Una visión no tan occidental del conflicto entre Rusia y Ucrania

El presente artículo plantea un análisis de las capacidades bélicas rusas a nueve meses de iniciada la invasión a Ucrania denominada Operación Militar Especial. Constituye una aproximación epistemológica para comprender el arte de la guerra en un mundo que se encuentra inmerso en una profunda transformación que nos conmueve y obliga a abordar la cuestión para inferir su esencia e intentar proporcionar respuestas adecuadas.

 

Introducción

El 24 de febrero de 2022, Rusia lanzó una invasión a Ucrania tras años de tensiones entre Moscú y Kiev. El ataque desencadenó una cadena de eventos durante los siguientes meses, incluidas sanciones sin precedentes contra Rusia y la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Miles de personas han perdido la vida y más de 15.591.979 se han visto obligadas a huir de sus hogares (United Nations High Commissioner for Refugees, 2022), la mayor oleada de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. La escalada del conflicto en el este de Europa se ha convertido de inmediato en una crisis multidimensional con consecuencias globales. Asimismo, las declaraciones de las máximas autoridades rusas, el presidente Vladímir Putin y el ministro de Relaciones Exteriores Serguéi Lavrov, de que mantenían abiertas todas las opciones militares, insinuando que se podría llegar hasta al empleo de Armas de Destrucción Masiva (ADM), pusieron al mundo en alerta.

A nueve meses de iniciadas las operaciones militares rusas en Ucrania, no se puede visualizar la finalización del conflicto. En cambio, comienza una nueva época de inseguridad en Europa –y en menor medida en el resto del mundo– y, aunque hubo muchos avances y retrocesos entre ambos bandos, las posiciones se han mantenido relativamente estables, cuestión que muchos analistas tomaron para determinar que estamos frente a una guerra de desgaste que se sostiene a partir del apoyo occidental que endeuda fuertemente a Kiev.

 

Entre las causas externas e internas

Los causales determinados por Occidente –entre los que se destacan el acercamiento de la OTAN a las fronteras rusas, las ambiciones imperialistas de Moscú y la salud mental de Vladímir Putin– no explican completamente el inicio de la guerra. El sociólogo ruso Boris Kagarlitsky[1] en una entrevista publicada en la revista Nueva Sociedad afirmó que estos factores deben complementarse junto al choque de intereses –de larga data– entre Rusia y Ucrania, como así también el conflicto interno entre elites ucranianas. Sin embargo, Boris determina que las causas principales están relacionadas a la Gran Recesión de 2007-2008 que cambió la economía mundial y la situación de Moscú, donde quedó al descubierto la tremenda debilidad de la economía rusa. Pese a esto, los oligarcas rusos se beneficiaron de las circunstancias. Por otro lado, Boris asevera que la expansión de la corrupción surgió como consecuencia de la sobreacumulación de riquezas de las elites rusas que influyó en el deterioro de la situación interna del país (Fuentes, 2022).

 

Contraofensiva ucraniana

En respuesta a la contraofensiva ucraniana y para cubrir las numerosas pérdidas sufridas por los crecientes enfrentamientos, el presidente Putin ordenó la movilización de cientos de miles de reservistas. Según el ministro de Defensa de Rusia, Serguei Shoigu, la convocatoria logró una gran presentación voluntaria. Sin embargo, también generó protestas en Rusia y un éxodo de hombres en edad de combatir, que han emigrado a países como Mongolia, Finlandia, Georgia y Kazajistán. También responde a mantener los altos niveles de desgaste y daños generalizados a las fuerzas e infraestructura ucranianas, que ascienden a 300.000 millones de dólares[2] en daños, según el ministro de Justicia de Ucrania, Denis Maliuska, y la huida de más 15,59 millones de personas.[3] Cabe destacar que, luego de emitir la orden de movilización, el primer mandatario ruso firmó los cuatro tratados de anexión de las regiones ucranianas de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhzhia a partir de los referéndums de integración con Rusia. Cuestión que podría dar indicios de una posible utilización de ADM, en particular armamento nuclear táctico.[4]

 

Guerras de nueva generación

En la búsqueda de obtener objetivos políticos tendientes a resolver las ambiciones de seguridad de la Federación de Rusia y contraponiéndose a la OTAN –Occidente– la estrategia rusa se inició sin la utilización de su poder militar –abiertamente– para luego ejecutar una combinación de Guerra Asimétrica, Conflicto de Baja Intensidad, Guerra Centrada en Redes, Guerra de Sexta Generación y Control Reflexivo. Cuestión que se analiza a continuación.

