Antonio Cafiero y la mística

Reseña del libro de Aritz Recalde: Antonio Cafiero. El Estadista Bonaerense, editado por Fabro en Buenos Aires, 2020, 224 páginas

Hace tiempo que se puso de moda “la mística”. Si usted está necesitando una dosis, aquí la va a encontrar.

Podríamos decir que, en los cuatro años del gobierno macrista, quienes se incorporaron a las filas del peronismo se asombraban de dos cosas: la primera es que para ingresar al peronismo no hace falta pagar ninguna suscripción, no se debe dejar de ser nada, no se pide ningún certificado de pureza de sangre, sino que se es lo que se es en libertad, y además se es peronista; y por otro lado, el iniciado o la iniciada en los placeres del conocimiento de la Doctrina Justicialista quedan perplejos, enamorados, fascinados, de la mística peronista.

Hay apellidos que tienen mística propia. ¿Qué es lo que pasa cuando se juntan dos apellidos qué desbordan mística? El resultado es el último libro de Aritz Recalde, quien propone una biografía distinta de Antonio Cafiero.

Empecemos por el autor: la prosa de Aritz es dramáticamente nacional y comprometida. Se podría hacer el chiste fácil sobre su herencia vasca. Escuchar o leer a un Recalde, al mismo Aritz o a su hermana melliza Iciar, conjugan en el paladar del lector el discreto placer de los sabores robustos y de las decisiones firmes en el alma. Él forma parte de las autoridades del olimpo de la mítica Universidad Nacional de Lanús, lugar en el mundo con una de las concentraciones más altas de mística justicialista del conurbano. La UNLa es como una meca para el universitario militante nacional y popular. Hace unos cuatro años peregriné hasta allí en busca de refugio espiritual, a reconstruirme como miembro del campo nacional y popular, a lamerme las heridas de una derrota electoral a partir de la profundización en el pensamiento nacional.[1] Fui tras Aritz Recalde como predicador de lo que consideré siempre la mejor opción para este hermoso país. Aritz me había surgido de una bibliografía de un proyecto de investigación sobre la historia de la universidad en Argentina, y corrí tras sus pasos. Pensaba en aquel momento que era un señor muy mayor, muy ortodoxo y hecho de mármol. Pero no, era un pibe joven, macanudísimo, con una carrera espectacular y un futuro venturoso. La otra cosa que me sorprendió de mi expedición a Lanús fue que yacía allí, muy bien cuidada y a disposición de todas y todos, la biblioteca personal de Antonio Cafiero. Entre los docentes de la casa, la pluma de Recalde, la biblioteca de Cafiero y la Plazoleta de la Gratuidad Universitaria, era obvio que teníamos 2019. Sólo restaba militar.

Así pasó. Tuvimos 2019. Al nuevo gobierno del campo popular le tocaron varias cosas: la caída del patriarcado, el default económico y la emergencia sanitaria más impactante de la historia desde 1348. Pensé: menos mal que nos tocó a nosotros, ¿te imaginás si esta crisis la gestionaban ellos? En medio de esta pandemia global, Aritz Recalde vuelve al rodeo de la mística y en vivo. Por una plataforma virtual presentó su último libro, resultado de años de investigaciones académicas: a principios de este siglo lo tuvimos trabajando sobre los municipios bonaerenses, y a mediados de esta década, estudiando a los gobernadores bonaerenses.

¿Un tercer elemento mistificante? Tengo, se lo muestro: el libro lo editó Fabro, una editorial argentina dedicada al desarrollo y la difusión del pensamiento nacional con más de trescientos títulos en su haber.

En un momento de extremada angustia social, con estadísticas de muertos que crecen minuto a minuto en el mundo, en plena discusión sobre el rol y el tamaño del Estado, Aritz presenta su libro on line, la biografía del reconstructor del peronismo del siglo pasado.

