Don Antonio Cafiero

Tengo que escribir sobre Don Antonio. Lo pienso y lo recuerdo. En lo personal, es una de las personalidades de mayor influencia en mi formación. ¿Cómo describir su presencia y su recuerdo?

En primer lugar, me marcó su multiplicidad de facetas. Era un empedernido lector, que auscultaba los aportes nuevos en política, economía, filosofía e historia, y todo lo que llamaba a su curiosidad para actualizarse y transmitir al entorno, y a su vez reproducir ideas que después impactarían en un conjunto amplio de sus seguidores y de la sociedad. En el último periodo de su actividad en este campo estaba enfrascado con la globalización líquida de Zygmunt Bauman y las transformaciones en la subjetividad del ser.

Mantenía su presencia siempre en la política como formador de cuadros: un docente sui generis cuya cátedra primaria era “la mesa de los jueves”. Un almuerzo en donde durante muchos años se generaba una liturgia laica social, y a la vez de encuentros de individuos diversos, representativos de la élite pensante del país y del peronismo variopinto, vigente y complejo. También se invitaba a disertantes de otras formaciones políticas y sociales, como disparadores de discusión y de reflexión. Era su momento de docencia y de pensamiento crítico. Hoy falta esa actividad. Continuó un tiempo y después se apagó por falta de conducción.

Otra virtud a destacar era la comprensión económica. En una Nación siempre traumatizada por la restricción financiera y la crisis económica, tenía una visión predictiva con raíces históricas que tenía teoría y práctica. Experiencia y aplicación de herramientas de largo plazo. Era un planificador que desarrolló el proyecto del segundo Plan Quinquenal, lo que instaló el modelo del peronismo de forma federal en todo el país, desde Altos Hornos Zapla hasta el carbón en Río Turbio. Su vigencia quedó trunca en el golpe del 55, pero cada vez que se cita aparece la inconsistencia económica de los debates no saldados en nuestro país entre sustitución de importaciones y densidad industrial, y entre producción primaria, norma de consumo y utilización tecnológica. Don Antonio trabajó ese Plan Quinquenal. Después, los avatares de su vida hicieron que no tuviera un solo ejemplar de su Plan. Recuerdo haber encontrado en una librería de usados de la Avenida de Mayo un ejemplar y regalárselo en un cumpleaños, ejemplar que formó parte de su biblioteca. Hoy sigue vigente su análisis sobre la necesidad económica de una matriz de insumo-producto ennegrecida por la densidad de ramas que interactúan en la producción y que permiten controlar la inflación.

Las enseñanzas de comportamiento democrático quizás sean su rasgo más conocido y con mayor vigencia en el tiempo. Siempre apoyó el diálogo dentro y fuera del movimiento peronista. El costo personal y social fue muy alto para poder sostener esta determinación y sus principios: dentro del primer periodo de Perón tuvo que superar el conflicto con la Iglesia Católica y la internacional Demócrata Cristiana; muchos años después, la expansión del vandorismo en el movimiento obrero; a posteriori, la intensa defensa de Alfonsín frente a los carapintada y el sostén de la democracia joven que recién emergía de la dictadura; después, la pérdida de la conducción del peronismo en la disputa electoral de las internas con Carlos Menem y el acompañamiento que decidió del gobierno que surgió de las elecciones. Siempre mantuvo el diálogo político con sus contrincantes, soportando muchos maltratos o destratos, como en el periodo de la transversalidad, pero siempre planteando la premisa de que la democracia tiene que sostenerse y construirse desde la política, que es necesario participar, y que se tiene que realizar el papel que la conducción del peronismo te otorgue o al que te convoque. Su papel relevante fue la “renovación” del peronismo. Modificó la metodología del uso del poder dentro del movimiento y combatió la burocracia que anquilosaba la relación entre la dirigencia y las masas. Fue su máximo logro y un legado histórico.

Institucionalmente fue ministro, gobernador, embajador, senador, presidente de la COPPPAL, de FUDEPA y del Instituto de Altos Estudios Juan Perón. En su larga trayectoria su papel de legislador fue relevante para la resiliencia del Congreso en el juego constitucional de los tres poderes de la Nación. El senador Antonio Cafiero imponía una disputa política democrática y constructiva.

La faceta familiar y social: creó junto a su mujer una familia numerosa. Algunos de sus hijos e hijas se destacaron también en política y en la vida profesional. También algunos de sus nietos y nietas. Todos tienen su impronta: como diríamos, portan apellido. Esto les facilita el conocimiento público, pero también los ata a la continuidad de los valores culturales y políticos. En cuanto a sus seguidores el efecto es similar: los “cafieristas” son como una tribu con trazos y rasgos muy marcados y presentes en el contenido del ser nacional contemporáneo. Don Antonio sigue siendo un ejemplo a seguir y continuar.

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