuerzas productoras. Ponerse en claro sobre esta importante cuestión es enfocar de manera perfecta el sindicalismo. Porque lo primero lleva al sindicalismo anárquico y lo segundo, al sindicalismo de Estado, que es el más peligroso y el más terrible” (Perón, 1949).

De esta forma da origen a su concepción sobre las organizaciones sindicales, sobre tres ejes de desarrollo en el que se destacan las conquistas de carácter gremial, las obtenciones materiales y las actividades culturales que complementan en conjunto la actividad sindical. Con ello plantea la idea-eje de que los sindicatos son paralelos a la acción del Estado, y en este particular, el Estado justicialista va codo a codo con las organizaciones gremiales, en tanto sostienen los mismos objetivos, interviniendo sólo cuando empleadores y trabajadores no pueden llegar a un diálogo o a un acuerdo.

En este estudio exploratorio recorremos los principales ejes conceptuales de los discursos de Juan Perón enunciados en la formación del Sindicato Argentino de Prensa el 27 de abril de 1949 y en el acto de clausura del Congreso Nacional Extraordinario de la Confederación General del Trabajo (CGT) el 19 de abril de 1950, a fin de articularlos en un objetivo común, que es ordenar y visibilizar la visión sobre los sindicatos de Juan Perón.

La lucha sindical para Perón había consistido solamente en defender los intereses profesionales. Ello se traducía en un sindicato que se desplegaba en el entorno capitalista o comunista. En el primero, “el capitalismo ha aceptado al sindicalismo como un mal inevitable y lo ha combatido permanentemente, para que él no se organizase y representase una fuerza anodina y fragmentaria en la lucha de los intereses profesionales frente a un capitalismo organizado y apoyado por el poder estatal. Eso fue el sindicalismo en el orden capitalista”. En el segundo, “en el orden comunista, es una organización estatal sin libertad y sin decisión, que es peor”. En ambos casos, la formación sindical para Perón sostiene importantes limitaciones. Según indica, en el justicialismo el sindicato es “una organización libre, como una organización que trabaja por finalidades comunes a las del gobierno, porque nuestro gobierno justicialista ni acepta los abusos y los privilegios del capitalismo, ni acepta la tiranía de la clase trabajadora impuesta por el Estado del régimen comunista” (Perón, 1950).

Siguiendo con esta concepción, Perón recupera algunos aspectos del desarrollo histórico en torno a la cuestión sindical y a la conducción de los sindicatos desde los movimientos socialistas en el mundo, donde destaca el sindicalismo dirigido por un socialismo burgués: “Ellos tuvieron siempre en menos la capacidad de la clase trabajadora; necesitaron doctores para dirigirla y, naturalmente, los doctores la dirigieron sin que los sindicalistas tuvieran mucho que agradecerles. El movimiento sindical ha de dirigirse por los únicos doctores que el movimiento sindical puede tener: los doctores en sufrimientos y en luchas, que son los trabajadores”. De esta forma Perón da cuenta de cómo el sindicato es una herramienta política poderosa, y que la doctrina –en este caso, la doctrina socialista– no tuvo la culpa, sino sus dirigentes: “La doctrina socialista fue buena, los malos fueron los dirigentes encargados de llevarla a la práctica. Por esa razón, en ningún movimiento socialista ha llegado el trabajador a la dirección del movimiento sindical” (Perón, 1950).

 

El sindicato en el justicialismo

Perón afirma que, en la concepción justicialista de los sindicatos, “ningún dirigente argentino ha sido ni será presionado en ninguna de sus opiniones con referencia a lo que su organización requiere para el cumplimiento de sus altos fines sindicales. Jamás el régimen justicialista toleraría que nadie fuese privado de los derechos que tiene en la organización sindical. Jamás el gobierno presionó, presiona o presionará ninguna cuestión sindical, porque eso en el régimen justicialista sería no solamente anormal, sino hasta estúpido”. En Argentina, los sindicatos pasaron de la lucha por la conquista de derechos básicos a una nueva etapa de construcción, más allá de la defensa de los intereses profesionales, y en ese estadio “hay que darle al sindicalismo la amplitud que el sindicalismo requiere para fortalecerse y para formar organizaciones realmente poderosas”. Para ello, Perón propone el desarrollo armónico de tres partes: a) las mutuales: “para que no tenga que recurrir para la ayuda extraordinaria a sus asociados a otra organización que no sea el propio sindicato. La mutualidad sindical lleva la ayuda de la colectividad al hombre que por sus propios medios no puede atender al infortunio o al riesgo imprevisto de la profesión o de la vida”; b) la cooperativa: “puede comenzar con el aporte de todos los miembros sindicales y después iniciar empresas para enriquecer los fondos de la propia cooperativa en forma de realizar un capital que permita contar allí también con una organización económica poderosa que pueda hacer frente en un tiempo equis a las necesidades del gremio en los estados de huelga o en estados de cualquier otra naturaleza”; y c) la cultural: “Es necesario tener una escuela sindical donde se vayan formando, perfeccionando y capacitando los dirigentes de la organización” (Perón, 1950).

