Los que hicieron junto a Perón el mejor gobierno del siglo XX

Según lo establecía la tradición, las damas de la Sociedad de Beneficencia designaban presidenta honoraria a las esposas de los presidentes. Por lo general, estas esposas pertenecían a la misma clase social, a las mismas entidades mundanas y tenían los mismos gustos que las mencionadas damas del viejo régimen. ¡Pero cómo iban a nombrar a Eva Perón, una exactriz! Si casi era considerada una prostituta en ciertos círculos del Ejército hostiles a Perón. No resultó una sorpresa que la Sociedad de Beneficencia rehusara designar a Eva como su presidenta. La excusa fue ‘la juventud de la señora de Perón’. La respuesta de Eva fue mordaz: “Si no me aceptan a mí, pueden nombrar a mi madre”. Era previsible: a los pocos días aparece el decreto del Poder Ejecutivo del 7-9-1946 por el que se resolvía liquidar la entidad y todos sus bienes. Toda transacción entre Perón y la oligarquía, entre Eva y la Sociedad de Beneficencia, resultaba imposible. La tarea de Asistencia Social la realizaría a partir de ese momento la Fundación Eva Perón, con aquella frase de Eva: “donde hay una necesidad, hay un derecho”. Cinco días más tarde, Eva se entrevistaba con Ricardo Guardo, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, y le solicitaba la pronta sanción de los derechos políticos de la mujer. Sus dos artículos principales decían: “Artículo 1: Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos. Artículo 2: Las mujeres extranjeras residentes en el país tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones extranjeros, en caso de que éstos tuvieran tales derechos políticos”.

Además de Evita, ¿quiénes fueron los funcionarios que acompañaron a Perón en esa verdadera gesta de gobierno revolucionario?

 

Francisco Figuerola

Fue puesto a cargo de la Secretaría de Asuntos Técnicos. Había sido el mentor del Consejo Nacional de Posguerra, al que se referirá Perón constantemente como un ejemplo de planificación y antecedente del Primer Plan Quinquenal (1946-1951) que tantas satisfacciones daría al ideario peronista. Tanto fue lo hecho en ese Primer Plan Quinquenal que quedará en el imaginario colectivo por muchos años. De Figuerola dice el historiador Joseph Page (Perón, una biografía): “era la quintaesencia del intelectual hispánico católico. Serio y disciplinado, reservaba varias horas al estudio de los clásicos griegos y romanos, la música o la meditación. Su biblioteca privada cobijaba decenas de miles de volúmenes”. Figuerola fue el verdadero planificador del gobierno justicialista. Su importancia en el gobierno prueba también cómo se integraron los inmigrantes a la tarea de hacer una Argentina que tanto prometía a propios y extraños, y que la ceguera, la irracionalidad y el odio visceral troncharon con un golpe de Estado cuyas consecuencias todavía hoy estamos pagando. Figuerola había organizado el Ministerio de Trabajo en la España de Miguel Primo de Rivera. Emigrado en 1930 a la Argentina, empezó a publicar importantes artículos sobre leyes laborales desde su cargo de jefe de Estadísticas del Departamento Nacional del Trabajo, lugar donde lo conoce Perón y lo rescata para su equipo de gobierno a cargo de la Secretaría de Asuntos Técnicos. Fue coautor de las leyes laborales que quedaron grabadas en la memoria de los trabajadores, de Asociaciones Profesionales, Aguinaldo, Vacaciones, Estatuto del Peón de Campo, etcétera, todas sancionadas entre 1944 y 1946.

 

Ángel G. Borlenghi

Fue ministro de Interior durante el gobierno peronista. Perón lo conoce en los primeros momentos del viejo Departamento de Trabajo y Previsión, ya que era secretario general de la Confederación de Empleados de Comercio. Era un dirigente que provenía de la izquierda y había sido un eficaz y consecuente defensor de los derechos de las y los trabajadores mercantiles. La jubilación para los empleados de comercio fue uno de los momentos salientes del acercamiento de Perón a las y los trabajadores y a los dirigentes sindicales. Si el Estatuto del Peón de Campo había despertado el odio de clase de los terratenientes, la jubilación de las empleadas y los empleados de comercio incorporó entre sus enemigos a la Unión Industrial Argentina y a la Bolsa de Comercio. En el acto de promoción de la jubilación de las y los empleados de comercio, realizado el 4 de diciembre de 1944, habló Perón ante aproximadamente 200.000 trabajadores y fue juzgado por Puiggrós como “el primer acto peronista de masas y también la primera vez que Perón habló ante tan numeroso concurso de trabajadores”. Borlenghi muere en Italia, de donde se repatrían sus restos recién en 1995, por iniciativa parlamentaria de Miguel Unamuno –repatriación en la cual tuve el honor de participar cuando vivía en Italia.

