La perspectiva ecologista presente en los mensajes de Juan Domingo Perón

El contexto histórico

En su libro Ecofalacias, Miguel Grinberg (1999: 11) advertía que de 1952 a 1972 “fueron acumulándose variados desastres ecológicos como signos inequívocos de una ‘plaga tecnocrática’ que había rebasado los márgenes de seguridad sectorial y de responsabilidad colectiva”. Como reflejo de las preocupaciones que suscitaba el creciente deterioro del medio ambiente, desde principios de los años sesenta se publicaron una serie de libros claves con gran repercusión pública. Uno de ellos, a cargo de Rachel Carson, titulado Primavera silenciosa (1962), advertía sobre los efectos nocivos de los pesticidas. Unos años después, a principios del año 1972, el grupo de Sistemas del Instituto Tecnológico de Massachusetts elaboró el informe Los límites del crecimiento en donde advertía: “La carrera armamentística, el deterioro del medio ambiente, la explosión demográfica y el estancamiento económico son citados con gran frecuencia como los problemas centrales de largo plazo del hombre moderno. Muchos creen que el desarrollo futuro de la Humanidad, quizás hasta su misma supervivencia, dependen de la rápida y efectividad con el mundo responda a estos problemas” (Meadows, 1972: 32). Por su parte, Edward Goldsmith publicó el llamado Manifiesto para la supervivencia (1972: 11) en la revista The Ecologist, en el que señalaba: “El defecto fundamental del modo de vida industrial, con su prurito de expansión, es el de ser insostenible”.

 

El mensaje visionario de Perón

En sintonía con el clima de época, el 23 de marzo de 1972, desde su exilio madrileño, Juan Domingo Perón escribió su célebre Mensaje a los pueblos y gobiernos del mundo, en donde alertaba sobre un gran peligro “que afecta a toda la humanidad y pone en peligro su misma supervivencia”. Desde su visión, esta problemática obligaba plantear la cuestión en nuevos términos, más allá de lo estrictamente político o ideológico: “Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología, y de la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esa marcha, a través de una acción mancomunada internacional”. En un pasaje reflexionaba: “el ser humano ya no puede ser concebido independientemente del medio que él mismo ha creado”. Y señalaba con énfasis sobre la urgencia de “una revolución mental” en las personas. Desde su visión, “la modificación de las estructuras sociales y productivas en el mundo implica que el lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo el motor básico de sociedad”. Perón llamaba a cuidar nuestros recursos naturales “con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología donde rige la economía de mercado”.

 

Estocolmo 1972

Del 5 al 16 de junio de 1972, en Estocolmo, capital de Suecia, se realizó la primera cumbre de Medio Ambiente con la presencia de representantes de 88 Estados. En dicha reunión se elaboró el Informe de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente que entre sus conclusiones afirmaba: “El hombre es a la vez obra y artífice del medio que lo rodea, el cual le da el sustento material y le brinda la oportunidad de desarrollarse intelectual, moral, social y espiritualmente. En la larga y tortuosa evolución de la raza humana en este planeta se ha llegado a una etapa en que, gracias a la rápida aceleración de la ciencia y la tecnología, el hombre ha adquirido el poder de transformar, de innumerables maneras y en una escala sin precedentes, cuanto lo rodea. Los dos aspectos del medio humano, el natural y el artificial, son esenciales para el bienestar del hombre y para el goce de los derechos humanos fundamentales, incluso el derecho a la vida misma”.

 

La docencia cívica del último Perón

De regreso en nuestro país y en el ejercicio de su tercer mandato presidencial, el General se refirió en numerosas ocasiones al tema ambiental. En su discurso del 30 julio de 1973, Perón –en El camino de nuestra revolución– relataba que había conversado “con uno de los dirigentes diplomáticos que actuaron en el Congreso de Estocolmo, que se reunió para la defensa ecológica de la tierra; porque el hombre ha comenzado a pensar que está despilfarrando los medios naturales, que no son infinitos, desgraciadamente, y que un día va a llegar en que se va a quedar sin tierra, sin agua y sin aire, y entonces sí que la va a pasar canuta, como dicen los gallegos”. Y continuaba: “le preguntaba qué sacaron en limpio de esa reunión y me contestó: ‘extraordinario. En primer lugar, allí no se habló de los países, se habló de la Tierra. Segundo, nos dimos cuenta de que el mundo marcha hacia la universalización o hacia la hecatombe: segunda enseñanza. Y tercera, nos dimos cuenta de lo estúpidos que han sido los hombres, que durante siglos han muerto por millones, defendiendo unas fronteras que sólo estaban en su imaginación’”.

El 18 de agosto de 1973 volvió a referirse al tema: “En este momento, las sociedades de consumo han llevado a un despilfarro tal de los medios ecológicos de la humanidad, que se está quedando sin comida y sin materia prima”. Perón advertía: “Desgraciadamente, compañeros, ese futuro no tendrá ricos. Porque ese futuro, si se deben repartir los medios de subsistencia, habrá que pensar claramente que en pocos años más, todos los medios de subsistencia y la materia prima serán pocos para mantener la subsistencia de la humanidad”

El 30 de agosto de 1973 llamó a “pensar en grande”: “Tenemos que empezar a pensar que formamos parte de un continente cuyo destino es envidiable, aun para los superdesarrollados, que se están quedando sin riquezas naturales, y pensando que nosotros, los que disponemos de esas reservas, seremos los ricos del porvenir, en tanto ellos serán los pobres del futuro”.