En una entrevista hecha el 30 de junio por Silvia Mercado para Infobae, el doctor Aritz Recalde, sociólogo y doctor en Comunicación, afirmó con una subjetividad deliciosa: “En la investigación fui a buscar al gobernador Cafiero y me encontré con un intelectual, con un lúcido economista y con un gran doctrinario. Posiblemente, junto a John William Cooke, es de los teóricos justicialistas que más claramente reflexionaron sobre sobre la organización política del peronismo. Cooke se orientó hacia la izquierda del peronismo y Cafiero, que era cristiano, se mantuvo siempre más cercano a la idea de comunidad organizada y de la conciliación de clases”.

Se preguntarán ustedes entonces cómo trabajó Aritz Recalde las ideas de Antonio Cafiero. Les cuento: tras una tapa con un Antonio Cafiero muy 1987, descamisado, arengando y exudando doctrina, encontramos una obra ágil y atrapante de 224 páginas divididas en dos capítulos principales, con subdivisiones pragmáticas. La primera parte está dedicada a Cafiero como pensador nacional. Se contextualizan y se desarrollan en cuatro puntos sus principales ideas, resaltando el doctrinario económico nacional. El capítulo segundo se titula “El Gobierno del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires”: en ocho puntos impecables se describen los principales puntos de la gestión de Antonio Cafiero como gobernador de la Provincia de Buenos Aires entre 1987 y 1991, en un profundo trabajo de investigación de fuentes originales con nutridos datos duros.

Para quienes vieron la serie alemana Dark en la plataforma de contenido digital Netflix y se entusiasmaron con la carga mística que tiene el número 33… pues, hace 33 años del inicio de la gobernación de Cafiero: pueden llevarse de regalo la idea que una buena gestión peronista, aun en las condiciones más adversas, puede garantizar la idea de justicia social en un pueblo que tanto la necesita. Para quienes no la vieron, se las resumo: la tercera posición es la verdadera, por eso es lo que quiere Perón.

Cafiero sabía de economía, geopolítica e historia. Su postura frente al FMI tiene una vigencia imperiosa. En la página 15 de la obra –prologada por la doctora Ana Jaramillo, la Palas Atenea de la mística– Aritz rescata una cita que denota la actualidad del pensamiento de Antonio Cafiero: “ningún peronista de ley sabe lo que es renunciar a la esperanza”.

Esta idea de la vigencia actual en los postulados intelectuales del doctor Cafiero atraviesa la obra en su conjunto. Aquí me tomaré la libertad de señalar algunas de esas ideas para la gestión de la política pública que planteaba Antonio y que sintetiza magistralmente Aritz: a) la jerarquización de la Función Pública a través de la planificación centralizada y la descentralización de la ejecución; b) la participación; c) la concertación; d) la solidaridad; e) la identidad bonaerense.

Planificación y descentralización: para Cafiero, la planificación de las políticas públicas debía ser centralizada y ejecutada de manera descentralizada. Esto le daba protagonismo al desarrollo de los gobiernos municipales. Quizás el dato más relevante a la hora de la planificación y la ejecución es haberle dado entidad a la conformación de cuadros técnicos profesionales para este menester. Dos de esos cuadros son hoy ministros del Gabinete Nacional: en Relaciones Exteriores y en Salud. Otra vez: gracias a Dios.

Debemos también mencionar la creación del Centro de Estudios para la Renovación Justicialista (CEPARJ), que estuvo integrado por quienes luego formaron su gabinete, entre otros miembros. Atentos a la situación de COVID-19 y a modo de ejemplo, respecto de las políticas de salud pública del gobernador Cafiero tomaremos una cita que destaca Recalde: “queremos un Estado de Justicia. Ese es el ideal que desea alcanzar el gobierno bonaerense, porque cuando los hombres no solo sean libres por sus expresiones sociales y políticas, sino cuando sean libres de sus necesidades básicas insatisfechas, cuando sean libres de la pobreza, de la marginación, de la presión social, cuando esas libertades se logren, podremos decir que ha llegado al Estado de Justicia, de la mano del Estado de Derecho”. “Los fundamentos filosóficos que orientan la política sanitaria son el producto de una ideología cuyo objetivo central es la justicia social, y en parte representan una versión actualizada de los principios doctrinarios de la llamada sanidad justicialista, concebida y ejecutada [por] el doctor Ramón Carrillo, primer ministro de Salud Pública argentino y pionero de la medicina social”.