 

Guerra Asimétrica

Rusia ha utilizado medios asimétricos para multiplicar los efectos psicológicos, tanto en las tropas como en la población. Por supuesto, se deben nombrar aquellos no militares que han incluido acciones diplomáticas, medidas económicas, maniobras comunicacionales, ciberataques, guerra legal y apoyo regional como su resultado. En su faz militar se puede nombrar las dudas existentes sobre ataques a objetivos no militares y la utilización masiva de misiles luego de derrotas en el campo de batalla que no tienen ningún beneficio militar inmediato, pero sí tienen incidencia en la moral de gobierno, tropas y pueblo –triada de Clausewitz. Asimismo, se debe tener en cuenta que los ataques se acercan a instalaciones de Alto Valor Estratégico[5] cuya destrucción o neutralización incidiría sobre miles de ciudadanos, capacidad que Rusia podría utilizar para degradar funciones críticas durante el invierno.

El 10 de octubre Rusia lanzó una serie de ataques con misiles de precisión y de largo alcance, golpeando infraestructura energética, militar y de comunicaciones de Ucrania, en respuesta al ataque del puente de Kerch que unía Rusia con la anexada península de Crimea. El ejército ucraniano afirmó que las fuerzas rusas habían disparado al menos 80 misiles sobre ciudades de todo el país, en una serie de ataques que incluyó el uso de drones iraníes lanzados desde Bielorrusia. Paralelamente, el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, estrecho aliado de Putin, acusó a Ucrania de preparar un ataque contra su país, por lo que anunció el despliegue de tropas. Sin embargo, el 21 de octubre afirmó que su país no entrará en la contienda, tras la divulgación de noticias sobre una supuesta movilización de tropas de manera subrepticia y la creación de una fuerza conjunta con miles de soldados y material bélico ruso en la frontera sur.

Los últimos ataques significativos se efectuaron el 16 y el 23 de noviembre. En el primero, Rusia realizó bombardeos masivos contra Ucrania en plena cumbre del G20 en Indonesia. Se reportan explosiones en Kiev, Poltava, Krivoy Rog, Dnipropetrovsk y Cherkasy. En el segundo, se repitió el bombardeo dejando sin agua y luz la capital ucraniana, poco después de que Parlamento Europeo declarara a Rusia Estado patrocinador del terrorismo.

 

Maniobra comunicacional

Una Maniobra Comunicacional antecedió y acompaña el desarrollo de las operaciones militares rusas en Ucrania. El Público Blanco Principal (PBP) es la población rusa y el objetivo es “informar para legitimar acciones rusas en Ucrania y advertir de la peligrosidad del acercamiento a la OTAN y la UE”. El Público Blanco Secundario (PBS) son los residentes del Dombás y el objetivo es “informar para obtener el apoyo de la población y convencer de los beneficios de volver a ser rusos”. Por lo tanto, se puede afirmar que los objetivos generales de la campaña –durante las operaciones rusas– que a su vez abarcaron a ambos Públicos Blanco es “desacreditar al gobierno ucraniano, enfatizar el grave peligro para los rusos en Ucrania y garantizar el apoyo para el regreso de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhzhia a la seguridad de Rusia”. El tema específico es la desmilitarización y la desnazificación de Ucrania.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos[6] publicó el 24 de agosto en su página oficial un artículo titulado “La guerra de Rusia en Ucrania: Seis meses de mentiras” en el cual se afirma que: “La desinformación y la propaganda del Kremlin han acompañado y apoyado las acciones militares de Rusia en Ucrania, incluido el intento de anexión de Crimea, el apoyo a los movimientos separatistas en el este de Ucrania y la actual guerra de agresión. El Kremlin intenta repetidamente deslegitimar a Ucrania como nación y como Estado ante los ojos de la opinión pública ucraniana y rusa, así como de la comunidad internacional” (United States Government, 2022). Del mismo modo, plantea que las siguientes falsas afirmaciones de Putin son los temas para las campañas destinadas a negar a Ucrania su derecho a la independencia e incluso a la existencia: reaparición del imperialismo y uso de mapas como armas; propaganda histórica y cultural rusa queriendo borrar la identidad cultural ucraniana; discurso deshumanizador, además de negaciones y amenazas; pantomima de la anexión; falsas alegaciones de afinidad de los ucranianos por Rusia (United States Government, 2022). La campaña de desinformación se intensificó a medida que los enfrentamientos se acrecentaban y ante la aparición de acciones de guerra penadas por los tratados internacionales sobre las leyes de guerra, como ataques contra objetivos civiles, entre los que se destaca el incendio en el centro de detención de Olenivka, en territorio controlado por Rusia, el 29 de julio, en el que murieron más de cincuenta prisioneros ucranianos. Moscú afirmó que Ucrania utilizó un cohete denominado High Mobility Artillery Rocket System (HIMARS) suministrado por Estados Unidos para evitar que sus propios soldados confesaran crímenes de guerra, e incluso mostró el número de serie del misil. Ucrania culpó de la detonación al Grupo Wagner[7], una compañía militar privada dirigida –según servicios de inteligencia occidentales– por Yevgeny Prigozhin, apodado el chef de Putin porque su negocio de catering ha ayudado durante mucho tiempo al presidente ruso y a sus fuerzas armadas.