 

Juan Atilio Bramuglia

Joven y brillante abogado de la Unión Ferroviaria. Se conecta en la Secretaría de Trabajo y Previsión con Perón, quien luego lo nombra ministro de Relaciones Exteriores. Tampoco tenía experiencia previa importante en la Administración Pública. Los éxitos de la política exterior argentina que se lograron durante la primera presidencia deben ser acreditados, en gran parte, al esfuerzo del canciller, uno de los miembros del gabinete de mayor capacidad. Su carrera llegó al cenit en septiembre de 1948, durante el bloqueo a Berlín, cuando presidió el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, recibiendo el aplauso del mundo por una actuación diplomática que también aumentó inmensamente el prestigio de la Argentina.

 

Domingo Mercante

Brillante oficial de artillería. Compañero de Perón desde siempre. Fue su amigo y estrecho colaborador. Era hijo de un obrero ferroviario que tuvo algún acercamiento con el gremio La Fraternidad –de maquinistas y fogoneros, fundado en 1887 y uno de los más combativos con resabios de dirigentes anarquistas. Fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Su gestión fue sencillamente brillante. Se habían conocido con Perón en 1942 y allí nació una camaradería y una amistad que los uniría en un destino.

 

Miguel Miranda

Hijo de inmigrantes españoles. Sin fortuna personal, se había abierto paso como importante empresario –tenía varias empresas, la más importante, de hojalata– durante la ola de industrialización de la década del 40. No tenía ninguna experiencia pública, pero se manejó con absoluta solvencia, en especial en los primeros años de gobierno. Para destacar su importancia en el gobierno, Jauretche dijo: “Miranda llegó justo, porque en ese momento el país necesitaba un hombre sin prejuicios de escuela (escuela económica o economicista, se entiende) con una sólida formación empresaria, no universitaria, y con la suficiente audacia para construir”.

 

Ramón Carrillo

Ministro de Salud Pública. Creador del sanitarismo en la Argentina y cultor de la medicina preventiva. Neurocirujano que estudiaba de joven en “La Salpetriere” de París, cuna de la Neurología. También fue creador de las zonas sanitarias regionales, encarnizado luchador contra las endemias del norte, contra el paludismo o el mal de Chagas. Se erradicó por completo el paludismo, y enfermedades como sífilis y tuberculosis disminuyeron a niveles equiparables a los países más desarrollados. Bajó la mortalidad infantil del país del 90 por mil en 1940 –un porcentaje similar al de los países europeos que estaban sufriendo la Guerra– al 56 por mil en 1954. La maldad, el odio y la miseria de los golpistas del 55 lo condenaron al ostracismo y luego a la muerte en Belem de Pará, en Brasil, cerca de la desembocadura del Amazonas. A este hombre probo y honesto los “libertadores” le decretaron la captura internacional por un supuesto uso de enfermos para pintar su casa.

 

Arturo J. Sampay

El iluminado inspirador de la Reforma Constitucional de 1949 era constitucionalista e historiador. Entre sus obras se destacan: El derecho de resistencia. Su inadmisibilidad en la constitución del estado de Derecho (1938); La doctrina tomista de la función social de la propiedad en la Constitución Irlandesa de 1937 (1940); La crisis del Estado de derecho liberal-burgués (1942); La filosofía del Iluminismo de la Constitución de 1853 (1944); Fundamentos gnoseológicos de una teoría realista del Estado (1945); La reforma constitucional (1949); Introducción a la teoría del Estado (1951). En el golpe de Estado de 1955, y por recomendación del cardenal y arzobispo primado de Buenos Aires, cardenal Santiago Luis Copello, Sampay fue llevado a un convento y con la documentación –vieja cédula de identidad de la Policía Federal– de un sacerdote fallecido fue trasladado al exterior, radicándose en Paraguay, luego en Bolivia y, finalmente, en Uruguay, hacia 1958, en coincidencia con las elecciones que ganó su amigo Luis Alberto de Herrera, luego de más de 50 años en que no gobernaba el Partido Blanco.

