Antonio Cafiero fue uno de los dirigentes del Movimiento Peronista que mantuvo su compromiso político hasta su último aliento, manteniendo siempre vigente una presencia protagónica. Perón decía que la juventud consistía en que la mente no estuviera marchita, ni el corazón intimidado: en ese sentido, Antonio Cafiero se mantuvo joven hasta el final.
Mi experiencia política con él se desarrolló a partir de la apertura democrática en 1982. En esa etapa refundó los equipos económicos del peronismo y nos abrió las puertas con gran generosidad a muchos militantes profesionales jóvenes. Lo acompañé en la interna del MUSO por las presidenciales de 1983, en la campaña por la Gobernación de la provincia de Buenos Aires en 1987, y en la interna presidencial de 1989.
Su palabra era brillante, doctrinaria, conceptual; su conducta política, siempre de amplitud democrática y gran generosidad; y su visión, actualizada. Un ejemplo y un modelo insoslayable para quienes abrazamos la política en el peronismo y, en general, para todos aquellos que creemos en la democracia y en su misión de defender los intereses populares y de trabajar para el bienestar de las mayorías en una Argentina con destino histórico.
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