Muchas de los objetivos señalados por Perón respecto de los sindicatos son similares a los del Estado, y frente a esta aclaración en su discurso señala que son fuerzas paralelas: “Ahí está la concepción justicialista o cómo encaja el sindicalismo dentro de la concepción justicialista: crear una fuerza de agrupaciones que realicen lo mismo que el Estado en su función, convirtiéndolas en fuerzas coadyuvantes para la felicidad y grandeza de la Nación, y no como fuerzas antagónicas, como resultan en el capitalismo, o como fuerzas innocuas sometidas a la voluntad del Estado, como resulta en los regímenes totalitarios” (Perón, 1950).

Agrega además Perón la importancia de la doctrina justicialista y la postura de la tercera posición para cerrar el eje de dirección de las organizaciones sindicales en su modelo: “La República Argentina, colocada en una tercera posición, nada tiene que temer a ese porvenir, mientras los argentinos estemos unidos y solidarios en la posición justicialista. (…) Por eso he dicho que, si en alguna parte del mundo el sindicalismo es libre, es en esta tierra, porque el justicialismo no quiere un sindicalismo lacayo; quiere un sindicalismo amigo, compañero y solidario en la lucha, y para elegir un compañero de lucha, hay que elegir a un hombre libre y no a un sometido. Queremos millones de voluntades realizando, y no millones de hombres realizando una sola voluntad” (Perón, 1950).

En 1949 y 1950 Perón consideraba que los sindicatos debían colaborar de forma estrecha con el Estado, y que el Estado brindaría lo que tuviera a disposición para fortalecerlos. Además, aconsejaba que la lucha fuera pacífica, amable, “porque es la única manera de obtener el equilibrio económico y social de un gremio. Este equilibrio no puede lograrse de una manera teórica y abstracta, sino que es un problema concreto que se resuelve empíricamente. Es el mismo caso que cuando se busca obtener el equilibrio de una balanza. Pueden ustedes poner a un matemático que hará el cálculo al microgramo, pero puesta en marcha la balanza se desequilibra, y habrá que agregar pesas, sucesiva y empíricamente, para obtener el equilibrio”. Y continúa: “Cuando se peleen, entonces sí vamos nosotros a intervenir para ponerlos de acuerdo, pero hasta entonces el gobierno no tiene nada que hacer. Esa es la política que ha seguido siempre el gobierno en materia gremial. La intervención en esto, tanto para coartar la libertad de acción de los sindicatos como para presionar a las asociaciones patronales, creo que es perjudicial. Las dos partes, con amplia libertad, discuten, y si no se ponen de acuerdo, hacemos la paritaria, y así todos esos problemas se solucionan. Lo que no se consiga en la mesa paritaria, difícilmente se consiga en la huelga, porque hoy las empresas patronales no la quieren, pues saben que un día de huelga los hace perder más que un aumento” (Perón, 1949).

En conclusión, Perón señala la importancia del tiempo y la prudencia para el mantenimiento del equilibrio, que no es demandado sólo para el movimiento obrero, sino también para las empresas. Esta posición refleja el valor estratégico de los sindicatos en la conducción del proceso económico sostenido en los planes quinquenales peronistas y en la urdimbre de fortalecimiento del movimiento justicialista.

 

Bibliografía

Perón JD (1949): Discursos, mensajes, correspondencia y escritos. Buenos Aires, Biblioteca del Congreso.

Perón JD (1950): Discurso del General Juan D. Perón. Acto de Clausura del Congreso Nacional Extraordinario de la Confederación General del Trabajo (CGT). Buenos Aires, Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación.

 

Francisco Favieri es doctor en Ciencias Sociales (UNCu). Al igual que Mariano Padín, es licenciado y profesor en Sociología (UNSJ). Ambos integran el Grupo de Estudios sobre Sindicatos, Empresarios y Trabajo (GESET, CONICET-IISE, GEIS, FACSO, UNSJ).

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