 

Arturo Jauretche

El gran sociólogo nacional, observador exquisito de la realidad nacional, fue presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, una entidad fundamental en el desarrollo. El excedente de la renta agraria era motor, en la economía justicialista, de la incipiente industrialización, y el Banco era herramienta financiera de esa estrategia. Junto a las cooperativas agrarias fogoneaba la maquinaria productiva. Diez años después de su fundación y luego de ser testigo de la jornada del 17 de octubre de 1945, disuelve FORJA y sugiere a sus compañeros integrarse al peronismo. Autor genial y temible polemista, entró en la historia del movimiento nacional. Su influencia cultural se hizo notar por muchos años, hasta llegar a ser leído masivamente en los 70.

 

Raúl Scalabrini Ortiz

Publica en 1931 El hombre que está solo y espera, un verdadero compendio del hombre de Corrientes y Esmeralda. Luchador incansable contra la dominación inglesa y la oligarquía que la servía, publicó Política británica en el Río de la Plata (1936); Los ferrocarriles, factor primordial de la independencia nacional (1937); El petróleo argentino (1938); Identidad y línea histórica de Irigoyen y Perón (1948); El Capital, el hombre y la propiedad en la vieja y la nueva Constitución Argentina (1948); Bases para la reconstrucción nacional (1973). No ocupó cargos en el gobierno peronista, pese a que fue destacado siempre por Perón con una gran estima. Así lo revelan sus cartas desde el exilio. En una de ellas lo promueve como el inspirador intelectual de la juventud argentina.

 

Juan José Hernández Arregui

Catedrático y escritor nacido en Pergamino, su acercamiento al peronismo se produjo de la mano de Arturo Jauretche, quien lo propulsó en el gobierno bonaerense como director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda (1947). Desarrolló su labor docente en la Universidad de Nacional de La Plata y en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Fue autor de libros que influyeron a generaciones enteras, como Imperialismo y cultura (1957), donde desenmascara una “cultura oficial” derivada del golpe de 1955 y de los factores de poder antinacionales; La formación de la conciencia nacional (1960); y Qué es el ser nacional (1963), hitos en la formación política de millares de jóvenes que entran en la política en la década del sesenta.

 

Raymundo Salvat

Hijo del gran catedrático y tratadista de derecho civil estudiado por generaciones de estudiantes de Derecho de todo el país, fue secretario de la intervención a la Universidad de Córdoba en 1947-1948 y cumplió funciones en el Ministerio de Asuntos Políticos hasta 1954. Fue ministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires en 1954 y 1955.

 

Antonio Cafiero

Fue uno de los ministros más jóvenes de Perón. Diseñó al IAPI en su origen. Antes fue consejero en la Embajada Argentina en Estados Unidos, luego director del Departamento de Economía Social de la Cancillería, y más tarde ministro de Comercio de la Nación (1954-1955). Estuvo preso luego del golpe de 1955, y también del de 1976. Ha escrito innumerables libros y artículos sobre economía, su materia, y sobre el peronismo, su pasión: entre ellos, el emblemático Cinco años después, De la economía social-justicialista al régimen liberal-capitalista (1960 y 1974); El peronismo que viene (1995). Conmueve la anécdota de cómo iban pergeñando el libro Cinco años después en los recreos de la cárcel de Caseros. Un ejemplo de una persona dedicada a una causa.

 

Enrique Oliva

Periodista y escritor que a los 25 años ocupó en Mendoza el cargo de secretario general de la Universidad. Fue uno de los fundadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (1951). En 1949 presenció el Primer Congreso Nacional de Filosofía. Tuvo activa participación luego en la Resistencia y tuvo que exiliarse en Chile, creando en 1956 el primer Comando “Coronel Perón”. Fue, más adelante, corresponsal del diario Clarín en París.

 

Ricardo Finochietto

Maestro de cirujanos. En 1926 había estudiado en Europa la reeducación de los mutilados y en 1937 en Estados Unidos la organización de los servicios de traumatología y el tratamiento de la tuberculosis pulmonar. En 1950 fue director del Policlínico Presidente Perón, recientemente construido en Avellaneda, y allí, el 3 de noviembre de 1951, recibió como internada a Eva Perón para su operación. Perteneció a la Academia Nacional de Medicina y escribió con su hermano Enrique un tratado de varios volúmenes dedicado al estudio de la cirugía.