 

Ciberguerra

Los hacktivistas-ciberactivistas nunca dejaron de operar desde el Euromaidán,[8] pero adquirieron visibilidad días antes de la Operación Militar Especial, cuando se observaron ataques a través del uso de mensajes SMS informando sobre fallas en cajeros automáticos o disparando alarmas de ataque aéreo, y las tropas recibieron mensajes disuasivos para que dejaran las armas. También, se produjeron ataques de denegación de servicio distribuido (DDoS) contra instituciones gubernamentales y bancarias.

Basándose en información técnica brindada por la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), la Casa Blanca culpó al Directorio Principal del Alto Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia (GRU)[9] de inundar sus sitios web con un gran volumen de tráfico. El 23 de febrero de 2022, el Grupo APT[10] Sandworm[11] lanzó un malware llamado Hermetic Wiper, contra el gobierno ucraniano y otras entidades de infraestructuras críticas. Al mismo tiempo, fueron publicados mensajes amenazantes con una oferta de venta de bases de datos que contenían datos personales de ciudadanos ucranianos (CISA, 2022). Durante su invasión, Rusia también ha lanzado ciberataques contra el servicio comercial de banda ancha por satélite ViaSat. Los servicios de inteligencia estadounidenses atribuyeron el hackeo al GRU. El ataque a los receptores KA-SAT de ViaSat probablemente interfirió en las comunicaciones militares ucranianas y se extendió más allá del país, dejando fuera de servicio miles de turbinas eólicas en Alemania. Desde esos ciberataques iniciales, Microsoft ha detectado ocho programas maliciosos sumamente destructivos utilizados contra 48 entidades de distinta índole.

El intento más importante de perturbar la vida de los ciudadanos se produjo el 14 de abril 2022 cuando el equipo de respuesta a emergencias informáticas de Ucrania (CERT-UA) informó sobre un ataque fallido y atribuido nuevamente al Grupo APT Sandworm. El ataque tenía como objetivo interrumpir el suministro eléctrico a través de un malware llamado Industroyer2. El malware logró interrumpir un componente de los sistemas de gestión de la central eléctrica afectada, también conocidos como sistemas SCADA. Según diversas fuentes de inteligencia, la infección se produjo probablemente en febrero 2022 y se activó el ataque dos meses después. De no haberse evitado, dos millones de personas se habrían quedado sin suministro eléctrico un viernes por la noche al volver a casa del trabajo (CISA, 2022; CERT-UA, 2022; Faife, 2022).

Microsoft ha determinado en su informe especial Ucrania. Una descripción general de la actividad de ciberataques de Rusia en Ucrania del 27 de abril que los ataques cibernéticos rusos están “fuertemente correlacionados y, a veces, sincronizados directamente” con las operaciones militares cinéticas de Rusia dirigidas a servicios e instituciones cruciales para los civiles. El estudio determinó que hasta el 32% de los ataques destructivos se dirigieron directamente a organizaciones gubernamentales ucranianas a nivel nacional, regional y urbano, mientras que más del 40% de los ataques estuvieron dirigidos a organizaciones en sectores de infraestructura crítica (Microsoft, 2022).