El 7 de septiembre en la conferencia de países no alineados realizada en Argelia se leyó un mensaje de su autoría –La Tercera Posición– en donde reflexionaba: “La humanidad debe ponerse en pie de guerra en defensa de sí misma”, y concluía: “Tomado del Sagrado Corán, leemos que dijo el sabio profeta: ‘Haz por este mundo como si debieras vivir siempre, y por el otro, como si debieras morir mañana’”.

EL 25 de octubre de 1973 Perón expuso su visión de que el mundo actual estaba desalentando el desarrollo tecnológico: “porque con eso están destruyendo las fuentes naturales de subsistencia de la tierra, espacialmente materia prima y comida”. Además, advertía: “están convirtiendo la tierra en basurales”. Y recalcaba que los bosques que se estaban talando suprimían “las grandes fábricas de oxígeno que la Tierra tiene”.

El 1 de noviembre de 1973 volvió a referirse al rol de las Naciones Unidas: “creo que ahora comenzarán a pensar que será mucho más constructiva la acción de las Naciones Unidas si entienden que debemos solucionar el problema de la Tierra, que es el principal problema que se le plantea al mundo actual”.

El 10 de noviembre de 1973, Perón hizo hincapié en la “conciencia sobre la necesidad de la defensa de la Tierra” y a la persuasión de que los seres humanos “somos todos hermanos”.

El 21 de diciembre de 1973 le dedico su análisis a la situación de Europa: “Un amigo alemán, tomándose la cabeza me decía: ‘¡Fíjese lo que hemos hecho!’. Han arruinado todos los recursos naturales y ahora tiene que salir a buscarlos al exterior, dado que no tienen hierro, ni petróleo, ni nada. Y ante esta situación mundial, todos comienzan a darse cuenta de que el futuro se les hace más difícil”.

El 27 de diciembre de 1973 llamó al pueblo argentino a que cuide el petróleo: “Cuidémonos de gastar energía, por ahora; no tengamos las luces inútilmente prendidas, como ustedes han visto que sucede. No se puede derrochar, eso es demasiado valioso”. Ese mismo día mencionaba una serie de medidas para disminuir la contaminación en el ejido La Plata-Rosario y se informaba sobre la situación de las zonas afectadas por el incendio en la pampa. Ese día sentenciaba: “si la riqueza no sirve para ayudar al pueblo y para que la justicia social se cumpla en todos sus aspectos, entonces, ¿para qué diablos sirve la riqueza?”.

 

Yolanda Ortiz, pionera del ecologismo sudamericano

En su tercer mandato presidencial, Perón creó la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Nación. A cargo del organismo estuvo la tucumana Yolanda Ortiz. En una entrevista recordaba: “Perón se entera que yo hacía 15 años que estaba trabajando en ambiente. Quería, entonces, una persona que conociera mucho el tema ambiental y que fuera mujer. Y no había nadie. Sólo yo”.

En relación al mencionado Mensaje a los pueblos y gobiernos del mundo, Yolanda Ortiz pudo conversar con el propio Perón: “Yo le pregunté un día cómo se le había ocurrido hacer eso, tan preciso, con tanta visión. Y me dice que lo escribió estando junto a Josué de Castro, el autor de Geopolítica del hambre (1955). Es decir que él se inspira en el hambre del mundo, algo increíble. Cuando todo el movimiento previo a Estocolmo era al revés. Los países desarrollados se vieron en un momento ante una situación en la que debían hacer algo. Entonces ahí es que quieren juntar a todos los países, y los más pobres dicen: ‘Nosotros no entendemos nada de contaminación, para nosotros la única contaminación es la pobreza’. Eso lo dijo Indira Gandhi. Y justamente Perón ve ahí que, existiendo la pobreza, hay que ocuparse del medioambiente”.

Ortiz sostenía que Perón “tuvo una visión como ningún estadista, vio muy claro que el tema del ambiente no era un problema más, sino ‘el’ problema”. En otra ocasión señalaba que Perón “no fue comprendido en ese momento. Por entonces ya había un déficit de comprensión de esa problemática, pero bueno, con gran entusiasmo se pusieron los cimientos”. Esta experiencia pionera, no sólo en la Argentina, sino también en Sudamérica, concluyó cuando llegó la dictadura cívico militar de 1976. Ortiz, como tantos miles de argentinos y argentinas, partió al exilio. Falleció el 22 de junio de 2019. A modo de homenaje, la ley 27.592 sancionada en el año 2020 lleva su nombre.

 

Referencias

Carson R (1962): Primavera silenciosa. Barcelona, Luis de Caralt, 1964.

De Casto J (1955): Geopolítica del hambre. Buenos Aires, Raigal.

Goldsmith E (1972): Manifiesto para la supervivencia. Madrid, Alianza.

Grinberg M (1999): Ecofalacias. De cómo las multinacionales se apoderan del discurso del ambiente. Buenos Aires, Galerna.

Meadows D (1972): Los límites del crecimiento. México, FCE.

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