En cuanto a la participación, durante la gestión de Cafiero como gobernador establecieron todo tipo de canales de participación de sindicatos, colegios profesionales, movimientos sociales, en la lógica de escuchar a las organizaciones libres del pueblo. En septiembre de 1989 había caído el muro de Berlín, y en ese contexto decía Cafiero que había que tirar abajo los muros de las telecomunicaciones.

Concertación: para graficarla basta un ejemplo, hubiera dicho el general. Escribió Cafiero en Razones para ser peronista (2007): “si de noche miramos una zona pedregosa teniendo a mano sólo una linterna, muchos rincones escaparán a nuestra vista. De la misma manera, pretender abarcar la compleja y escabrosa realidad política y social con una sola mirada –ideológica o teórica– provoca que buena parte de lo que realmente importa quede oculto a nuestra mirada”. He aquí el cierre de la grieta y el fin de la atomización del peronismo.

Cafiero fue duramente criticado por convocar a los sectores medios a votar al peronismo y por convocar al diálogo a sectores de centro izquierda. Un ejemplo de la concertación que proponía el gobernador bonaerense lo podríamos encontrar en el proyecto de reforma constitucional de la provincia del año 1990 que se replanteaba el rol del Estado y la función social de la propiedad, entre otras cosas. Para esto se entendió imprescindible la concertación de todos los sectores políticos y sociales de la ciudadanía.

Permanece en la trayectoria de Cafiero la idea de que la democracia no es impedir los conflictos sociales, sino integrarlos. Por eso el peronismo tiene como función integrar sectores, aun cuando sean contradictorios. Mientras escribía El peronismo que viene (1995) invitó a discutir gente de derecha y de izquierda.

Respecto de Cafiero como intelectual que pensaba la política exterior y el rol de América latina, resulta extremadamente valiosa la reconstrucción que realiza Aritz sobre la relación que advierte Cafiero entre la Argentina y Estados Unidos. Para él, la respuesta a la globalización debe ser la integración regional. Para eso, opinaba, se debe revalorizar el peculiar humanismo latinoamericano: la región tiene ideas ejemplares que puede brindar al mundo, como el mestizaje, la integración étnica y la inclusión de lo distinto.

La solidaridad que propone está basada en ese humanismo y en la idea de Comunidad Organizada: “Mantengo la firme convicción de que los principios y valores que el justicialismo porta desde sus inicios –tales como la dignidad humana o la justicia social– siguen proyectando una luz cenital sobre zonas veladas de la realidad política que nos toca vivir”; “el justicialismo sustenta un humanismo trascendente”; “para los justicialistas, los derechos humanos no se detienen en lo jurídico institucional, pues también hay otro tipo de derechos sociales, económicos, culturales y hasta espirituales que lo constituyen. Pues [la persona] es sujeto de necesidades complejas. Esa es nuestra diferencia con las versiones individualistas o materialistas sobre los derechos humanos que no parten de esta concepción integral” de la persona. Estas ideas las resume en un libro publicado en 2007: Razones para ser peronista.

Respecto de la identidad cultural bonaerense, decía Cafiero que “es un sentimiento a preservar y una memoria a rescatar de las erupciones del olvido y aún de las inequidades de la discriminación”. No tenemos actualmente una identidad cultural bonaerense al estilo de la salteña, por ejemplo. Por eso era menester rescatarla a través de diversos programas. Es interesante en este punto destacar el impulso y el cuestionamiento a la ley de coparticipación y la idea de que los bonaerenses dejaran de ser “los kelpers” –ciudadanos de segunda– de la Argentina.

En resumen, lo que considero más importante del libro de Aritz es que Antonio Cafiero no fue solamente un estadista, sino el último intelectual del peronismo. Para conocer esas ideas y la manera que encontró para llevarlas a la práctica, nada mejor que leer este libro.

[1] Recomiendo mucho la Especialización en Pensamiento Nacional y latinoamericano del siglo XX que ofrece la UNLa. Es un posgrado obligatorio.

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