 

Arquitectura de organismos de inteligencia y actores hacktivistas-ciberactivistas

Fuente: Microsoft (2022) y Galeotti (2016).

 

CISA coincide con Microsoft casi en todo lo expresado anteriormente, salvo que agrega al Grupo APT29, caracterizándolo como un grupo de phishing relacionado con el Servicio de Inteligencia Exterior[12] desde al menos 2008.

De acuerdo a lo expresado hasta el momento, resulta claro establecer una relación simbiótica entre la inteligencia, las operaciones militares y las acciones de ciberguerra.

 

Guerra Alimenticia

Rusia y Ucrania se cuentan entre los grandes productores de alimentos básicos, aportan el 90% del suministro de trigo en Armenia, Azerbaiyán, Eritrea, Georgia, Mongolia y Somalia. Además, Ucrania es uno de los proveedores fundamentales de trigo del Programa Mundial de Alimentos, que proporciona asistencia alimentaria a 115,5 millones de personas en más de 120 países (UN Women, 2022). El 22 de julio, Kiev y Moscú llegaron a un acuerdo, bajo los auspicios de la ONU y Turquía, para desbloquear los puertos del Mar Negro, con el fin de permitir la exportación de más de 20 millones de toneladas de grano, con el objetivo de aliviar la creciente crisis alimentaria mundial (ONU, 2022). Sin embargo, sólo un día después, buques de guerra rusos dispararon misiles de alta precisión Kalibr contra la infraestructura portuaria de Odessa. Tras el ataque, Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, afirmó que los misiles “destruyeron un objetivo de infraestructura militar” en el puerto en un “ataque de alta precisión” que hundió un buque militar ucraniano. El 7 de septiembre, Putin afirmó que: “solo el 3% del grano que se exporta desde Ucrania va a los países en desarrollo, la mayor parte va a Europa… en las últimas décadas los países europeos han actuado como potencias coloniales, y siguen actuando así hoy”, y amenazó con restringir las exportaciones ucranianas de grano a Europa. Sin embargo, la ONU aseveró que, en el marco de la Iniciativa de Granos del Mar Negro, aproximadamente el 30% de los “granos y otros productos alimenticios” han llegado a los países de ingresos bajos y medios bajos: unas 700.000 toneladas. Días después, Rusia ejecutó la misma rutina coercitiva y atacó Odessa con drones kamikazes iraníes Shaded-136.[13]

Según Olesia Kryvetska, abogada del estudio jurídico Asters y directora del Comité de Derecho Comercial Internacional del Colegio de Abogados de Ucrania, el sistema de comercio mundial se ha puesto al límite y su consecuencia más grave es el aumento de los precios de las materias primas y la energía, la crisis de la seguridad alimentaria y las perturbaciones de la cadena de suministro (The International Institute for Sustainable Development, 2022). Actualmente, luego de innumerables conversaciones organizadas por Turquía, el acuerdo sobre el corredor de cereales del mar Negro se prorrogó 120 días a partir del 19 de noviembre.

 

Guerra energética

Rusia es uno de los tres mayores productores de crudo del mundo, además del segundo productor –y el principal exportador– de gas natural (UN Women, 2022). El 31 de agosto, Gazprom interrumpió nuevamente[14] el suministro de gas natural a Europa a través del gasoducto Nord Stream 1[15] –ruta clave de abastecimiento– profundizando la crisis energética y elevando las perspectivas de una recesión y racionamiento energético en algunos de los países más ricos de la región. Su objetivo tiende a incidir en la población europea con la esperanza de despertar la oposición a las políticas gubernamentales de sanciones a Rusia y de apoyo a Ucrania. El 26 de septiembre, los gasoductos Nord Stream 1 y 2, situados bajo el mar Báltico, sufrieron dos explosiones a finales del mes pasado. Kiev se apresuró a acusar a Rusia. El asesor presidencial ucraniano Mykhaylo Podolyak dijo que “Rusia quería causar pánico antes del invierno”. Al parecer, antes de las explosiones se habían visto barcos de apoyo de la armada rusa en las cercanías. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, culpó a Estados Unidos, diciendo que “los proveedores de gas natural estadounidenses estaban obteniendo enormes beneficios por el aumento de las ventas a Europa”. Los medios de comunicación rusos mostraron clips del presidente Joe Biden prometiendo que, si Rusia invadía, “entonces ya no habrá Nord Stream 2”. Marie Agnes Strack-Zimmermann, jefa de la Comisión de Defensa del Bundestag alemán, creía que Rusia era el culpable más “plausible” y señaló que “se trata de la clásica guerra híbrida”.

