La política puede vencer a la ambición

Antonio Cafiero es un símbolo en el peronismo. Un hombre cuyas convicciones políticas fueron más fuertes que cualquier ambición personal. Siempre priorizó ser fiel a sus ideas por sobre su destino personal.

Su gestión como gobernador de la Provincia de Buenos Aires será recordada como una de las más progresistas de la etapa democrática. En ella se destacó en varios ámbitos: en el área sanitaria puso en marcha el programa ATAMDOS (Atención Ambulatoria y Domiciliaria de la Salud) que tomaba el modelo de atención de Cuba destacando la figura del médico domiciliario y hacía fuerte hincapié en la prevención, siendo hoy recordado en todo el país como el método más innovador después de la revolución que produjo Ramón Carrillo en ese ámbito. Asimismo, impuso reformas tendientes a profundizar la democracia en el sector de la educación, con medidas tales como la creación de los Consejos de Escuelas, con el objeto de hacer de cada una de ellas un espacio abierto y participativo para toda la comunidad.

Fue un precursor de la renovación política argentina. Ya desde 1985 me tocó ser testigo de su voluntad de integración con otros sectores, al abrir el diálogo con quienes no pertenecían a la estructura del Partido Justicialista. Cuando la democracia estuvo en riesgo, apoyó decididamente y sin ningún tipo de especulación al doctor Raúl Alfonsín en el levantamiento de los “carapintadas” en Semana Santa del 87.

En 1990 pude acompañarlo desde mi rol de diputado en su propuesta de Reforma Constitucional que no prosperó, pese a que era mucho más avanzada que la que finalmente se aprobó en 1994. Cabe mencionar que, al igual que hoy, los medios de comunicación de alcance nacional jugaron un papel fundamental para ello. El texto de 1990, además de mantener la orientación en salud y educación antes mencionada, contenía puntos fundamentales, tales como las autonomías municipales, la descentralización del poder, la desburocratización, la creación de vías institucionales de participación comunitaria y nuevos modelos de transparencia y gestión de las empresas públicas, entre otras cuestiones esenciales para optimizar el funcionamiento de la provincia.

Además, Cafiero siempre se destacó por su particular inclinación por la juventud, destacando a las y los jóvenes como actores esenciales para la construcción de un país mejor que pudiese proyectarse hacia el futuro.

En ese mismo sentido, las últimas décadas de nuestra historia lo han tenido como uno de los principales promotores de la globalización de la política, defendiendo férreamente la necesidad de unión entre aquellos países y sectores de todo el planeta que, al tener problemas comunes, pueden y deben hallar soluciones en conjunto, intercambiando solidariamente experiencias, recursos y capacidades. Con esta firme convicción, impulsó la construcción del eje Sur-Sur de la política, un espacio que contiene a más de la mitad de la población mundial, representado por los principales partidos políticos de estos países. Así se concretó en 2009 en Buenos Aires la I Reunión Bicontinental de Partidos Políticos de América Latina y Asia. Un ejemplo de hasta qué punto el doctor Cafiero pudo con su figura hacer avanzar de modo importante la relación entre ambos espacios es que, en su visita a China, el gobierno de ese país le realizó un especial reconocimiento porque, cuando él era ministro del entonces presidente Juan Perón, fue el promotor de enviar al actual gigante asiático un barco cargado de alimentos, solidarizándose con la difícil situación que el pueblo chino atravesaba por entonces.

De ese modo, con la convicción de que la globalización iba mucho más allá de la economía, la tecnología y las comunicaciones, con su ejemplo y su capacidad de trabajo, Antonio Cafiero siempre eligió el camino de explorar y compartir ideas y proyectos destinados a lograr una mayor participación, justicia y bienestar para nuestros pueblos. Porque así entendió la política.

 

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