 

Alfredo Gómez Morales

Economista, ocupó diversos cargos en el área económica, como subsecretario de Comercio, y luego ministro de Finanzas (1949-1952). Ha escrito diversas obras sobre economía. En el libro Cinco años después de Cafiero se incluyen unos valiosos Apuntes de unos debates carcelarios realizados en la Cárcel de Caseros por la prisión de ambos luego del golpe de 1955.

 

José María Castiñeira de Dios

Discípulo de Leopoldo Marechal y gran poeta. Siempre vinculado al peronismo, fue director general de Cultura de la Nación. Con su poema “Alabanza” dio pie para que se creara la “Peña de Eva Perón”.

 

Leopoldo Marechal

Poeta, novelista y autor teatral. Integró la redacción de Martín Fierro y escribió en distintos medios. Había simpatizado con el socialismo primero y luego con el yrigoyenismo. El 17 de octubre de 1945 oyó en su casa las voces de la multitud que marchaba por la calle Rivadavia, se vistió, bajó y se unió a ella rumbo a Plaza de Mayo. En 1951 fue designado en el área de Cultura como director del Departamento de Institutos de Enseñanza Superior y Artística. A fines de 1955 pronunció por Radio del Estado una de sus memorables disertaciones sobre “Simbolismos en el Martín Fierro”. Se convirtió así en “poeta depuesto”. En 1967 visitó Cuba y escribió un poema titulado “Palabras del Che”. Eva Perón lo apreciaba mucho, y es conocida la anécdota cuando le apura para que termine su obra Antígona Vélez, que debía estrenarse en la inauguración de un teatro.

 

Cátulo Castillo

El genial autor de tangos inolvidables, como María, Tinta Roja, Café de los Angelitos y tantos otros, fue secretario de Cultura y seguidor de Eva y Juan Perón. Junto a otro ídolo popular, Aníbal Troilo, introdujo el tango en el teatro Colón, para enojo de quienes se sentían invadidos por esa marea de desconocidos “invisibles”, al decir de Leopoldo Marechal, que aparecían desde el subsuelo de la patria.

 

Manuel Ugarte

Político, escritor y brillante publicista, expulsado del partido de Juan B. Justo, sembró los fundamentos de un nacionalismo socialista iberoamericano para enfrentar el imperialismo norteamericano. Adhirió al peronismo en 1945 y fue embajador en México, Nicaragua y Cuba.

 

Carlos Astrada

Referente del pensamiento nacional de izquierda, profesor en la Universidad de La Plata y de Buenos Aires, se acercó al gobierno de Perón y fue uno de los organizadores del Congreso de Filosofía de Mendoza de 1949. Hay autores que adjudican a Astrada el haber colaborado con Perón en su mensaje de ese Congreso, obra que luego se conocería como La Comunidad Organizada, base de la ideología justicialista.

 

Diputados nacionales

Ricardo Guardo, Eduardo Colom y Raúl Bustos Fierro fueron también diputados de gran nivel. Rodolfo Decker fue el diputado que presentó el proyecto de juicio político a la Corte Suprema de Justicia, que todavía hoy levanta polémica. Esa Corte era la que había enervado parte de las conquistas laborales, y en especial el fuero laboral, conquista obrera que perdura hoy. John William Cooke, quizá el más brillante de ellos, fue diputado a los 25 años de edad: “prometía tener un futuro político brillante” (Page), luego del golpe de Estado de 1955 tuvo que asumir funciones insurreccionales que lo llevaron a la cárcel –la de Las Heras y la de Ushuaia– y luego al exilio. En esa etapa insurreccional del peronismo, de 1955 en adelante, fue designado por Perón interventor del Partido Justicialista de la Capital Federal (1955) y luego –ya ambos en el exilio– su heredero y conductor del Movimiento. Cooke es uno de los claros ejemplos de desperdicio argentino de material humano. De brillante futuro como político tiene que pasar, en un par de años, a jefe de la violenta insurrección peronista. Su heroísmo era tanto como su genialidad política. Su epistolario con Perón y su libro Peronismo y Revolución son clásicos para el movimiento nacional. Luego de la revolución de 1959 se radicó en Cuba.

 

A ellos, a esa camada de dirigentes brillantes, honestos y sacrificados, va este pequeño homenaje.

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