El informe oficial de Suecia y Dinamarca, entregado a la ONU el 30 de septiembre, indicó que las cuatro fugas en los gasoductos Nord Stream en el mar Báltico fueron causadas por explosiones submarinas que equivalen a cientos de kilos de TNT. Por su parte el presidente de Rusia, Vladimir Putin, acusó a los anglosajones de estar detrás del hecho. “La magnitud de las explosiones fue medida respectivamente a 2,3 y 2,1 en la escala de Richter, es decir, probablemente el equivalente a una carga explosiva de cientos de kilos”, informaron los dos países escandinavos en un comunicado al Consejo de Seguridad de la ONU, que se reunió para abordar este tema en Nueva York a instancias de Rusia. “Todas las informaciones disponibles indican que estas explosiones son consecuencia de un acto deliberado”, escriben Suecia y Dinamarca en su carta dirigida al secretario general de la ONU, sin señalar a un eventual responsable. La fuente y el autor de las explosiones siguen siendo un misterio. Washington y Moscú se acusan recíprocamente de ser los responsables. La OTAN a través del Consejo del Atlántico Norte afirmó que “la alianza militar estaría preparada para defender sus infraestructuras de ataques tanto de gobiernos extranjeros como de individuos que actúen sin un respaldo estatal explícito”.

 

Guerra legal

Primero, las autoridades prorrusas de las regiones de Donetsk y Lugansk –de las que el presidente ruso, Vladimir Putin, reconoció la independencia poco antes de lanzar su ofensiva en Ucrania el 24 de febrero– anunciaron que celebrarían “referendos” de adhesión a Rusia entre el 23 y el 27 de septiembre. Luego, se les sumaron sus pares en Jersón. Su integración en Rusia supondría una escalada en el conflicto. Asimismo, los representantes de un órgano consultivo prorruso de la región de Zaporiyia, en el sureste de Ucrania y solo parcialmente controlada por las tropas rusas, se sumaron a sus colegas de Lugansk, Donetsk y Jersón para pedir la celebración inmediata de un “referendo” de adhesión a Rusia.

Tras la victoria del a la anexión de las cuatro regiones ucranianas ocupadas, Naciones Unidas y la UE dejaron claro que no reconocerían el resultado. Pero Moscú tiene lista la maquinaria legal para incorporar a Donetsk (99%), Lugansk (98,4%), Zaporiyia (93,1%) y Jersón (87%). Para lo cual fue necesario cumplir los procedimientos parlamentarios en la Duma Estatal y el Consejo de la Federación, las cámaras del parlamento. Solo después de eso se pudo firmar el documento final el 5 de octubre, según sendos decretos publicados en el portal oficial de información legal de Rusia. Serguéi Lavrov destacó que para Moscú no tiene importancia que Occidente no reconozca los referendos de incorporación a Rusia de esos territorios, pero que allí deben entender la nueva realidad.

La incorporación de los territorios ucranianos obliga a reformar el artículo 65 de la Constitución, que incluye 85 entes federales. Ahora, pasan a ser 89, con la inclusión de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Los tratados establecen que la lengua oficial en las nuevas regiones de este país será el ruso –aunque se permitirá el empleo del ucraniano– y la moneda nacional, el rublo. Mantendrán su nombre como nuevos entes de la Federación Rusa, tanto las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, como las regiones de Jersón y Zaporiyia. El periodo de transición para la plena incorporación de los territorios en Rusia se extenderá hasta el 1 de enero de 2026.

 

Armas de Destrucción Masiva (ADM)

El 23 de octubre, Serguéi Shoigú se comunicó telefónicamente con sus pares de Francia y Turquía, Sébastien Lecornu y Hulusi Akarla, y les manifestó la preocupación de Moscú por posibles provocaciones de Ucrania con bombas sucias.[16] Del mismo modo, en una misiva dirigida al Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia afirmó que Ucrania está planeando utilizar estos dispositivos en dos lugares dentro de su propio territorio, la Planta de Enriquecimiento Mineral del Este, en la región central de Dnipropetrovsk, y el Instituto de Investigación Nuclear de Kiev. Cabe destacar que Rusia ha acusado a Ucrania de utilizar armas de destrucción masiva con anterioridad, sin resultados importantes.[17] Las afirmaciones de Moscú no pudieron verificarse, cuestión que convierte a las acusaciones en un intento preventivo de echar la culpa a Ucrania en caso de que se produzcan incidentes que provoquen grandes fugas de radiación que puedan deberse a un dispositivo de dispersión.

Por otro lado, Serguéi Lavrov aseguró que el uso de armamento nuclear estaría justificado en caso de ser objetivo de un hipotético ataque de potencias extranjeras que pusiera en peligro su existencia, donde se incluyen los territorios recientemente recuperados. Sin embargo, recalca que en sus enfoques doctrinales no existen interpretaciones ambiguas y que su utilización está guiada por el principio de que en una guerra nuclear no puede haber ganadores y nunca debe desencadenarse. En la medida que países con capacidades nucleares no apoyen con estos medios a Ucrania –cuestión que debería ser improbable– las advertencias del ministro de Defensa ruso deben interpretarse como meros discursos de disuasión en el campo bélico y las denuncias ante la ONU serían para lograr apoyos que hasta ahora no se han podido visualizar. Sin embargo, la retórica de algunos analistas especializados occidentales plantea que, luego de diversos reveses en el campo de batalla, Rusia podría planear el uso de ADM trasladando de antemano la responsabilidad de las víctimas y la destrucción a Ucrania.

 

Consideraciones

En esta visión del conflicto se puede afirmar que Rusia mantiene sus diversas capacidades dentro del amplio espectro táctico-estratégico que maneja en su versión de actual de la guerra, llamada nueva generación de la guerra. La aparente falta de munición rusa –inconvenientes logísticos– es parte de la maniobra comunicacional occidental, y los últimos bombardeos lo demuestran. Por lo tanto, se puede afirmar que Rusia mantiene la capacidad de ejecutar bombardeos estratégicos en la totalidad del territorio ucraniano, cuestión que se está acrecentando con la llegada del invierno. Cabe destacar que los misiles utilizados a lo largo de la campaña podrían haber sido utilizados con cabezas nucleares tácticas, cuestión que aún no ha sucedido.

Ante las afirmaciones de analistas internacionales de que la infraestructura crítica no son objetivos militares, es importante recalcar que es una falsedad teórica, al igual que la afirmación de que Ucrania posee una aceptable capacidad de interceptar misiles, siendo esta sumamente limitada. La decisión de no atacar la red eléctrica ucraniana es parte de la estrategia rusa, debido a que en la fase de invasión y hasta la anexión esta cuestión podría haber incidido en su contra. Actualmente, es un recurso que se está utilizando y se utilizará más aun con la llegada del invierno.

Tanto las operaciones en el ciberespacio, como la maniobra comunicacional y las actividades de inteligencia actuaron mancomunadamente en apoyo de las operaciones militares rusas. Sin embargo, la subestimación de la resistencia ucraniana surge a partir de los apoyos occidentales que aún recibe.

Entre tantas cuestiones que no se tienen en cuenta en los actuales acontecimientos se encuentran los ataques permanentes a la retaguardia ucraniana, la utilización de un terreno actualmente propio, los campos de entrenamiento y la aproximación del General Invierno –diciembre a febrero.

Cabe destacar que del análisis de las operaciones desarrolladas en Ucrania surge que se ejecutaron de forma coordinada y sincronizada, empleando una amplia gama de métodos de guerra. Sin embargo, la relación tiempo-espacio entre ellas determina la definición de desgaste, que puede cambiar la situación estratégica a partir del cambio del tempo en las futuras acciones. Para finalizar, se puede afirmar que los objetivos operacionales tienden a ser tropas, y no terreno.

 

Bibliografía

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Gonzalo Javier Rubio Piñeiro es licenciado en Administración y en Comunicación Institucional, máster en Defensa Nacional y especialista en Estrategia Operativa y Planeamiento, profesor de Geopolítica, Seguridad Internacional, Instituciones y Regímenes de la Defensa y la Seguridad Internacional, Perspectiva Estratégica, Ucrania y Defensa Nacional de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Autor del libro Capacidades del Sistema de Inteligencia ruso.

 

Notas

[1] Director del Instituto para la Globalización y los Movimientos Sociales y editor del sitio web Rabkor.

[2] El ministro de Justicia de Ucrania, Denis Maliuska, informó que su país exigirá a Rusia 300.000 millones de dólares por concepto de reparaciones de guerra. Según dijo, esta cantidad se corresponde con los fondos del Banco Nacional Ruso congelados, como parte de las sanciones contra Moscú.

[3] El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que 15.591.979 personas han huido de Ucrania desde el inicio de la ofensiva militar rusa, y considera que ya es el éxodo más rápido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Es decir, que hasta el 38% de la población –estimada en casi 41 millones en 2021– habría abandonado territorio ucraniano (United Nations High Commissioner for Refugees, 2022).

[4] El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, declaró que “cualquier ataque de Ucrania a los territorios incorporados a la Federación Rusa sería visto como un ataque a Rusia”. En un discurso televisado, Putin también insinuó su disposición a utilizar armas nucleares: “Protegeremos nuestras tierras con todos los medios que tenemos a nuestra disposición”. Señaló que Estados Unidos era la única nación que había utilizado armas nucleares y afirmó que los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki “sentaron un precedente”.

[5] Un misil ruso Iskander explotó cerca de la central nuclear Pivdennoukrainsk del sur de Ucrania en la región de Mikolayiv, produciendo daños en una central hidroeléctrica y provocando cortes de electricidad a miles de ciudadanos. Otro ataque con misiles contra una presa en Kryviy Rih, la ciudad natal del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, hizo subir las aguas del río Inhulets y provocó evacuaciones. El ataque incluyó misiles rusos Kinzhal, que alcanzan velocidades hipersónicas y son casi imposibles de interceptar. Rusia conserva la capacidad de lanzar más de una docena de ataques con misiles al día para degradar las funciones críticas al llegar el invierno.

[6] El Departamento de Estado es un órgano ejecutivo del Gobierno de Estados Unidos responsable de la política exterior y las relaciones exteriores de la nación.

[7] Wagner es conocida internacionalmente como una Compañía Militar Privada (PMC). Servicios de Inteligencia Occidentales afirman que se trata de mercenarios patrocinados por el Estado ruso que actúan de acuerdo a los intereses del Kremlin. Han sido acusados de repetidos crímenes de guerra y abusos de los derechos humanos. El grupo paramilitar se desplegó en Crimea y en la región ucraniana del Dombas en 2014, cuando las fuerzas respaldadas por el Kremlin expulsaron a las tropas ucranianas de las zonas que posteriormente declararon parte de Rusia. Hoy también operan en Siria, Libia, República Centroafricana y ahora en Malí.

[8] En 2015 seis subestaciones eléctricas ubicadas en Ucrania sufrieron simultáneamente un ciberataque con el malware BlackEnergy, atribuido al grupo APT Sandworm, dejando varias ciudades sin luz durante el incidente. En 2016 la red eléctrica ucraniana nuevamente fue víctima de un ciberataque con una variante del malware anterior. En 2017 el ciberataque NotPetya, calificado como el más destructivo y costoso de la historia, causó pérdidas millonarias en todo el mundo, como parte de la campaña del Kremlin para desestabilizar Ucrania. En abril de 2021 una serie de ataques phishing reportados por FortiGuard Labs y luego por Intezer, apuntaron a organizaciones vinculadas a la seguridad en Ucrania y Georgia. Utilizaban cebos de ingeniería social en los asuntos de los emails, con frases como nueva variante de COVID-21 y actualización informática urgente. Su objetivo era robar documentación confidencial, así como colocar el descargador de malware Saint Bot en los ordenadores de los targets. En Ucrania, los ataques iban dirigidos a una organización de veteranos militares y a la Operación Militar Antiterrorista (ATO) encargada de contrarrestar la intervención militar rusa en el Dombás (CERT-UA, 2022).

[9] El GRU es el Servicio de Inteligencia Militar. Sus objetivos son: proporcionar inteligencia para la toma de decisiones en los campos político, económico, de defensa, científico, técnico y ambiental; generar las condiciones propicias para la aplicación satisfactoria de la política de la Federación de Rusia en el ámbito de la defensa y la seguridad; y asistir el desarrollo económico, el progreso científico y tecnológico del país y la seguridad técnico-militar de la Federación de Rusia (Rubio Piñeiro, 2021).

[10] La definición ampliamente aceptada de Amenaza Persistente Avanzada es la emitida por McAfee en predicciones de amenazas para 2011. Se trata de un ataque selectivo de ciberespionaje o cibersabotaje llevado a cabo bajo el auspicio o la dirección de un país, por razones que van más allá de las meramente financieras-delictivas o de protesta política. No todos los ataques de este tipo son avanzados y sofisticados, del mismo modo que no todos los ataques selectivos complejos y bien estructurados son una amenaza persistente avanzada. La motivación del adversario, y no tanto el nivel de sofisticación o el impacto, es el principal diferenciador de un ataque APT de otro llevado a cabo por ciberdelincuentes o hacktivistas.

[11] El apodo Sandworm fue elegido por investigadores de la compañía de inteligencia de amenazas iSIGHT Partners, luego de que en 2014 descubrieran en los binarios del malware BlackEnergy referencias a la novela Dune de Frank Herbert. En ese momento, los investigadores de ESET estaban presentando en una conferencia de Virus Bulletin sus hallazgos sobre varios ataques de BlackEnergy dirigidos a Ucrania y Polonia, pero también descubrieron las mismas referencias inconfundibles en el código: arrakis02, houseatreides94, BasharoftheSardaukars, SalusaSecundus2 y epsiloneridani0. Si bien algunos especularon con que Sandworm era un grupo que trabajaba desde Rusia, no fue hasta 2020 que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos identificó concretamente a Sandworm como la Unidad Militar 74455 del GRU ubicado en el número 22 de la calle Kirova, en Khimki, Moscú, en un edificio coloquialmente llamado la Torre (ESET, 2022).

[12] El SVR es el Servicio de Inteligencia encargado de las actividades y operaciones de inteligencia exterior. Fue creado el 18 de diciembre de 1991 por decreto presidencial número 293. Mijaíl Yefímovich Fradkov ocupó el cargo de director del SVR desde el 6 de octubre de 2007 hasta el 5 de octubre de 2016 (Rubio Piñeiro, 2021).

[13] El Shaded 136 (“testigo” en persa) es un avión teledirigido no tripulado, desarrollado por la compañía HESA y que entró en servicio en 2021. Con un rango de acción de 2.500 kilómetros, se utilizan exclusivamente para ataques selectivos y los explosivos que pueden transportar detonan al impactar.

[14] El gasoducto suspendió sus servicios por labores de mantenimiento del 10 al 21 de julio. Cabe destacar que desde junio el gasoducto funciona al 40% de su capacidad. La empresa energética culpa de esto a Canadá, por las sanciones que retienen sus turbinas reparadas en ese país, que bombean el combustible. Alemania lo considera una maniobra política para crear incertidumbre y aumentar los precios.

[15] El gasoducto Nord Stream 1 se extiende desde la costa rusa cerca de San Petersburgo hasta el noreste de Alemania y puede transportar hasta 170 millones de metros cúbicos de gas por día. Es propiedad y está operado por Nord Stream AG, cuyo accionista mayoritario es Gazprom.

[16] Una bomba sucia es un dispositivo de dispersión que contiene material radiactivo, posiblemente uranio, pero más probablemente materiales de baja calidad como cesio-137 u otros materiales radiactivos de uso común.

[17] En marzo de 2022, Vasily Nebenzya, embajador de Rusia ante la ONU, declaró ante el Consejo de Seguridad que Rusia había descubierto pruebas de investigación de armas biológicas financiadas por Estados Unidos en Ucrania.

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